/ lunes 1 de agosto de 2022

#TodoComunica | ¿Para qué quieren gobernar?


La inseguridad, la situación económica, el desempleo, la educación -impactada notablemente por la pandemia por COVID-19-, el transporte público, la dotación de servicios básicos (con intervención de las autoridades municipales), la emergencia -recientemente declarada- por la carencia de agua, las demandas de servicios de salud, los feminicidios, la infraestructura carretera, las condiciones para promover la inversión y la generación de empleos, son algunos de los problemas más significativos que constituirán su agenda diaria.

A partir del 16 de septiembre de 2023, quien sea gobernadora o gobernador del Estado de México tendrá la responsabilidad de establecer las políticas, los planes, programas, estrategias y acciones que permitan resolver los rezagos y problemas que vivimos en la entidad.

Decidirá -en muchos aspectos- sobre la vida cotidiana de más de 17 millones de personas de todos los niveles socioeconómicos. Sus determinaciones impactarán en el avance -o retraso- de la entidad más poblada de México y sus repercusiones trascenderán al país e incluso, en algunos casos, podrían influir en el ámbito internacional, considerando el valor del territorio mexiquense.

Deberá tener la capacidad para dialogar con las diferentes fuerzas políticas, con las autoridades de los tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal, y los poderes Legislativo y Judicial.

Todo ello reclamará mucha experiencia, pero también -hablando en el ideal- esa persona deberá tener visión y sensibilidad para atender las demandas sociales, y templanza, que consiste en actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con moderación o continencia para evitar daños, dificultades e inconvenientes.

Quien asuma la responsabilidad deberá caracterizarse por su honradez y honestidad -cualidades fundamentales- para evitar actos de corrupción y desvíos en su comportamiento, que -eventualmente- pudieran provocar daños al patrimonio público. Por ello, deberíamos analizar quién cumple con las características para desempeñar correctamente el cargo.

Ahora, la discusión es ¿quién podría ser candidata o candidato? Técnicamente cualquiera podría serlo; sin embargo, habría que analizar los perfiles, en función de los resultados que obtuvieron en tareas anteriores, pero también sería importante escudriñar sus motivaciones y valores que les distinguen, porque -como todos los seres humanos- tienen sus historiales luminosos y sombríos.

¿Para qué quieren gobernar? Podría ser la pregunta de fondo.

PERCEPCIÓN

En educación, el reporte “Dos años después. Salvando a una generación” elaborado con el auspicio del Banco Mundial, UNICEF y UNESCO, indica que “la pandemia ha tenido un gran impacto en los resultados de aprendizaje y el desarrollo de competencias” en América Latina y el Caribe, particularmente en términos de lectoescritura y competencias aritméticas.

Profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC


La inseguridad, la situación económica, el desempleo, la educación -impactada notablemente por la pandemia por COVID-19-, el transporte público, la dotación de servicios básicos (con intervención de las autoridades municipales), la emergencia -recientemente declarada- por la carencia de agua, las demandas de servicios de salud, los feminicidios, la infraestructura carretera, las condiciones para promover la inversión y la generación de empleos, son algunos de los problemas más significativos que constituirán su agenda diaria.

A partir del 16 de septiembre de 2023, quien sea gobernadora o gobernador del Estado de México tendrá la responsabilidad de establecer las políticas, los planes, programas, estrategias y acciones que permitan resolver los rezagos y problemas que vivimos en la entidad.

Decidirá -en muchos aspectos- sobre la vida cotidiana de más de 17 millones de personas de todos los niveles socioeconómicos. Sus determinaciones impactarán en el avance -o retraso- de la entidad más poblada de México y sus repercusiones trascenderán al país e incluso, en algunos casos, podrían influir en el ámbito internacional, considerando el valor del territorio mexiquense.

Deberá tener la capacidad para dialogar con las diferentes fuerzas políticas, con las autoridades de los tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal, y los poderes Legislativo y Judicial.

Todo ello reclamará mucha experiencia, pero también -hablando en el ideal- esa persona deberá tener visión y sensibilidad para atender las demandas sociales, y templanza, que consiste en actuar o hablar de forma cautelosa y justa, con moderación o continencia para evitar daños, dificultades e inconvenientes.

Quien asuma la responsabilidad deberá caracterizarse por su honradez y honestidad -cualidades fundamentales- para evitar actos de corrupción y desvíos en su comportamiento, que -eventualmente- pudieran provocar daños al patrimonio público. Por ello, deberíamos analizar quién cumple con las características para desempeñar correctamente el cargo.

Ahora, la discusión es ¿quién podría ser candidata o candidato? Técnicamente cualquiera podría serlo; sin embargo, habría que analizar los perfiles, en función de los resultados que obtuvieron en tareas anteriores, pero también sería importante escudriñar sus motivaciones y valores que les distinguen, porque -como todos los seres humanos- tienen sus historiales luminosos y sombríos.

¿Para qué quieren gobernar? Podría ser la pregunta de fondo.

PERCEPCIÓN

En educación, el reporte “Dos años después. Salvando a una generación” elaborado con el auspicio del Banco Mundial, UNICEF y UNESCO, indica que “la pandemia ha tenido un gran impacto en los resultados de aprendizaje y el desarrollo de competencias” en América Latina y el Caribe, particularmente en términos de lectoescritura y competencias aritméticas.

Profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC