/ miércoles 1 de abril de 2020

Vida Pública | Administración vs COVID-19


La acción social es vital para superar la pandemia que estamos atravesando y con creciente disciplina los ciudadanos la están haciendo sentir, la acción gubernamental, aunque tardía, ineficaz y tímida para muchos, empieza a desplegarse; ambas acciones forman la acción pública, esa fuerza transformadora que está viviendo dos desafíos simultáneos: el de salud y el económico, en un momento en el que nadie ni nada en el mundo, puede venir al rescate. Es la prueba más grande que enfrentaremos, y para ello debemos hacer, mejor que nunca: administración pública. Desde ese punto de vista, estamos ante una gran oportunidad.

Habida cuenta de que el sistema de salud pública federal ya había colapsado desde el segundo semestre de 2019, al tiempo que la economía nacional se desaceleró, se pasmó y se contrajo, la aparición de la pandemia del Coronavirus ha sorprendido a nuestro país en el peor momento, lo que a los ojos de la mayoría de los más serios especialistas presagia una crisis económica de gigantescas proporciones: “cuatro veces más grande que la de 2009”, según los cálculos financieros, “la más devastadora crisis de salud, desde la Revolución Mexicana”, conforme a la perspectiva histórica.

Para atenuar ambos efectos, se precisan acciones positivas efectivas, contundentes inmediatas, de corto y de mediano plazo (en estos momentos, no existe el largo plazo), que se apliquen simultáneamente en los ámbitos federal, estatal y municipal de la administración pública, además de las que debe poner en marcha la sociedad civil.

Académicos, especialistas, expertos que vivieron desde posiciones de decisión crisis económicas derivadas de los desastres naturales en México y el mundo, han sugerido, por ejemplo, al gobierno federal, no escatimar recursos financieros al sistema de salud y salvar a toda cosa y a todo costo, el mayor número de vidas humanas, lo cual significa hacer el mayor esfuerzo posible, así sea con retraso, de equipar y mejorar la infraestructura hospitalaria y todo tipo de recursos, incluyendo la recontratación de personal altamente especializado que fue cesado hace unos meses, por criterios de reducción del gasto. En lo económico, posponer -que no necesariamente cancelar- los proyectos de inversión de dudosa rentabilidad, concretamente el de la refinería en Tabasco y el Tren Maya -salvo quizá, la conectividad de Cancún con Mérida, único tramo que podría tener alguna rentabilidad-; y una muy agresiva política fiscal que permita a los empresarios salvar la mayor cantidad de empleos, en el contexto de un pacto de civilidad y solidaridad.

Para el ámbito local, para los gobiernos de los estados, han sugerido reforzar las estrategias para generalizar la aplicación de pruebas médicas para detectar el virus y vectorizar, es decir, trazar el mapa que permita aislar a cada persona que resulte portadora y su red de contactos físicos, para poder cercar y contener la expansión del virus; además de respaldar las actividades productivas formales e informales liberándolas de trámites costosos e innecesarios, y con los estímulos que tengan a la mano, aunque estos siempre serán limitados; y, muy importantemente, no desatender otros fenómenos sociales para evitar su desbordamiento, como el de la inseguridad y la violencia doméstica en contra de las mujeres.

A los gobiernos municipales, se les ha sugerido incrementar sus funciones de proximidad, notoriamente con base en personal de las policías, para que sean genuinos facilitadores de la vida en comunidad, además de procurar todo tipo de facilidades en el cobro de servicios públicos, sin dejar de aprovechar para lanzar promociones y descuentos que les generen ingresos propios a cambio de beneficios para los ciudadanos, lo que a la larga le permitirá continuar una relación entre gobierno y ciudadano sobre la base se la regularidad.

Este apretado resumen enlista pocas y quizá no las mejores propuestas, además de que no las describe con claridad, pero en la comunidad de servidores públicos, de académicos, de investigadores, profesores y alumnos, y de la comunidad en general, existe una gran riqueza de conocimientos y experiencias acumuladas, a las que el Instituto de Administración Pública del Estado de México abrirá un espacio de expresión, a efecto de acumularlas, sistematizarlas y presentarlas a los tomadores de decisión en los tres ámbitos de gobierno, hoy que México demanda más y mejor ejercicio de la administración pública.

