/ miércoles 13 de febrero de 2019

Vida Pública


El gobernador en la encrucijada

La cohabitación con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, coloca a los gobernadores en la encrucijada de la colaboración o la confrontación. Difícil posición la de pasar por alto agravios de antaño, en el afán de servir a la ciudadanía, y colaborar con quien a lo largo de casi dos décadas, se dedicó a defenestrar no sólo a los regímenes anteriores, sino a personas cercanas y bien queridas por los gobernadores, o ceder a la tentación de rebatir al Ejecutivo federal en sus atentados en contra de decisiones y acciones de gobiernos anteriores, con las que ha emprendido la destrucción -llamada transformación-, desde la base, de un modelo de país que aspiraba al equilibrio entre poderes y ámbitos de gobierno, para convertirlo en un nuevo orden de cosas donde imperará la verticalidad con mando unipersonal, y ubica al presidente en el centro del escenario.

Condicionados por los pocos años que restan a sus períodos de gobierno, así como por la ancestral dependencia financiera respecto del gobierno federal, aunque con diferencias de matiz, pareciera que los ejecutivos locales, en general, se han plegado a la voluntad presidencial, aunque eso pueda agraviar a sus bases sociales y electorales, que si bien lucen diezmadas y minoritarias, son sus más sólidos apoyos y las principales fuentes de legitimidad de sus gobiernos.

En el caso concreto de nuestro gobernador, la fotografía publicada el 22 de enero, en la que aparece compartiendo los alimentos con el presidente, en un sencillo restaurante de Atlacomulco, es la síntesis de eventos en los que el presidente pidió aplauso para el mandatario local, las públicas expresiones de solidaridad con motivo del lamentable fallecimiento del papá del gobernador, y las repetidas visitas a la entidad, todas ellas, muestras de una sana empatía entre ambos personajes que puede festejarse, en la medida que derive en beneficios para los mexiquenses. \u0009

Pero la posición política estratégica que habrá de asumir, va más allá de las habilidades y el “don de gente” del que hace gala el gobernador en su trato personal, siempre educado y de buenas maneras. La posición política estratégica es el conjunto de decisiones y acciones orientadas a alcanzar sus objetivos políticos; para el caso de quien gobierna, es posible presumir que esa posición estratégica debe dirigirse a ejercer un gobierno de excelentes resultados; que sea promotor del desarrollo económico y social, que resulte beneficioso para la gente, promueva la igualdad de oportunidades respaldando a los más vulnerables, y que amplíe tanto como sea necesario la base social del gobierno que encabeza y personifica Alfredo Del Mazo, de suerte que su desempeño y sus alcances sean la plataforma sobre la que su partido y, sobre todo, su legado al frente del gobierno, se proyecten hacia el futuro, traducido en triunfos electorales en las dos citas comiciales por venir para su partido y, de la mano de eso, alcanzar a trascender personal y políticamente.

Una posición política estratégica como esa requiere, ciertamente, de civilidad en la convivencia entre gobernantes, pero también de realismo, pues inevitablemente las dos fuerzas a las que pertenecen habrán de enfrentarse en el terreno electoral. Desde esa perspectiva es deseable una posición política que, si bien refleje articulación de esfuerzos, permita distinguir y evaluar el respectivo desempeño; que los gobernados identifiquemos y evaluemos el desempeño de cada gobernante. En el delicado asunto de la seguridad pública, por ejemplo, el gobernador tiene la oportunidad de -al tiempo de continuar coordinando la presencia de los efectivos federales en la entidad, concentrados en enfrentar a la delincuencia organizada- hacer de la policía estatal un cuerpo disciplinado que facilite la armonía, que atienda oportunamente los conflictos de la convivencia social para evitar que escalen a crímenes, y que prevenga los delitos más numerosos y frecuentes, los que molestan a más mexiquenses.

Así, colaborar y diferenciarse no sólo es posible, sino deseable; hacerlo así no sólo será estratégico para el gobernador, sino útil para todos.

