/ miércoles 25 de octubre de 2017

Vida Pública

En los últimos 35 años, 800 millones de personas dejaron atrás la pobreza. Nunca antes en la historia de la humanidad había ocurrido en tan poco tiempo tal milagro y, a riesgo de que parezca exagerado, desde ese punto de vista, habría que señalar que se trata de un logro único de la civilización; sobre todo si tenemos en cuenta que el extraordinario país que lo ha llevado a cabo, China, se ha planteado lo que ninguna otra nación se ha propuesto con seriedad: suprimir totalmente la pobreza en su territorio en tan sólo unos meses más, en 2020.

La economía de China ha pasado de la etapa de crecimiento acelerado a la de un desarrollo de alta calidad.

Ha sido un logro de gigantescas proporciones; es casi ocho veces la población completa de nuestro país. Es, sin duda, un ejemplar y útil ejercicio que bien valdría la pena estudiar con mayor detenimiento y, si no adoptar, adaptar, en la medida de lo posible, a nuestra realidad, para resolver la sobrevivencia de millones de nuestros semejantes que en nuestro país padecen la calamidad de la pobreza.

En su admirable afán, la semana pasada se llevó a cabo el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino y así, el socialismo con peculiaridades chinas ha determinado entrar en una nueva era.

En el evento se trazó un plan de desarrollo de dos etapas para el periodo de 2020 a mediados del siglo XXI a fin de convertir China en un "gran país socialista moderno". En la primera etapa, que se extenderá de 2020 a 2035, toda su sociedad gozará de un nivel de vida “modestamente acomodado”. En 15 años más, hacia la mitad del siglo, se convertirá en “un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y hermoso”.

Ese desarrollo económico, no sin complicaciones, ha aumentado, además de las necesidades materiales y culturales, las exigencias de su sociedad, de democracia, imperio de la ley, equidad y justicia, de seguridad y de un mejor medio ambiente.

Al respecto de tales desafíos, los chinos han decretado que las puertas de China al exterior no se cerrarán, sino que se abrirán cada vez más. Lo que implica que flexibilizará en gran medida las restricciones al acceso al mercado, ampliará la apertura al exterior del sector servicios y protegerá los derechos e intereses legales de los inversores extranjeros.

En paralelo, establecerá agencias reguladoras que se encargarán de administrar los activos estatales en recursos naturales y supervisar los ecosistemas naturales, así como implantar un sistema de reservas naturales, y cuidado de la calidad y nivel de vida de las personas.

Muy relevante tener presente que China ha determinado que jamás aspirará a la hegemonía, ni practicará la expansión, sea cual sea su grado de desarrollo.

Tras haber dado un irrefrenable impulso a la lucha contra la corrupción, el “PCCH está decidido a derrotarla por goleada”, pues sabe que dicho cáncer es la mayor amenaza que sobre él se cierne. Rubro del que ya reportan números y casos impresionantes por la cantidad y, sobre todo, por la severidad y rigorismo de la aplicación de sanciones, sobre todo sobre servidores públicos culpables de corrupción.

Los muchos y muy impresionantes logros que la gigante China ha alcanzado y en el pasado reciente y en el presente, son la principal razón para pensar con seriedad que logrará lo que se ha propuesto para el futuro próximo. Cada día vemos y cada día veremos más, que lo que allá ocurra impactará, crecientemente, nuestra vida cotidiana.

 

@HuicocheaAlanis

En los últimos 35 años, 800 millones de personas dejaron atrás la pobreza. Nunca antes en la historia de la humanidad había ocurrido en tan poco tiempo tal milagro y, a riesgo de que parezca exagerado, desde ese punto de vista, habría que señalar que se trata de un logro único de la civilización; sobre todo si tenemos en cuenta que el extraordinario país que lo ha llevado a cabo, China, se ha planteado lo que ninguna otra nación se ha propuesto con seriedad: suprimir totalmente la pobreza en su territorio en tan sólo unos meses más, en 2020.

La economía de China ha pasado de la etapa de crecimiento acelerado a la de un desarrollo de alta calidad.

Ha sido un logro de gigantescas proporciones; es casi ocho veces la población completa de nuestro país. Es, sin duda, un ejemplar y útil ejercicio que bien valdría la pena estudiar con mayor detenimiento y, si no adoptar, adaptar, en la medida de lo posible, a nuestra realidad, para resolver la sobrevivencia de millones de nuestros semejantes que en nuestro país padecen la calamidad de la pobreza.

En su admirable afán, la semana pasada se llevó a cabo el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino y así, el socialismo con peculiaridades chinas ha determinado entrar en una nueva era.

En el evento se trazó un plan de desarrollo de dos etapas para el periodo de 2020 a mediados del siglo XXI a fin de convertir China en un "gran país socialista moderno". En la primera etapa, que se extenderá de 2020 a 2035, toda su sociedad gozará de un nivel de vida “modestamente acomodado”. En 15 años más, hacia la mitad del siglo, se convertirá en “un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y hermoso”.

Ese desarrollo económico, no sin complicaciones, ha aumentado, además de las necesidades materiales y culturales, las exigencias de su sociedad, de democracia, imperio de la ley, equidad y justicia, de seguridad y de un mejor medio ambiente.

Al respecto de tales desafíos, los chinos han decretado que las puertas de China al exterior no se cerrarán, sino que se abrirán cada vez más. Lo que implica que flexibilizará en gran medida las restricciones al acceso al mercado, ampliará la apertura al exterior del sector servicios y protegerá los derechos e intereses legales de los inversores extranjeros.

En paralelo, establecerá agencias reguladoras que se encargarán de administrar los activos estatales en recursos naturales y supervisar los ecosistemas naturales, así como implantar un sistema de reservas naturales, y cuidado de la calidad y nivel de vida de las personas.

Muy relevante tener presente que China ha determinado que jamás aspirará a la hegemonía, ni practicará la expansión, sea cual sea su grado de desarrollo.

Tras haber dado un irrefrenable impulso a la lucha contra la corrupción, el “PCCH está decidido a derrotarla por goleada”, pues sabe que dicho cáncer es la mayor amenaza que sobre él se cierne. Rubro del que ya reportan números y casos impresionantes por la cantidad y, sobre todo, por la severidad y rigorismo de la aplicación de sanciones, sobre todo sobre servidores públicos culpables de corrupción.

Los muchos y muy impresionantes logros que la gigante China ha alcanzado y en el pasado reciente y en el presente, son la principal razón para pensar con seriedad que logrará lo que se ha propuesto para el futuro próximo. Cada día vemos y cada día veremos más, que lo que allá ocurra impactará, crecientemente, nuestra vida cotidiana.

 

@HuicocheaAlanis