/ lunes 21 de octubre de 2019

#TodoComunica / Silencios y decisiones


En comunicación todos los espacios se ocupan, no hay espacios vacíos. Incluso el silencio es un mensaje, pero tiene un riesgo: el vacío que deja se puede llenar con rumores, sobre todo ahora que existen las redes sociales, donde se generan mensajes simultáneos y vertiginosos.

Mantenerse quieto y aplicar la “política del avestruz” nunca es sano. Me explico: cuando el avestruz localiza un foco de peligro (como la presencia de un depredador) se agacha y coloca su cabeza pegada a la tierra, para evitar que su largo cuello la haga visible y sea presa fácil.

Esa práctica en las instituciones públicas -y sobre todo en una situación de crisis- nunca es una medida eficiente y eficaz. Así lo acreditan los hechos ocurridos la semana pasada en Culiacán, Sinaloa, cuando se detuvo –de forma “accidentada”- a Ovidio Guzmán López, el hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán, y que provocaron ocho muertes, 16 personas lesionadas y un número indeterminado de destrozos, además de una situación de amenaza para la población civil de esa localidad.

Los primeros datos se divulgaron en las redes sociales, cuando la población reportó las balaceras y transmitió imágenes de delincuentes organizados y armados con equipo de alto poder, que disparaban y recorrían las calles de la capital de Sinaloa. Todo inició a las 15:30 horas.

Entre esos datos y la primera versión oficial –un video en el que habló el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño-, transcurrieron cinco horas. Dijo que todo comenzó cuando 30 elementos de la Guardia Nacional y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), fueron atacados desde una vivienda durante un patrullaje de rutina.

Al día siguiente, en su “mañanera”, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, explicó que se trató de un operativo para cumplir una orden de aprehensión con fines de extradición de Guzmán López, aunque no precisó si se pensaba extraditarlo a Estados Unidos. Una hora más tarde, el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval González, afirmó que la Policía Ministerial actuó de manera precipitada y con deficiente planeación.

Se “tuvo que” liberar al hijo del narcotraficante. El presidente explicó: “se tornó muy difícil la situación y estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos y se decidió proteger la vida de las personas, y yo estuve de acuerdo con eso, porque no se trata de masacres. Ya eso ya se terminó. No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”.

Es evidente que no hubo inteligencia para planear, ejecutar y menos para comunicar, pero ante las circunstancias provocadas parece que la decisión fue correcta. ¿Habrá costos que pagar?

PERCEPCIÓN

Cada 40 segundos una persona se quita la vida. El suicidio no es tema menor y no se ve que las instituciones actúen proactivamente para reducir el problema.

@RJoyaC


En comunicación todos los espacios se ocupan, no hay espacios vacíos. Incluso el silencio es un mensaje, pero tiene un riesgo: el vacío que deja se puede llenar con rumores, sobre todo ahora que existen las redes sociales, donde se generan mensajes simultáneos y vertiginosos.

Mantenerse quieto y aplicar la “política del avestruz” nunca es sano. Me explico: cuando el avestruz localiza un foco de peligro (como la presencia de un depredador) se agacha y coloca su cabeza pegada a la tierra, para evitar que su largo cuello la haga visible y sea presa fácil.

Esa práctica en las instituciones públicas -y sobre todo en una situación de crisis- nunca es una medida eficiente y eficaz. Así lo acreditan los hechos ocurridos la semana pasada en Culiacán, Sinaloa, cuando se detuvo –de forma “accidentada”- a Ovidio Guzmán López, el hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán, y que provocaron ocho muertes, 16 personas lesionadas y un número indeterminado de destrozos, además de una situación de amenaza para la población civil de esa localidad.

Los primeros datos se divulgaron en las redes sociales, cuando la población reportó las balaceras y transmitió imágenes de delincuentes organizados y armados con equipo de alto poder, que disparaban y recorrían las calles de la capital de Sinaloa. Todo inició a las 15:30 horas.

Entre esos datos y la primera versión oficial –un video en el que habló el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño-, transcurrieron cinco horas. Dijo que todo comenzó cuando 30 elementos de la Guardia Nacional y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), fueron atacados desde una vivienda durante un patrullaje de rutina.

Al día siguiente, en su “mañanera”, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, explicó que se trató de un operativo para cumplir una orden de aprehensión con fines de extradición de Guzmán López, aunque no precisó si se pensaba extraditarlo a Estados Unidos. Una hora más tarde, el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval González, afirmó que la Policía Ministerial actuó de manera precipitada y con deficiente planeación.

Se “tuvo que” liberar al hijo del narcotraficante. El presidente explicó: “se tornó muy difícil la situación y estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos y se decidió proteger la vida de las personas, y yo estuve de acuerdo con eso, porque no se trata de masacres. Ya eso ya se terminó. No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”.

Es evidente que no hubo inteligencia para planear, ejecutar y menos para comunicar, pero ante las circunstancias provocadas parece que la decisión fue correcta. ¿Habrá costos que pagar?

PERCEPCIÓN

Cada 40 segundos una persona se quita la vida. El suicidio no es tema menor y no se ve que las instituciones actúen proactivamente para reducir el problema.

@RJoyaC