/ martes 5 de abril de 2022

Vida Pública | 100 días de administración municipal


Al fin de la semana que corre habrán transcurrido los primeros 100 días de gobierno de los 125 ayuntamientos mexiquenses, y de sus respectivas administraciones públicas municipales. La mayoría de ellos “ya dieron color” del talante y del talento que caracterizará a sus integrantes, las personas presidentas municipales, síndicas y regidoras. Pasada la efervescencia de su llegada, en los siguientes días se irá diluyendo también la complacencia ciudadana; la gente irá siendo más crítica, exigente y demandante, por lo que es oportuno que los integrantes de los cabildos tengan presente que los gobernados esperan de ellos, servicios que se pueden evaluar de manera precisa, palpable y transparente; que si se abocan a lograrlo serán catalogados como buenas y buenos gobernantes, y en el futuro podrán merecer la confianza de la ciudadanía y el respaldo del electorado.

En lo social, que abarca lo educativo, los ciudadanos exigen lo que merecen sus niñas y niños en edad escolar: sanitarios dignos, limpios, equipados, funcionales, dotados de agua potable en todas las escuelas del municipio, así como acceso libre y seguro a Internet en todo el plantel. Nada más, pues lo tocante a los docentes, autoridades y contenidos curriculares compete a otros órdenes de gobierno. Cumpliendo esos mínimos exigidos, los ayuntamientos asegurarían su paso a la historia en la vida de sus municipios. Complementariamente, pueden ocuparse de contribuir a mantener la infraestructura hospitalaria en su territorio y a gestionar el buen flujo de información y de apoyos que fluyan de los programas sociales de los gobiernos federal y estatal.

En seguridad, los ayuntamientos deben lograr que la percepción en su municipio supere el 70 por ciento; es decir, que al menos 70 de cada 100 vecinos aseguren que viven con seguridad; subrayadamente, las mujeres, sin importar la hora del día o el sitio donde se encuentren; y que más de la mitad confíe en su policía municipal, que reconozca que dicha policía atiende su llamado y ayuda a resolver problemas; y que los ciudadanos sepan que toda falta o conducta reprobable, todo problema que surja, y que atente contra la convivencia armoniosa, puede ser atendido por la autoridad municipal (juez cívico u oficial calificador), de modo que quien “la haga, la pague” (nunca con dinero, para cerrar la llave de la corrupción, sino con trabajo en favor de la comunidad), de modo que no haya delito o mala conducta sin penalización por parte de las autoridades.

En economía, a los ayuntamientos se les exige poco: que asuman su función -que no es la de controlar, sino de facilitar la actividad económica-, y que aprovechen sus facultades reglamentarias y la tecnología para reducir a unas horas la tramitación del Dictamen de GIRO, el cual pueden aprovechar como una herramienta al servicio de los emprendedores, no como instrumento para la recaudación inmediata de recursos líquidos, sino como vínculo de confianza entre gobernante y gobierno, que hará mutuamente frutífera y rentable la actividad económica en el mediano y largo plazos, para beneficio de la comunidad en su conjunto.

Finalmente, en lo que corresponde a la gestión del territorio, los ayuntamientos pueden aprovechar el tesoro que tienen escondido; escondido detrás de polvosas computadoras, anacrónicas bases de datos y de una cartografía desactualizada, porque ahí yace la información para obtener una enorme riqueza que no solo daría recursos públicos propios por la vía del cobro y recuperación del impuesto predial y del derecho del servicio de agua potable, sino la principal fuente de información para gobernar plenamente su municipio: conocer qué ocurre y para qué se aprovecha cada predio y cada centímetro cuadrado del territorio de gobiernan, para tomar las mejores decisiones, controlar -aquí sí- la expansión urbana, la disponibilidad de recursos naturales y proteger el ambiente.

Se escribe fácil, y no lo es, pero reflexionar en los primeros 100 días de trabajo va a precaver a los cabildos en su conjunto, si están aprovechando el escaso tiempo en lo que a la gente más importa, y para que en el tiempo restante no dejen de voltear a ver si se ocupan de lo que a la gente preocupa.

