/ lunes 2 de agosto de 2021

#TodoComunica | La urgencia del presidente

Ante la urgencia de que la sociedad perciba que la gestión de la pandemia por COVID-19 ha sido la adecuada, el gobierno insiste en la necesidad de impulsar un regreso a clases presenciales, pero las cifras de contagios indican que el escenario no es el más adecuado.

Este fin de semana se registraron 18 mil 809 nuevos casos de COVID-19 y 447 defunciones, por lo que México se ubica como el cuarto país del mundo con más muertes por la enfermedad, detrás de Estados Unidos, Brasil e India. Cinco entidades del país ya registran entre 54 y 100 por ciento de ocupación hospitalaria; además de que se ha roto el mito de que las y los jóvenes no son susceptibles de contagios.

A pesar de ello, el gobierno federal y -como marca la disciplina política- muchas entidades del país, han acatado la “indicación” del presidente, Andrés Manuel López Obrador: “llueva, truene o relampaguee, habrá clases presenciales en agosto”.

En mayo pasado, la Secretaría de Educación Pública anunció que el regreso a las clases presenciales sería de manera voluntaria, cauta, gradual y escalonada; sin embargo, en julio el presidente apresuró -en la tradicional mañanera- el retorno a las escuelas.

Al presidente le urge “acreditar” que ha gestionado bien la pandemia de COVID-19 y una de las actividades que “normaliza” la vida es la escolar, aunque ello signifique -en estos momentos- una mayor pérdida de vidas humanas, porque muchos planteles educativos -particularmente del ámbito público- no tienen las condiciones óptimas para el retorno a las actividades presenciales.

¿Las escuelas tendrán los insumos y las prácticas que garanticen la aplicación de los protocolos sanitarios que eviten la propagación del virus? Termómetros para la toma de temperatura, gel antibacterial -con las características que garanticen su efectividad-, tapetes sanitizantes de calzado, ventilación y limpieza permanente y adecuada en las aulas e instalaciones, además de tener lo que tendría que ser habitual: agua y jabón suficientes para garantizar el lavado de manos y la higiene en los sanitarios. ¿Habrá los recursos económicos para ello?

Habría que añadir las prácticas personales para impedir contagios: uso obligatorio de cubrebocas, respeto a la sana distancia, lavado frecuente de manos y uso de gel antibacterial. Si eso ha dejado de garantizarse en espacios comerciales y oficinas públicas (donde los contagios han aumentado), imaginémonos en el transporte público para llegar a las escuelas.

Ojalá exista responsabilidad valiente de las autoridades para preservar la salud de la población - incluida la niñez y la juventud-, a pesar de la “urgencia presidencial”.

PERCEPCIÓN

Muy delicado el hecho de que se oculten los contagios en las oficinas del sector público por aparentar que todo está “normal”.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC

Ante la urgencia de que la sociedad perciba que la gestión de la pandemia por COVID-19 ha sido la adecuada, el gobierno insiste en la necesidad de impulsar un regreso a clases presenciales, pero las cifras de contagios indican que el escenario no es el más adecuado.

Este fin de semana se registraron 18 mil 809 nuevos casos de COVID-19 y 447 defunciones, por lo que México se ubica como el cuarto país del mundo con más muertes por la enfermedad, detrás de Estados Unidos, Brasil e India. Cinco entidades del país ya registran entre 54 y 100 por ciento de ocupación hospitalaria; además de que se ha roto el mito de que las y los jóvenes no son susceptibles de contagios.

A pesar de ello, el gobierno federal y -como marca la disciplina política- muchas entidades del país, han acatado la “indicación” del presidente, Andrés Manuel López Obrador: “llueva, truene o relampaguee, habrá clases presenciales en agosto”.

En mayo pasado, la Secretaría de Educación Pública anunció que el regreso a las clases presenciales sería de manera voluntaria, cauta, gradual y escalonada; sin embargo, en julio el presidente apresuró -en la tradicional mañanera- el retorno a las escuelas.

Al presidente le urge “acreditar” que ha gestionado bien la pandemia de COVID-19 y una de las actividades que “normaliza” la vida es la escolar, aunque ello signifique -en estos momentos- una mayor pérdida de vidas humanas, porque muchos planteles educativos -particularmente del ámbito público- no tienen las condiciones óptimas para el retorno a las actividades presenciales.

¿Las escuelas tendrán los insumos y las prácticas que garanticen la aplicación de los protocolos sanitarios que eviten la propagación del virus? Termómetros para la toma de temperatura, gel antibacterial -con las características que garanticen su efectividad-, tapetes sanitizantes de calzado, ventilación y limpieza permanente y adecuada en las aulas e instalaciones, además de tener lo que tendría que ser habitual: agua y jabón suficientes para garantizar el lavado de manos y la higiene en los sanitarios. ¿Habrá los recursos económicos para ello?

Habría que añadir las prácticas personales para impedir contagios: uso obligatorio de cubrebocas, respeto a la sana distancia, lavado frecuente de manos y uso de gel antibacterial. Si eso ha dejado de garantizarse en espacios comerciales y oficinas públicas (donde los contagios han aumentado), imaginémonos en el transporte público para llegar a las escuelas.

Ojalá exista responsabilidad valiente de las autoridades para preservar la salud de la población - incluida la niñez y la juventud-, a pesar de la “urgencia presidencial”.

PERCEPCIÓN

Muy delicado el hecho de que se oculten los contagios en las oficinas del sector público por aparentar que todo está “normal”.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC