/ lunes 5 de abril de 2021

#TodoComunica | Covid-19 y educación

La pandemia por Covid-19 ya mostró repercusiones en el ámbito educativo: 5.2 millones de estudiantes no concluyeron el ciclo escolar 2020-2021 por la enfermedad y la falta de recursos. Adicionalmente, 3.6 millones no se inscribieron al presente ciclo escolar porque tenían que trabajar. Total: 8.8 millones de niñas, niños, adolescentes y -sobre todo- jóvenes truncaron sus estudios en el país.

Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED). Identificó que los grupos de edad en los cuales hubo más deserción escolar -por falta de dinero o motivos económicos- se ubican entre los 16 y hasta los 29 años.

El documento explica que la población no inscrita en el presente ciclo escolar fue mayor en el grupo de los 19 a los 24 años, con 12.5 por ciento, seguido del grupo entre 25 a 29 años, con 10.9 por ciento y de 16 a 18 años con 5.6 por ciento.

Las cifras son importantes, pero el problema de fondo será el impacto a largo plazo, porque la mayoría de las juventudes que han truncado sus estudios están en riesgo de no regresar a la escuela, si los efectos económicos de la pandemia se extienden y, sobre todo, si no se aplican mecanismos para revertir esa inercia de abandono.

La ECOVID-ED detalla los motivos por los cuales las y los estudiantes no se inscribieron y se observa que no sólo los problemas económicos han afectado. Si a ello sumamos las carencias de nuestro modelo educativo que ya teníamos acumuladas, el escenario es más complicado.

Por ejemplo, de los 2.3 millones de personas que no se inscribieron por efecto de la pandemia: 26.6 % consideró que “las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje”; 21.9 % porque “carece de computadora, otro dispositivo o de conexión a internet” y 19.3 % porque la escuela cerró definitivamente.

Adicionalmente, enlista las desventajas en el ámbito educativo: No se aprende o se aprende menos que de manera presencial; falta de seguimiento al aprendizaje; falta de capacidad técnica o habilidad pedagógica de padres o tutores para transmitir conocimientos; exceso de carga académica y actividades escolares; condiciones poco adecuadas en casa, y falta de convivencia con amistades y compañeros.

Todo un desafío el impacto del Covid-19 en la vida cotidiana, pero prioritario tendría que ser el plano educativo y de formación profesional, porque -como la advertido la ONU- podríamos estar frente a una “catástrofe generacional” al ampliarse las desigualdades y perder un gran potencial humano.

PERCEPCIÓN

Acertada decisión del gobierno estatal de operar 62 Unidades Médicas Móviles para detección de casos Covid-19 y cortar las cadenas de contagio. Han aplicado más de 8 mil 350 pruebas.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC


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La pandemia por Covid-19 ya mostró repercusiones en el ámbito educativo: 5.2 millones de estudiantes no concluyeron el ciclo escolar 2020-2021 por la enfermedad y la falta de recursos. Adicionalmente, 3.6 millones no se inscribieron al presente ciclo escolar porque tenían que trabajar. Total: 8.8 millones de niñas, niños, adolescentes y -sobre todo- jóvenes truncaron sus estudios en el país.

Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED). Identificó que los grupos de edad en los cuales hubo más deserción escolar -por falta de dinero o motivos económicos- se ubican entre los 16 y hasta los 29 años.

El documento explica que la población no inscrita en el presente ciclo escolar fue mayor en el grupo de los 19 a los 24 años, con 12.5 por ciento, seguido del grupo entre 25 a 29 años, con 10.9 por ciento y de 16 a 18 años con 5.6 por ciento.

Las cifras son importantes, pero el problema de fondo será el impacto a largo plazo, porque la mayoría de las juventudes que han truncado sus estudios están en riesgo de no regresar a la escuela, si los efectos económicos de la pandemia se extienden y, sobre todo, si no se aplican mecanismos para revertir esa inercia de abandono.

La ECOVID-ED detalla los motivos por los cuales las y los estudiantes no se inscribieron y se observa que no sólo los problemas económicos han afectado. Si a ello sumamos las carencias de nuestro modelo educativo que ya teníamos acumuladas, el escenario es más complicado.

Por ejemplo, de los 2.3 millones de personas que no se inscribieron por efecto de la pandemia: 26.6 % consideró que “las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje”; 21.9 % porque “carece de computadora, otro dispositivo o de conexión a internet” y 19.3 % porque la escuela cerró definitivamente.

Adicionalmente, enlista las desventajas en el ámbito educativo: No se aprende o se aprende menos que de manera presencial; falta de seguimiento al aprendizaje; falta de capacidad técnica o habilidad pedagógica de padres o tutores para transmitir conocimientos; exceso de carga académica y actividades escolares; condiciones poco adecuadas en casa, y falta de convivencia con amistades y compañeros.

Todo un desafío el impacto del Covid-19 en la vida cotidiana, pero prioritario tendría que ser el plano educativo y de formación profesional, porque -como la advertido la ONU- podríamos estar frente a una “catástrofe generacional” al ampliarse las desigualdades y perder un gran potencial humano.

PERCEPCIÓN

Acertada decisión del gobierno estatal de operar 62 Unidades Médicas Móviles para detección de casos Covid-19 y cortar las cadenas de contagio. Han aplicado más de 8 mil 350 pruebas.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC


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