@HuicocheaAlanis


Al fin de la semana que corre habrán transcurrido los primeros 100 días de gobierno de los 125 ayuntamientos mexiquenses, y de sus respectivas administraciones públicas municipales. La mayoría de ellos “ya dieron color” del talante y del talento que caracterizará a sus integrantes, las personas presidentas municipales, síndicas y regidoras. Pasada la efervescencia de su llegada, en los siguientes días se irá diluyendo también la complacencia ciudadana; la gente irá siendo más crítica, exigente y demandante, por lo que es oportuno que los integrantes de los cabildos tengan presente que los gobernados esperan de ellos, servicios que se pueden evaluar de manera precisa, palpable y transparente; que si se abocan a lograrlo serán catalogados como buenas y buenos gobernantes, y en el futuro podrán merecer la confianza de la ciudadanía y el respaldo del electorado.

En lo social, que abarca lo educativo, los ciudadanos exigen lo que merecen sus niñas y niños en edad escolar: sanitarios dignos, limpios, equipados, funcionales, dotados de agua potable en todas las escuelas del municipio, así como acceso libre y seguro a Internet en todo el plantel. Nada más, pues lo tocante a los docentes, autoridades y contenidos curriculares compete a otros órdenes de gobierno. Cumpliendo esos mínimos exigidos, los ayuntamientos asegurarían su paso a la historia en la vida de sus municipios. Complementariamente, pueden ocuparse de contribuir a mantener la infraestructura hospitalaria en su territorio y a gestionar el buen flujo de información y de apoyos que fluyan de los programas sociales de los gobiernos federal y estatal.

En seguridad, los ayuntamientos deben lograr que la percepción en su municipio supere el 70 por ciento; es decir, que al menos 70 de cada 100 vecinos aseguren que viven con seguridad; subrayadamente, las mujeres, sin importar la hora del día o el sitio donde se encuentren; y que más de la mitad confíe en su policía municipal, que reconozca que dicha policía atiende su llamado y ayuda a resolver problemas; y que los ciudadanos sepan que toda falta o conducta reprobable, todo problema que surja, y que atente contra la convivencia armoniosa, puede ser atendido por la autoridad municipal (juez cívico u oficial calificador), de modo que quien “la haga, la pague” (nunca con dinero, para cerrar la llave de la corrupción, sino con trabajo en favor de la comunidad), de modo que no haya delito o mala conducta sin penalización por parte de las autoridades.

En economía, a los ayuntamientos se les exige poco: que asuman su función -que no es la de controlar, sino de facilitar la actividad económica-, y que aprovechen sus facultades reglamentarias y la tecnología para reducir a unas horas la tramitación del Dictamen de GIRO, el cual pueden aprovechar como una herramienta al servicio de los emprendedores, no como instrumento para la recaudación inmediata de recursos líquidos, sino como vínculo de confianza entre gobernante y gobierno, que hará mutuamente frutífera y rentable la actividad económica en el mediano y largo plazos, para beneficio de la comunidad en su conjunto.

Finalmente, en lo que corresponde a la gestión del territorio, los ayuntamientos pueden aprovechar el tesoro que tienen escondido; escondido detrás de polvosas computadoras, anacrónicas bases de datos y de una cartografía desactualizada, porque ahí yace la información para obtener una enorme riqueza que no solo daría recursos públicos propios por la vía del cobro y recuperación del impuesto predial y del derecho del servicio de agua potable, sino la principal fuente de información para gobernar plenamente su municipio: conocer qué ocurre y para qué se aprovecha cada predio y cada centímetro cuadrado del territorio de gobiernan, para tomar las mejores decisiones, controlar -aquí sí- la expansión urbana, la disponibilidad de recursos naturales y proteger el ambiente.

Se escribe fácil, y no lo es, pero reflexionar en los primeros 100 días de trabajo va a precaver a los cabildos en su conjunto, si están aprovechando el escaso tiempo en lo que a la gente más importa, y para que en el tiempo restante no dejen de voltear a ver si se ocupan de lo que a la gente preocupa.

@HuicocheaAlanis