/ lunes 7 de marzo de 2022

#TodoComunican | Institucionalidad mexiquense

La disciplina mexiquense, también llamada “institucionalidad”, es una de las características que más se atesora en los tiempos actuales. Partidos y personas políticas esperan “las señales” para mostrar su postura ante la próxima elección de la gubernatura. El sector oficial, la iniciativa privada y la llamada “oposición”, mantienen la expectativa para saber hacia dónde se inclinará la balanza en la lucha política, que gradualmente sube de tono y ritmo en el Estado de México.

La clase política -entendida como las personas involucradas en la toma de decisiones económicas, sociales, educativas y hasta culturales- continúa en la especulación sobre quién gobernará la entidad más poblada del país los siguientes seis años, a partir de 2023.

En su evaluación “acá entre nos”, reconocen que los resultados no han sido los mejores: la inseguridad prevalece en la mayor parte de la entidad; la calidad de la educación ha descendido, en buena medida por la pandemia y porque el modelo está agotado; la alta inversión y productividad -que caracterizó al Estado de México durante años- se encuentra en niveles preocupantes; los feminicidios continúan; el transporte es ineficiente e inseguro, y la corrupción y la impunidad no terminan.

Aunque la “oposición” -encabezada por Morena- ya controló el Poder Legislativo y la mayoría de los 125 municipios mexiquenses, no hubo decisiones de fondo para mejorar la vida de la mayoría de la población. Salvo algunas “resistencias mediáticas” a los presupuestos de 2021 y 2022, enviados por el gobernador, finalmente “se lograron” los acuerdos necesarios y todo siguió igual… o peor.

En Morena, las patadas bajo la mesa están a la orden del día, aunque saben que el gran elector será el huésped de Palacio Nacional, les guste o no. En el PAN ni siquiera hacen el esfuerzo por construir un escenario democrático, porque su candidato único ya superó a la estructura partidista.

En el otrora “partidazo”, como le llamaban sus militantes al PRI, existen varias personas que aspiran, pero nadie lo expresa abiertamente con sinceridad y franqueza, porque la normatividad electoral los podría dejar en riesgo y, sobre todo, romperían la disciplina de esperar las señales de quien manda… aunque no queda bien claro de dónde vendrán.

Quienes desean la gubernatura siguen haciendo rounds de sombra frente a “oponentes” que, quizá, no les interesa ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo, sino ganar otros beneficios en las negociaciones que harán.

En ese contexto, al final de las prioridades, la ciudadanía solamente es considerada como un montón de votos. Mientras tanto, los problemas reales y cotidianos continúan.

PERCEPCIÓN

La Universidad Autónoma del Estado de México gradualmente mejora su desempeño financiero, a partir de la austeridad y la disciplina de su comunidad.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC


--

La disciplina mexiquense, también llamada “institucionalidad”, es una de las características que más se atesora en los tiempos actuales. Partidos y personas políticas esperan “las señales” para mostrar su postura ante la próxima elección de la gubernatura. El sector oficial, la iniciativa privada y la llamada “oposición”, mantienen la expectativa para saber hacia dónde se inclinará la balanza en la lucha política, que gradualmente sube de tono y ritmo en el Estado de México.

La clase política -entendida como las personas involucradas en la toma de decisiones económicas, sociales, educativas y hasta culturales- continúa en la especulación sobre quién gobernará la entidad más poblada del país los siguientes seis años, a partir de 2023.

En su evaluación “acá entre nos”, reconocen que los resultados no han sido los mejores: la inseguridad prevalece en la mayor parte de la entidad; la calidad de la educación ha descendido, en buena medida por la pandemia y porque el modelo está agotado; la alta inversión y productividad -que caracterizó al Estado de México durante años- se encuentra en niveles preocupantes; los feminicidios continúan; el transporte es ineficiente e inseguro, y la corrupción y la impunidad no terminan.

Aunque la “oposición” -encabezada por Morena- ya controló el Poder Legislativo y la mayoría de los 125 municipios mexiquenses, no hubo decisiones de fondo para mejorar la vida de la mayoría de la población. Salvo algunas “resistencias mediáticas” a los presupuestos de 2021 y 2022, enviados por el gobernador, finalmente “se lograron” los acuerdos necesarios y todo siguió igual… o peor.

En Morena, las patadas bajo la mesa están a la orden del día, aunque saben que el gran elector será el huésped de Palacio Nacional, les guste o no. En el PAN ni siquiera hacen el esfuerzo por construir un escenario democrático, porque su candidato único ya superó a la estructura partidista.

En el otrora “partidazo”, como le llamaban sus militantes al PRI, existen varias personas que aspiran, pero nadie lo expresa abiertamente con sinceridad y franqueza, porque la normatividad electoral los podría dejar en riesgo y, sobre todo, romperían la disciplina de esperar las señales de quien manda… aunque no queda bien claro de dónde vendrán.

Quienes desean la gubernatura siguen haciendo rounds de sombra frente a “oponentes” que, quizá, no les interesa ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo, sino ganar otros beneficios en las negociaciones que harán.

En ese contexto, al final de las prioridades, la ciudadanía solamente es considerada como un montón de votos. Mientras tanto, los problemas reales y cotidianos continúan.

PERCEPCIÓN

La Universidad Autónoma del Estado de México gradualmente mejora su desempeño financiero, a partir de la austeridad y la disciplina de su comunidad.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Twitter: @RJoyaC


--