/ lunes 29 de junio de 2020

#TodoComunica | Enfermedad en la 4T

El poder genera locura, puede provocar que se pierdan los sentidos o la claridad de pensamiento, pero también pueden darse casos de real enfermedad mientras se ejerce el poder. Lo grave, cuando eso ocurre, es que se pueden afectar los procesos de gobierno.

La responsabilidad del poder muchas veces se desvanece conforme aumenta su ejercicio, escribió Bárbara Tuchman, quien fue historiadora, periodista y escritora y ganadora del Premio Pullitzer en dos ocasiones. “La estupidez, la fuente del autoengaño, es un factor que desempeña un papel notablemente grande en el gobierno. Consiste en evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas, mientras se ignora o rechaza todo signo contrario”. Eso es la insensatez en el ejercicio del poder y del gobierno, explicó Tuchman en su obra “La marcha de la locura: la sinrazón desde Troya hasta Vietnam” (1985).

Pero no sólo afecta a quienes tienen la responsabilidad directa de administrar lo público, la enfermedad se extiende a quienes les rodean, y pueden padecer la “embriaguez del poder”, de acuerdo con David Owen, en su obra “En el poder y en la enfermedad”.

Parece que en esta época de la 4T ya hay varios enfermos. Un caso concreto: el “académico” John Ackerman, esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, a quienes se les descubrieron una serie de propiedades presuntamente adquiridas con poca claridad.

Luego del deplorable -e inédito- ataque al secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (CDMX), Omar García Harfuch, el ciudadano Ackerman equiparó a quienes ejercen el periodismo en México, como “contracara” de los sicarios del narcotráfico. En un tuit, donde se muestran algunas imágenes previas al atentado, Ackerman expresó: “Este video demuestra que el ataque contra @OHarfuch fue una acción coordinada del crimen organizado en contra del gobierno de @Claudiashein y la #4T. Los sicarios del narco son la contracara del sicariato mediático. Buscan desestabilizar a toda cosa” (sic).

Ante ello, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) expresó su “profunda preocupación por cualquier caracterización de las y los periodistas mexicanos como ‘sicarios’” y advirtió que nuestro país es uno de los más violentos para la prensa en todo el mundo. “Dicho lenguaje es irresponsable y expone aún más a la prensa en un contexto de incesante violencia e impunidad”, subrayó el comité.

¿Será “embriaguez de poder” o se trata de eliminar contrapesos que observen el ejercicio del poder?

PERCEPCIÓN

Es irreversible: aún con un alto número de contagios, se regresa a la actividad.

Docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Presidente de la Academia de Periodismo y Comunicación Social de la Somegem.

Twitter: @RJoyaC

El poder genera locura, puede provocar que se pierdan los sentidos o la claridad de pensamiento, pero también pueden darse casos de real enfermedad mientras se ejerce el poder. Lo grave, cuando eso ocurre, es que se pueden afectar los procesos de gobierno.

La responsabilidad del poder muchas veces se desvanece conforme aumenta su ejercicio, escribió Bárbara Tuchman, quien fue historiadora, periodista y escritora y ganadora del Premio Pullitzer en dos ocasiones. “La estupidez, la fuente del autoengaño, es un factor que desempeña un papel notablemente grande en el gobierno. Consiste en evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas, mientras se ignora o rechaza todo signo contrario”. Eso es la insensatez en el ejercicio del poder y del gobierno, explicó Tuchman en su obra “La marcha de la locura: la sinrazón desde Troya hasta Vietnam” (1985).

Pero no sólo afecta a quienes tienen la responsabilidad directa de administrar lo público, la enfermedad se extiende a quienes les rodean, y pueden padecer la “embriaguez del poder”, de acuerdo con David Owen, en su obra “En el poder y en la enfermedad”.

Parece que en esta época de la 4T ya hay varios enfermos. Un caso concreto: el “académico” John Ackerman, esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, a quienes se les descubrieron una serie de propiedades presuntamente adquiridas con poca claridad.

Luego del deplorable -e inédito- ataque al secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (CDMX), Omar García Harfuch, el ciudadano Ackerman equiparó a quienes ejercen el periodismo en México, como “contracara” de los sicarios del narcotráfico. En un tuit, donde se muestran algunas imágenes previas al atentado, Ackerman expresó: “Este video demuestra que el ataque contra @OHarfuch fue una acción coordinada del crimen organizado en contra del gobierno de @Claudiashein y la #4T. Los sicarios del narco son la contracara del sicariato mediático. Buscan desestabilizar a toda cosa” (sic).

Ante ello, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) expresó su “profunda preocupación por cualquier caracterización de las y los periodistas mexicanos como ‘sicarios’” y advirtió que nuestro país es uno de los más violentos para la prensa en todo el mundo. “Dicho lenguaje es irresponsable y expone aún más a la prensa en un contexto de incesante violencia e impunidad”, subrayó el comité.

¿Será “embriaguez de poder” o se trata de eliminar contrapesos que observen el ejercicio del poder?

PERCEPCIÓN

Es irreversible: aún con un alto número de contagios, se regresa a la actividad.

Docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Presidente de la Academia de Periodismo y Comunicación Social de la Somegem.

Twitter: @RJoyaC