@HuicocheaAlanis


La acción social es vital para superar la pandemia que estamos atravesando y con creciente disciplina los ciudadanos la están haciendo sentir, la acción gubernamental, aunque tardía, ineficaz y tímida para muchos, empieza a desplegarse; ambas acciones forman la acción pública, esa fuerza transformadora que está viviendo dos desafíos simultáneos: el de salud y el económico, en un momento en el que nadie ni nada en el mundo, puede venir al rescate. Es la prueba más grande que enfrentaremos, y para ello debemos hacer, mejor que nunca: administración pública. Desde ese punto de vista, estamos ante una gran oportunidad.

Habida cuenta de que el sistema de salud pública federal ya había colapsado desde el segundo semestre de 2019, al tiempo que la economía nacional se desaceleró, se pasmó y se contrajo, la aparición de la pandemia del Coronavirus ha sorprendido a nuestro país en el peor momento, lo que a los ojos de la mayoría de los más serios especialistas presagia una crisis económica de gigantescas proporciones: “cuatro veces más grande que la de 2009”, según los cálculos financieros, “la más devastadora crisis de salud, desde la Revolución Mexicana”, conforme a la perspectiva histórica.

Para atenuar ambos efectos, se precisan acciones positivas efectivas, contundentes inmediatas, de corto y de mediano plazo (en estos momentos, no existe el largo plazo), que se apliquen simultáneamente en los ámbitos federal, estatal y municipal de la administración pública, además de las que debe poner en marcha la sociedad civil.

Académicos, especialistas, expertos que vivieron desde posiciones de decisión crisis económicas derivadas de los desastres naturales en México y el mundo, han sugerido, por ejemplo, al gobierno federal, no escatimar recursos financieros al sistema de salud y salvar a toda cosa y a todo costo, el mayor número de vidas humanas, lo cual significa hacer el mayor esfuerzo posible, así sea con retraso, de equipar y mejorar la infraestructura hospitalaria y todo tipo de recursos, incluyendo la recontratación de personal altamente especializado que fue cesado hace unos meses, por criterios de reducción del gasto. En lo económico, posponer -que no necesariamente cancelar- los proyectos de inversión de dudosa rentabilidad, concretamente el de la refinería en Tabasco y el Tren Maya -salvo quizá, la conectividad de Cancún con Mérida, único tramo que podría tener alguna rentabilidad-; y una muy agresiva política fiscal que permita a los empresarios salvar la mayor cantidad de empleos, en el contexto de un pacto de civilidad y solidaridad.

Para el ámbito local, para los gobiernos de los estados, han sugerido reforzar las estrategias para generalizar la aplicación de pruebas médicas para detectar el virus y vectorizar, es decir, trazar el mapa que permita aislar a cada persona que resulte portadora y su red de contactos físicos, para poder cercar y contener la expansión del virus; además de respaldar las actividades productivas formales e informales liberándolas de trámites costosos e innecesarios, y con los estímulos que tengan a la mano, aunque estos siempre serán limitados; y, muy importantemente, no desatender otros fenómenos sociales para evitar su desbordamiento, como el de la inseguridad y la violencia doméstica en contra de las mujeres.

A los gobiernos municipales, se les ha sugerido incrementar sus funciones de proximidad, notoriamente con base en personal de las policías, para que sean genuinos facilitadores de la vida en comunidad, además de procurar todo tipo de facilidades en el cobro de servicios públicos, sin dejar de aprovechar para lanzar promociones y descuentos que les generen ingresos propios a cambio de beneficios para los ciudadanos, lo que a la larga le permitirá continuar una relación entre gobierno y ciudadano sobre la base se la regularidad.

Este apretado resumen enlista pocas y quizá no las mejores propuestas, además de que no las describe con claridad, pero en la comunidad de servidores públicos, de académicos, de investigadores, profesores y alumnos, y de la comunidad en general, existe una gran riqueza de conocimientos y experiencias acumuladas, a las que el Instituto de Administración Pública del Estado de México abrirá un espacio de expresión, a efecto de acumularlas, sistematizarlas y presentarlas a los tomadores de decisión en los tres ámbitos de gobierno, hoy que México demanda más y mejor ejercicio de la administración pública.

@HuicocheaAlanis