/ lunes 23 de marzo de 2020

#TodoComunica | Más de la mitad no puede aislarse

Se tuvo que poner un alto. Repentinamente el mundo tuvo que detenerse. Paró el movimiento de personas y mercancías. Las noticias sobre enfermos confirmados y personas que han muerto por el Covid-19 o “coronavirus” empezaron a multiplicarse. Un problema que parecía lejano llegó todo el mundo y las fronteras debieron cerrarse.

Las calles empezaron a verse vacías y los encuentros con amigos, conocidos, familiares, por trabajo, negocios o placer, se limitaron hasta cero. “Creo que por las condiciones y el coronavirus, lo prudente sería postergar nuestro encuentro”, empezó a ser una frase recurrente. El miedo se ha apoderado de nosotros, el temor a ser contagiados ahora determina mucho de lo que hacemos.

Suspensión de clases, de actividades productivas, espectáculos y eventos sociales, es ahora “lo normal”. Y aquí estamos, la mayoría encerrados en casa, recibiendo noticias de todo tipo, cadenas por redes sociodigitales que advierten lo que puede provocar el virus identificado en Wuhan, China –donde ya no hay enfermos-, e incluso remedios para evitar el contagio –como tomar agua con limón (que no sirve, lo mejor es lavarse las manos); entrevistas de especialistas y hasta memes y videos del ocio y la desesperación por no estar afuera.

En pocos minutos se reciben más mensajes que antes. Cadenas o intentos de tendencias para recordarnos que este aislamiento es temporal y que puede ser divertido. Se limpia y se vuelve a limpiar el hogar, con fe para que el virus no entre; desinfectantes a la entrada de la casa para el calzado, tapetes y jergas que se lavan y re-lavan para que el virus se mantenga alejado.

Compras de pánico –de mucho papel de baño, por el impulso de imitar, aunque sea lo menos efectivo contra el virus-, ya no hay tantas verduras en los supermercados, ni arroz, frijol y lenteja, porque es lo que más puede preservarse; pero también hay muchas personas que no pueden detenerse ni cumplir con la recomendación de “Susana Distancia” –el personaje de dibujo que crearon las autoridades para recordarnos que debemos estar alejados, los unos de los otros.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) 56.3 por ciento de la Población Económicamente Activa se encuentra en la informalidad; por ello, no pueden aislarse ni detener su actividad, porque –como decía mi Mamá- “quien no trabaja, no come”, porque “viven al día”. Quienes tienen un puesto en la calle, un pequeño negocio o venden recorriendo la ciudad, no pueden parar. Ninguna de esas personas puede encerrarse en su casa. ¿A ellos quién les ayuda?

PERCEPCIÓN

Cambió la estrategia de comunicación del gobernador, Alfredo Del Mazo Maza. La crisis sacudió. Esperemos que haya buen resultado.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC / Instagram: joya.ricardo11

Se tuvo que poner un alto. Repentinamente el mundo tuvo que detenerse. Paró el movimiento de personas y mercancías. Las noticias sobre enfermos confirmados y personas que han muerto por el Covid-19 o “coronavirus” empezaron a multiplicarse. Un problema que parecía lejano llegó todo el mundo y las fronteras debieron cerrarse.

Las calles empezaron a verse vacías y los encuentros con amigos, conocidos, familiares, por trabajo, negocios o placer, se limitaron hasta cero. “Creo que por las condiciones y el coronavirus, lo prudente sería postergar nuestro encuentro”, empezó a ser una frase recurrente. El miedo se ha apoderado de nosotros, el temor a ser contagiados ahora determina mucho de lo que hacemos.

Suspensión de clases, de actividades productivas, espectáculos y eventos sociales, es ahora “lo normal”. Y aquí estamos, la mayoría encerrados en casa, recibiendo noticias de todo tipo, cadenas por redes sociodigitales que advierten lo que puede provocar el virus identificado en Wuhan, China –donde ya no hay enfermos-, e incluso remedios para evitar el contagio –como tomar agua con limón (que no sirve, lo mejor es lavarse las manos); entrevistas de especialistas y hasta memes y videos del ocio y la desesperación por no estar afuera.

En pocos minutos se reciben más mensajes que antes. Cadenas o intentos de tendencias para recordarnos que este aislamiento es temporal y que puede ser divertido. Se limpia y se vuelve a limpiar el hogar, con fe para que el virus no entre; desinfectantes a la entrada de la casa para el calzado, tapetes y jergas que se lavan y re-lavan para que el virus se mantenga alejado.

Compras de pánico –de mucho papel de baño, por el impulso de imitar, aunque sea lo menos efectivo contra el virus-, ya no hay tantas verduras en los supermercados, ni arroz, frijol y lenteja, porque es lo que más puede preservarse; pero también hay muchas personas que no pueden detenerse ni cumplir con la recomendación de “Susana Distancia” –el personaje de dibujo que crearon las autoridades para recordarnos que debemos estar alejados, los unos de los otros.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) 56.3 por ciento de la Población Económicamente Activa se encuentra en la informalidad; por ello, no pueden aislarse ni detener su actividad, porque –como decía mi Mamá- “quien no trabaja, no come”, porque “viven al día”. Quienes tienen un puesto en la calle, un pequeño negocio o venden recorriendo la ciudad, no pueden parar. Ninguna de esas personas puede encerrarse en su casa. ¿A ellos quién les ayuda?

PERCEPCIÓN

Cambió la estrategia de comunicación del gobernador, Alfredo Del Mazo Maza. La crisis sacudió. Esperemos que haya buen resultado.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC / Instagram: joya.ricardo11