/ lunes 16 de mayo de 2022

#TodoComunica | La generación de la resistencia y no de "cristal"

Los testimonios históricos muestran que las quejas en torno a los jóvenes son permanentes. En la visión romana, la juventud era “la fase de la vida en la cual el individuo o adolescente se preparaba para una participación integral en la sociedad y duraba hasta que la persona estaba definitivamente aceptada a través de una serie de responsabilidades y rasgos dentro de esa sociedad”.

Alejandro Bancalari Molina -especialista chileno en historia-, en su artículo: “La problemática de la juventud en la sociedad romana: propuesta de enfoques para su estudio”, expone las diferentes fases en las cuales se desarrollaba la juventud.

Otras obras reflejan el desencanto en torno a las juventudes: alumnos aburridos que se inventan cualquier excusa con tal de no asistir a clases, padres que procuran para sus hijos la mejor educación posible, adolescentes que asaltan despensas y cuya "voracidad aterra” a sus familiares.

Ahora está la etiqueta de “generación de cristal”, para referir a quienes nacieron luego del año 2000. Con edades entre los 11 y 22 años, han crecido en un entorno tecnológico “abrumador”, que les permite acceder a información que hace 30 años no era posible obtener con facilidad. Su vida cotidiana se extiende a través de las redes socio-digitales, de manera que conocen nuevas experiencias y acceden a “mundos lejanos”.

Se les caracteriza como: carentes de tolerancia a la crítica; se frustran rápidamente; inestables emocionalmente; sufren de inseguridad; adictos a la tecnología con habilidades audiovisuales; “desconocen” la importancia de los libros y no tienen interés en la cultura; no tienen noción del tiempo; necesitan reconocimiento social, aunque muestran baja autoestima; son sensibles a situaciones cotidianas; tienden a la melancolía y se victimizan frecuentemente.

Con casi 20 años de profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México, he observado los cambios y considero un exceso llamarles “de cristal”, porque en todo caso, nosotros -como docentes y familias- somos corresponsables, pero ¿es malo poner límites? Porque eso hace esta generación.

Habría que llamarla: “generación de la resistencia” que quiere cambiar comportamientos -aceptados y alentados- que no nos han hecho una mejor sociedad. La nueva generación está contra los abusos y expresa sus emociones con transparencia. Se oponen al patrón de “vivir para trabajar” y rechazan malos tratos, abusos y violencia, tanto en el ámbito laboral como familiar.

El desafío real es aprenderles y acompañarlos, recordando el proverbio africano que dice: “para educar a un niño hace falta la tribu entera”, y lo que no nos guste, finalmente es resultado de la formación que les hemos dado.

PERCEPCIÓN

Que 41 mil 521 docentes pidan su jubilación para no lidiar con la nueva “reforma educativa” de la 4T no es buena señal.

Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC


Los testimonios históricos muestran que las quejas en torno a los jóvenes son permanentes. En la visión romana, la juventud era “la fase de la vida en la cual el individuo o adolescente se preparaba para una participación integral en la sociedad y duraba hasta que la persona estaba definitivamente aceptada a través de una serie de responsabilidades y rasgos dentro de esa sociedad”.

Alejandro Bancalari Molina -especialista chileno en historia-, en su artículo: “La problemática de la juventud en la sociedad romana: propuesta de enfoques para su estudio”, expone las diferentes fases en las cuales se desarrollaba la juventud.

Otras obras reflejan el desencanto en torno a las juventudes: alumnos aburridos que se inventan cualquier excusa con tal de no asistir a clases, padres que procuran para sus hijos la mejor educación posible, adolescentes que asaltan despensas y cuya "voracidad aterra” a sus familiares.

Ahora está la etiqueta de “generación de cristal”, para referir a quienes nacieron luego del año 2000. Con edades entre los 11 y 22 años, han crecido en un entorno tecnológico “abrumador”, que les permite acceder a información que hace 30 años no era posible obtener con facilidad. Su vida cotidiana se extiende a través de las redes socio-digitales, de manera que conocen nuevas experiencias y acceden a “mundos lejanos”.

Se les caracteriza como: carentes de tolerancia a la crítica; se frustran rápidamente; inestables emocionalmente; sufren de inseguridad; adictos a la tecnología con habilidades audiovisuales; “desconocen” la importancia de los libros y no tienen interés en la cultura; no tienen noción del tiempo; necesitan reconocimiento social, aunque muestran baja autoestima; son sensibles a situaciones cotidianas; tienden a la melancolía y se victimizan frecuentemente.

Con casi 20 años de profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México, he observado los cambios y considero un exceso llamarles “de cristal”, porque en todo caso, nosotros -como docentes y familias- somos corresponsables, pero ¿es malo poner límites? Porque eso hace esta generación.

Habría que llamarla: “generación de la resistencia” que quiere cambiar comportamientos -aceptados y alentados- que no nos han hecho una mejor sociedad. La nueva generación está contra los abusos y expresa sus emociones con transparencia. Se oponen al patrón de “vivir para trabajar” y rechazan malos tratos, abusos y violencia, tanto en el ámbito laboral como familiar.

El desafío real es aprenderles y acompañarlos, recordando el proverbio africano que dice: “para educar a un niño hace falta la tribu entera”, y lo que no nos guste, finalmente es resultado de la formación que les hemos dado.

PERCEPCIÓN

Que 41 mil 521 docentes pidan su jubilación para no lidiar con la nueva “reforma educativa” de la 4T no es buena señal.

Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC