/ lunes 13 de septiembre de 2021

#TodoComunica | El poder de la Legislatura mexiquense

Desde 1942, luego del asesinato del gobernador, Alfredo Zárate Albarrán y la designación de Isidro Fabela Alfaro -directamente por el entonces presidente de la República, Manuel Ávila Camacho-, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha mantenido el Poder Ejecutivo, y durante 79 años ha equilibrado los intereses de los grupos locales y nacionales para mantener ese poder.

En el año 2000, con la primera alternancia en la Presidencia de la República por el triunfo de Vicente Fox Quesada (PAN), el PRI mexiquense perdió la directriz de Palacio Nacional (o la extinta residencia oficial de “Los Pinos”), pero generó un frente de contención a Fox: El gobernador, Arturo Montiel Rojas, impulsó la creación de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), y detonó una interlocución distinta con el poder presidencial. Ahora Conago se encuentra prácticamente extinta.

Los 17 gobernadores -electos y sustitutos- de la entidad han creado, desaparecido y reconformado las redes de poder ampliadas más allá de la élite priista. “El gobierno de Isidro Fabela tuvo como gran herencia el logro de relacionar al PRI a los caciques locales, así como de reclutar liderazgos en la entidad. Dichos caciques se encargarían de mantener a las élites gobernantes, fortaleciendo su influencia en primer término en el estado, y en segundo en las decisiones de los miembros de las élites nacionales”, explica Abigail Morales Gómez, en su ensayo: “Las élites gobernantes priistas del Estado de México”.

Ahora, en el año 2023 -luego de 81 años de control priista-, la entidad vivirá la posibilidad de una alternancia en la gubernatura y, con ello, la probabilidad de que surja una nueva élite gobernante, sin que signifique el rompimiento de las relaciones de poder creadas en casi ocho décadas, porque -como explica Morales Gómez- “los vínculos obedecen mucho más a sus redes que a la pertenencia de un grupo, pues la pertenencia de un individuo a un partido político no establece sus acciones ni determina su posición dentro de las élites. Son sus relaciones personales las que le permiten mantenerse o incorporarse a las élites gubernamentales”.

Y es ahí -en las relaciones personales- donde podría entenderse el valor de la LXI Legislatura del Estado de México, porque si bien Morena mantiene la mayoría con 29 espacios, el bloque formado por el PRI y los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), significa -hasta este momento- 37 votos y, sobre todo, la posibilidad de reestructurar las redes de poder con miras a la sucesión de la gubernatura en el año 2023.

¿Qué cálculos tendrán en Palacio Nacional?

PERCEPCIÓN

La designación del gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, como embajador de México en España, muestra el Poder Presidencial para el control político… incluso de la “oposición”.

Desde 1942, luego del asesinato del gobernador, Alfredo Zárate Albarrán y la designación de Isidro Fabela Alfaro -directamente por el entonces presidente de la República, Manuel Ávila Camacho-, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha mantenido el Poder Ejecutivo, y durante 79 años ha equilibrado los intereses de los grupos locales y nacionales para mantener ese poder.

En el año 2000, con la primera alternancia en la Presidencia de la República por el triunfo de Vicente Fox Quesada (PAN), el PRI mexiquense perdió la directriz de Palacio Nacional (o la extinta residencia oficial de “Los Pinos”), pero generó un frente de contención a Fox: El gobernador, Arturo Montiel Rojas, impulsó la creación de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), y detonó una interlocución distinta con el poder presidencial. Ahora Conago se encuentra prácticamente extinta.

Los 17 gobernadores -electos y sustitutos- de la entidad han creado, desaparecido y reconformado las redes de poder ampliadas más allá de la élite priista. “El gobierno de Isidro Fabela tuvo como gran herencia el logro de relacionar al PRI a los caciques locales, así como de reclutar liderazgos en la entidad. Dichos caciques se encargarían de mantener a las élites gobernantes, fortaleciendo su influencia en primer término en el estado, y en segundo en las decisiones de los miembros de las élites nacionales”, explica Abigail Morales Gómez, en su ensayo: “Las élites gobernantes priistas del Estado de México”.

Ahora, en el año 2023 -luego de 81 años de control priista-, la entidad vivirá la posibilidad de una alternancia en la gubernatura y, con ello, la probabilidad de que surja una nueva élite gobernante, sin que signifique el rompimiento de las relaciones de poder creadas en casi ocho décadas, porque -como explica Morales Gómez- “los vínculos obedecen mucho más a sus redes que a la pertenencia de un grupo, pues la pertenencia de un individuo a un partido político no establece sus acciones ni determina su posición dentro de las élites. Son sus relaciones personales las que le permiten mantenerse o incorporarse a las élites gubernamentales”.

Y es ahí -en las relaciones personales- donde podría entenderse el valor de la LXI Legislatura del Estado de México, porque si bien Morena mantiene la mayoría con 29 espacios, el bloque formado por el PRI y los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), significa -hasta este momento- 37 votos y, sobre todo, la posibilidad de reestructurar las redes de poder con miras a la sucesión de la gubernatura en el año 2023.

¿Qué cálculos tendrán en Palacio Nacional?

PERCEPCIÓN

La designación del gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, como embajador de México en España, muestra el Poder Presidencial para el control político… incluso de la “oposición”.