/ miércoles 10 de abril de 2019

Vida Pública

Reforma a la UAEM, ni tan, tan; ni muy, muy

Siempre se presentan iniciativas en la Cámara de Diputados, “en ocasiones, hasta algunas buenas”, diría un prestigiado legislador mexiquense. La iniciativa de reforma a nuestra UAEM presentada por el grupo parlamentario de Morena, es una de las malas, pero tampoco es para “poner el grito en el cielo”, como decían nuestras madres y sus antecesoras.

Además de ser un planteamiento defectuoso y, por lo tanto, corregible en el proceso legislativo, hay que tener presentes 5 consideraciones.

Primera, la Universidad Autónoma del Estado de México actualmente es un organismo púbico descentralizado del Estado con personalidad jurídica y patrimonio propios, dotado de plena autonomía en su régimen interior, en todo lo concerniente a sus aspectos académico, técnico, de gobierno, administrativo y económico.

Segunda, nada de eso, en sus letras, plantea modificar la polémica iniciativa morenista.

Tercera, lo incendiario del planteamiento de Morena radica en tocar lo intocable: pretende cambiar los procesos de elección del rector y de los directores de los planteles universitarios. Sobre este punto, vale la pena precisar que el único dogma que existe en un régimen democrático, es que no existen dogmas; es decir que, así sea un despropósito, no está de más revisar si el proceso vigente de selección -que no elección- de quienes deben cumplir esas nobles responsabilidades, es el adecuado.

Cuarta, aunque la iniciativa de Morena parece dirigida a cortar las cabezas del rector actual y de directores de los planteles en funciones, harían bien los abogados universitarios en invitarlos a permanecer con serenidad, pues eso no es posible. No pueden suprimir de ese modo sus encargos, ya que los referidos están protegidos por sus derechos humanos, por la autonomía universitaria vigente, por la ley a cuyo amparo fueron electos o designados, por el principio de autogobierno ya citado que permanece en vigor, y que quedaría intocado incluso en el indeseable caso de ser aprobada la iniciativa de Morena, la que entraría en una contradicción que, al ser controvertida, obviamente, se resolvería en favor del orden jurídico actual.

Así vista, la iniciativa de reforma de la UAEM no parece tan, tan dañina; ni muy, muy amenazante. Haciendo gala de talante democrático, discutámosla en sociedad, vigilemos a los legisladores y exijamos prudencia de los diputados.

Y ya para terminar, ¿por qué no aprovechar el llamado de atención que las autoridades y la comunidad universitaria han logrado, hasta abrir como pocas veces el debate público en un asunto central para nuestra comunidad, para de una vez decidir un proceso, que no sea el maniatado que plantea Morena, pero sí mejor que el actual, que tampoco satisface a nadie? Aprovechemos la oportunidad para dejar de implementar juegos electorales aparentemente democráticos, e incorporar un procedimiento legítimo meritocrático, y por tanto genuinamente democrático, que de paso resuelva también el espinoso asunto de la duración de ese mandato, y lo sujete, más que a periodos, a logros que enriquezcan a la patria, ennoblezcan a la ciencia y enorgullezcan nuestro trabajo.

@HuicocheaAlanis

Reforma a la UAEM, ni tan, tan; ni muy, muy

Siempre se presentan iniciativas en la Cámara de Diputados, “en ocasiones, hasta algunas buenas”, diría un prestigiado legislador mexiquense. La iniciativa de reforma a nuestra UAEM presentada por el grupo parlamentario de Morena, es una de las malas, pero tampoco es para “poner el grito en el cielo”, como decían nuestras madres y sus antecesoras.

Además de ser un planteamiento defectuoso y, por lo tanto, corregible en el proceso legislativo, hay que tener presentes 5 consideraciones.

Primera, la Universidad Autónoma del Estado de México actualmente es un organismo púbico descentralizado del Estado con personalidad jurídica y patrimonio propios, dotado de plena autonomía en su régimen interior, en todo lo concerniente a sus aspectos académico, técnico, de gobierno, administrativo y económico.

Segunda, nada de eso, en sus letras, plantea modificar la polémica iniciativa morenista.

Tercera, lo incendiario del planteamiento de Morena radica en tocar lo intocable: pretende cambiar los procesos de elección del rector y de los directores de los planteles universitarios. Sobre este punto, vale la pena precisar que el único dogma que existe en un régimen democrático, es que no existen dogmas; es decir que, así sea un despropósito, no está de más revisar si el proceso vigente de selección -que no elección- de quienes deben cumplir esas nobles responsabilidades, es el adecuado.

Cuarta, aunque la iniciativa de Morena parece dirigida a cortar las cabezas del rector actual y de directores de los planteles en funciones, harían bien los abogados universitarios en invitarlos a permanecer con serenidad, pues eso no es posible. No pueden suprimir de ese modo sus encargos, ya que los referidos están protegidos por sus derechos humanos, por la autonomía universitaria vigente, por la ley a cuyo amparo fueron electos o designados, por el principio de autogobierno ya citado que permanece en vigor, y que quedaría intocado incluso en el indeseable caso de ser aprobada la iniciativa de Morena, la que entraría en una contradicción que, al ser controvertida, obviamente, se resolvería en favor del orden jurídico actual.

Así vista, la iniciativa de reforma de la UAEM no parece tan, tan dañina; ni muy, muy amenazante. Haciendo gala de talante democrático, discutámosla en sociedad, vigilemos a los legisladores y exijamos prudencia de los diputados.

Y ya para terminar, ¿por qué no aprovechar el llamado de atención que las autoridades y la comunidad universitaria han logrado, hasta abrir como pocas veces el debate público en un asunto central para nuestra comunidad, para de una vez decidir un proceso, que no sea el maniatado que plantea Morena, pero sí mejor que el actual, que tampoco satisface a nadie? Aprovechemos la oportunidad para dejar de implementar juegos electorales aparentemente democráticos, e incorporar un procedimiento legítimo meritocrático, y por tanto genuinamente democrático, que de paso resuelva también el espinoso asunto de la duración de ese mandato, y lo sujete, más que a periodos, a logros que enriquezcan a la patria, ennoblezcan a la ciencia y enorgullezcan nuestro trabajo.

@HuicocheaAlanis