@HuicocheaAlanis


El gobernador en la encrucijada

La cohabitación con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, coloca a los gobernadores en la encrucijada de la colaboración o la confrontación. Difícil posición la de pasar por alto agravios de antaño, en el afán de servir a la ciudadanía, y colaborar con quien a lo largo de casi dos décadas, se dedicó a defenestrar no sólo a los regímenes anteriores, sino a personas cercanas y bien queridas por los gobernadores, o ceder a la tentación de rebatir al Ejecutivo federal en sus atentados en contra de decisiones y acciones de gobiernos anteriores, con las que ha emprendido la destrucción -llamada transformación-, desde la base, de un modelo de país que aspiraba al equilibrio entre poderes y ámbitos de gobierno, para convertirlo en un nuevo orden de cosas donde imperará la verticalidad con mando unipersonal, y ubica al presidente en el centro del escenario.

Condicionados por los pocos años que restan a sus períodos de gobierno, así como por la ancestral dependencia financiera respecto del gobierno federal, aunque con diferencias de matiz, pareciera que los ejecutivos locales, en general, se han plegado a la voluntad presidencial, aunque eso pueda agraviar a sus bases sociales y electorales, que si bien lucen diezmadas y minoritarias, son sus más sólidos apoyos y las principales fuentes de legitimidad de sus gobiernos.

En el caso concreto de nuestro gobernador, la fotografía publicada el 22 de enero, en la que aparece compartiendo los alimentos con el presidente, en un sencillo restaurante de Atlacomulco, es la síntesis de eventos en los que el presidente pidió aplauso para el mandatario local, las públicas expresiones de solidaridad con motivo del lamentable fallecimiento del papá del gobernador, y las repetidas visitas a la entidad, todas ellas, muestras de una sana empatía entre ambos personajes que puede festejarse, en la medida que derive en beneficios para los mexiquenses. \u0009

Pero la posición política estratégica que habrá de asumir, va más allá de las habilidades y el “don de gente” del que hace gala el gobernador en su trato personal, siempre educado y de buenas maneras. La posición política estratégica es el conjunto de decisiones y acciones orientadas a alcanzar sus objetivos políticos; para el caso de quien gobierna, es posible presumir que esa posición estratégica debe dirigirse a ejercer un gobierno de excelentes resultados; que sea promotor del desarrollo económico y social, que resulte beneficioso para la gente, promueva la igualdad de oportunidades respaldando a los más vulnerables, y que amplíe tanto como sea necesario la base social del gobierno que encabeza y personifica Alfredo Del Mazo, de suerte que su desempeño y sus alcances sean la plataforma sobre la que su partido y, sobre todo, su legado al frente del gobierno, se proyecten hacia el futuro, traducido en triunfos electorales en las dos citas comiciales por venir para su partido y, de la mano de eso, alcanzar a trascender personal y políticamente.

Una posición política estratégica como esa requiere, ciertamente, de civilidad en la convivencia entre gobernantes, pero también de realismo, pues inevitablemente las dos fuerzas a las que pertenecen habrán de enfrentarse en el terreno electoral. Desde esa perspectiva es deseable una posición política que, si bien refleje articulación de esfuerzos, permita distinguir y evaluar el respectivo desempeño; que los gobernados identifiquemos y evaluemos el desempeño de cada gobernante. En el delicado asunto de la seguridad pública, por ejemplo, el gobernador tiene la oportunidad de -al tiempo de continuar coordinando la presencia de los efectivos federales en la entidad, concentrados en enfrentar a la delincuencia organizada- hacer de la policía estatal un cuerpo disciplinado que facilite la armonía, que atienda oportunamente los conflictos de la convivencia social para evitar que escalen a crímenes, y que prevenga los delitos más numerosos y frecuentes, los que molestan a más mexiquenses.

Así, colaborar y diferenciarse no sólo es posible, sino deseable; hacerlo así no sólo será estratégico para el gobernador, sino útil para todos.

@HuicocheaAlanis