/ miércoles 27 de marzo de 2019

Vida Pública


Ingenuos ante la estupidez

Y de repente ya nadie critica la muy probablemente corrupta decisión del gobierno federal de cancelar la alianza energética con Alemania a favor de energías limpias, para comprar cientos de miles de toneladas de carbón a un senador de Morena; y de pronto todos dejaron de hablar de la insensata persistencia del presidente para nombrar en la Comisión Reguladora de Energía a personas notoriamente discapacitadas para cumplir mínimamente su función; como si ya se hubiera resuelto, ni los más agudos analistas parecen darse cuenta de que el mes pasado fue de los más mortíferos de las últimas décadas y la inseguridad empeora; y tal pareciera que ya no tendrá costosísimos efectos ambientales, económicos y sociales la cancelación de la obra aeropuertaria más relevante de la historia. Todo eso ha quedado atrás, pues políticos, analistas y ciudadanos en general, no pueden contenerse ante la apetitosa oportunidad de exhibir la más reciente estupidez pronunciada por Andrés Manuel López Obrador, sin caer en cuenta de que, inteligentemente, éste los utiliza, una vez más, para expandir una nube de humo que, al disiparse, como ocurrirá, se llevará consigo, muchas cuentas pendientes que ya acumula el mal Gobierno de la República.

Ingenuos, políticos, ciudadanos y hasta mentes brillantes como la del exitosísimo escritor Arturo Pérez-Reverte, una y otra vez, muerden el polvo que con disciplinada constancia reparte el político de Macuspana, dejando sentir su embrutecedor efecto mágico con el que atrae y llena de vacío la agenda pública nacional, que debería hervir de temas relevantes para el país, mismos que pasan a segundo término.

Quienes se van con la finta, los que no resisten la tentación de criticar los aparentes errores de AMLO, parecen no advertir que llenar el espacio público de una discusión vacía de contenido, es la fuente de poder político y mediático de Andrés Manuel. Da la impresión de que, a quienes obsesiona hacerlo tambalear y debilitar su amplísimo e irreflexivo respaldo social, no se han dado cuenta de que, lo que deben hacer, es lo único que no han hecho: ignorarlo, no hacerle caso.

“A partir de que AMLO habla, todos hablan de lo que él habló”, describe Emilio Lezama, lo cual está provocando que, lo dicho por él se confunda con lo que sucede en la realidad, lo que no menciona, pareciera no existir; de ese modo, López es el “gatekeeper”, el editor que decide qué información merece ser tratada y cuál no, de suerte que aquello a lo que no es afecto, le incomoda, o que no ha sido atendido, simplemente lo excluye y así genera la percepción de que el asunto ha sido resuelto. Y en caso de emergencia, como el de la rechifla beisbolera, recurre al estrambotismo tropical, a una declaración disruptiva.

Si el presidente de la República es un irresponsable, como lo es, los demás no deberíamos ser tan ingenuos, y empezar por interrumpir el monólogo con el que AMLO gobierna, que es un método del marketing, y con las herramientas de la comunicación (el silencio ante la estulticia y la llamada de atención a favor de la razón) y sobre todo, con los instrumentos jurídicos de que disponemos, forzarlo a razonar en público, a gobernar democrátciamente, no por medio de conferencias demagógicas, sino en el diálogo republicano, que consiste en el intercambio de argumentos en un Estado Constitucional y Democrático de Derecho. Eso empieza por dejar de reaccionar a la voz presidencial y, por medio de recursos políticos pero, sobre todo jurídicos -sobre los cuales valdrá la pena profundizar en proxima colaboración- conminar al Ejecutivo a responder razonablemente todo lo que ha dejado al garete. Siendo la comunicativa, la fuente de su poder político, hay que silenciarla para terminar su efecto perverso, y reconducirlo para que empiece a gobernar con criterios razonables de la democracia.

@HuicocheaAlanis


Ingenuos ante la estupidez

Y de repente ya nadie critica la muy probablemente corrupta decisión del gobierno federal de cancelar la alianza energética con Alemania a favor de energías limpias, para comprar cientos de miles de toneladas de carbón a un senador de Morena; y de pronto todos dejaron de hablar de la insensata persistencia del presidente para nombrar en la Comisión Reguladora de Energía a personas notoriamente discapacitadas para cumplir mínimamente su función; como si ya se hubiera resuelto, ni los más agudos analistas parecen darse cuenta de que el mes pasado fue de los más mortíferos de las últimas décadas y la inseguridad empeora; y tal pareciera que ya no tendrá costosísimos efectos ambientales, económicos y sociales la cancelación de la obra aeropuertaria más relevante de la historia. Todo eso ha quedado atrás, pues políticos, analistas y ciudadanos en general, no pueden contenerse ante la apetitosa oportunidad de exhibir la más reciente estupidez pronunciada por Andrés Manuel López Obrador, sin caer en cuenta de que, inteligentemente, éste los utiliza, una vez más, para expandir una nube de humo que, al disiparse, como ocurrirá, se llevará consigo, muchas cuentas pendientes que ya acumula el mal Gobierno de la República.

Ingenuos, políticos, ciudadanos y hasta mentes brillantes como la del exitosísimo escritor Arturo Pérez-Reverte, una y otra vez, muerden el polvo que con disciplinada constancia reparte el político de Macuspana, dejando sentir su embrutecedor efecto mágico con el que atrae y llena de vacío la agenda pública nacional, que debería hervir de temas relevantes para el país, mismos que pasan a segundo término.

Quienes se van con la finta, los que no resisten la tentación de criticar los aparentes errores de AMLO, parecen no advertir que llenar el espacio público de una discusión vacía de contenido, es la fuente de poder político y mediático de Andrés Manuel. Da la impresión de que, a quienes obsesiona hacerlo tambalear y debilitar su amplísimo e irreflexivo respaldo social, no se han dado cuenta de que, lo que deben hacer, es lo único que no han hecho: ignorarlo, no hacerle caso.

“A partir de que AMLO habla, todos hablan de lo que él habló”, describe Emilio Lezama, lo cual está provocando que, lo dicho por él se confunda con lo que sucede en la realidad, lo que no menciona, pareciera no existir; de ese modo, López es el “gatekeeper”, el editor que decide qué información merece ser tratada y cuál no, de suerte que aquello a lo que no es afecto, le incomoda, o que no ha sido atendido, simplemente lo excluye y así genera la percepción de que el asunto ha sido resuelto. Y en caso de emergencia, como el de la rechifla beisbolera, recurre al estrambotismo tropical, a una declaración disruptiva.

Si el presidente de la República es un irresponsable, como lo es, los demás no deberíamos ser tan ingenuos, y empezar por interrumpir el monólogo con el que AMLO gobierna, que es un método del marketing, y con las herramientas de la comunicación (el silencio ante la estulticia y la llamada de atención a favor de la razón) y sobre todo, con los instrumentos jurídicos de que disponemos, forzarlo a razonar en público, a gobernar democrátciamente, no por medio de conferencias demagógicas, sino en el diálogo republicano, que consiste en el intercambio de argumentos en un Estado Constitucional y Democrático de Derecho. Eso empieza por dejar de reaccionar a la voz presidencial y, por medio de recursos políticos pero, sobre todo jurídicos -sobre los cuales valdrá la pena profundizar en proxima colaboración- conminar al Ejecutivo a responder razonablemente todo lo que ha dejado al garete. Siendo la comunicativa, la fuente de su poder político, hay que silenciarla para terminar su efecto perverso, y reconducirlo para que empiece a gobernar con criterios razonables de la democracia.

@HuicocheaAlanis