/ miércoles 7 de abril de 2021

Vida Pública |  Aumentemos la incidencia delictiva

Necesitamos mejorar a los cuerpos de policía, para aumentar la incidencia delictiva. Sí, así como se lee, es necesario que la policía trabaje mejor; gestione los conflictos cotidianos; reduzca la violencia doméstica; evite que las disputas conyugales o vecinales escalen hasta convertirse en delitos; se anticipe a la comisión de crímenes, previniéndolos y, cuando ocurran a pesar de todo lo anterior, investigándolos hasta esclarecerlos, y deteniendo a los culpables. Mejorar a la policía de esa manera traerá, entre muchos otros beneficios para nuestra vida en comunidad, un cambio trascendental, favorecerá la confianza de las personas en sus instituciones y logrará que las personas que, desafortunadamente, sean víctimas, adquieran la confianza de que algo bueno ocurrirá, que no se repetirá, que vale la pena ir a denunciar a los delincuentes ante la Fiscalía General de Justicia, pues tendrán la certeza de que su denuncia se investigará y, de ese modo, al crecer el número de denuncias presentadas ante la Fiscalía General de Justicia, aumente la incidencia delictiva.

La “incidencia delictiva” es una trampa del lenguaje administrativo. Es un concepto engañoso, pues, en primera instancia, a todos nos hace creer que significa el número de crímenes que inciden; es decir, que ocurren. Pero no es así, la “incidencia delictiva”, como la entienden las autoridades de procuración de justicia, significa el número de crímenes que son denunciados ante el Ministerio Público, dependiente de la Fiscalía General de Justicia. Eso significa que, los delitos que no son denunciados, no forman parte, no cuentan en la “incidencia delictiva”. El engaño sobreviene -muchas veces sin querer, pues incluso la mayoría de los servidores públicos desconoce este truco de la terminología burocrática- cuando un representante popular anuncia “la disminución de la incidencia delictiva”, pues no miente, pero lo que está diciendo es que la Fiscalía registró menos delitos, lo cual no necesariamente significa que hayan ocurrido menos crímenes. Decir que ha bajado la incidencia delictiva es, normalmente, una forma de mentir, diciendo la verdad.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) realiza periódicamente estudios que permiten dimensionar lo anterior. En 2019 ocurrieron en el país más de 33 millones 659 mil delitos, pero las fiscalías nada más registraron 7.6 por ciento de ellos. Eso significa que 33 millones 403 delitos no están contabilizados en la “incidencia delictiva”. El panorama es, ciertamente, desolador.

Por eso es urgente, indispensable, obligatorio, inexcusable e inaplazable, acelerar la mejora de las policías, de todas, con especial énfasis, porque cuentan con más elementos, son más numerosas, parecen más rezagadas y, sobre todo, son las más cercanas a las personas, las policías municipales. Un policía municipal suele ser el primer, el más frecuente y en muchos sitios el único, contacto de las personas con el Estado mexicano; y este tiene en la seguridad pública municipal la primera de sus obligaciones históricas, constitucionales y, sobre todo, éticas y, esta vez sí, hasta morales, con las personas. La seguridad de las personas es la razón de ser del Estado y del gobierno, por lo tanto, de la administración pública. En eso debemos trabajar los mexiquenses y los mexicanos de nuestra generación; mejorar a las policías para disminuir la violencia en nuestra convivencia, evitar los delitos y consolidar la confianza ciudadana, para lo cual hay que incrementar eso que las autoridades de procuración de justicia llaman la “incidencia delictiva”.

@HuicocheaAlanis

Necesitamos mejorar a los cuerpos de policía, para aumentar la incidencia delictiva. Sí, así como se lee, es necesario que la policía trabaje mejor; gestione los conflictos cotidianos; reduzca la violencia doméstica; evite que las disputas conyugales o vecinales escalen hasta convertirse en delitos; se anticipe a la comisión de crímenes, previniéndolos y, cuando ocurran a pesar de todo lo anterior, investigándolos hasta esclarecerlos, y deteniendo a los culpables. Mejorar a la policía de esa manera traerá, entre muchos otros beneficios para nuestra vida en comunidad, un cambio trascendental, favorecerá la confianza de las personas en sus instituciones y logrará que las personas que, desafortunadamente, sean víctimas, adquieran la confianza de que algo bueno ocurrirá, que no se repetirá, que vale la pena ir a denunciar a los delincuentes ante la Fiscalía General de Justicia, pues tendrán la certeza de que su denuncia se investigará y, de ese modo, al crecer el número de denuncias presentadas ante la Fiscalía General de Justicia, aumente la incidencia delictiva.

La “incidencia delictiva” es una trampa del lenguaje administrativo. Es un concepto engañoso, pues, en primera instancia, a todos nos hace creer que significa el número de crímenes que inciden; es decir, que ocurren. Pero no es así, la “incidencia delictiva”, como la entienden las autoridades de procuración de justicia, significa el número de crímenes que son denunciados ante el Ministerio Público, dependiente de la Fiscalía General de Justicia. Eso significa que, los delitos que no son denunciados, no forman parte, no cuentan en la “incidencia delictiva”. El engaño sobreviene -muchas veces sin querer, pues incluso la mayoría de los servidores públicos desconoce este truco de la terminología burocrática- cuando un representante popular anuncia “la disminución de la incidencia delictiva”, pues no miente, pero lo que está diciendo es que la Fiscalía registró menos delitos, lo cual no necesariamente significa que hayan ocurrido menos crímenes. Decir que ha bajado la incidencia delictiva es, normalmente, una forma de mentir, diciendo la verdad.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) realiza periódicamente estudios que permiten dimensionar lo anterior. En 2019 ocurrieron en el país más de 33 millones 659 mil delitos, pero las fiscalías nada más registraron 7.6 por ciento de ellos. Eso significa que 33 millones 403 delitos no están contabilizados en la “incidencia delictiva”. El panorama es, ciertamente, desolador.

Por eso es urgente, indispensable, obligatorio, inexcusable e inaplazable, acelerar la mejora de las policías, de todas, con especial énfasis, porque cuentan con más elementos, son más numerosas, parecen más rezagadas y, sobre todo, son las más cercanas a las personas, las policías municipales. Un policía municipal suele ser el primer, el más frecuente y en muchos sitios el único, contacto de las personas con el Estado mexicano; y este tiene en la seguridad pública municipal la primera de sus obligaciones históricas, constitucionales y, sobre todo, éticas y, esta vez sí, hasta morales, con las personas. La seguridad de las personas es la razón de ser del Estado y del gobierno, por lo tanto, de la administración pública. En eso debemos trabajar los mexiquenses y los mexicanos de nuestra generación; mejorar a las policías para disminuir la violencia en nuestra convivencia, evitar los delitos y consolidar la confianza ciudadana, para lo cual hay que incrementar eso que las autoridades de procuración de justicia llaman la “incidencia delictiva”.

@HuicocheaAlanis