/ miércoles 24 de noviembre de 2021

Vida Pública | Efectividad y legitimidad

Todos los gobiernos tienen dos misiones que cumplir y dos cualidades que alcanzar: efectividad y legitimidad. Lograr ambas, es lo que explica la razón de ser del Estado y de la civilización: la gobernabilidad.

La efectividad consiste en alcanzar, genuinamente, los efectos esperados. Que las acciones gubernamentales efectivamente produzcan los resultados ofrecidos por el gobierno y que estos correspondan a los esperados por los gobernados. Es, el estado superlativo de la eficacia, entendida como el logro de propósitos, y superior a la eficiencia que, a su vez implica que para lograr tales objetivos se usaron, únicamente, los recursos indispensables. La efectividad significa ser eficaz, eficiente y serlo en el momento justo que se necesita. Esta es la materia de las políticas públicas.

La legitimidad es la condición de legal y, como tal, aceptada por todos los miembros de la comunidad. En las condiciones actuales implica que haya alcanzado tal condición, como resultado del diálogo, de modo que la acción gubernamental goce de mucho más que la aceptación social; que contenga su aprobación en la medida que fue acordada entre autoridades y personas, y hasta convoque y facilite la participación social en la toma de decisiones y, en cierta medida, en la ejecución de acciones. Es el ingrediente de la gobernanza y de la transparencia.

La ecuación es, pues: efectividad + legitimidad = gobernabilidad.

La reflexión podrá ser oportuna en las próximas semanas, en que concluye el periodo de gobierno de los 125 ayuntamientos en funciones en el Estado de México, para ser remplazados por los que fueron electos en junio pasado.

Es así que las personas electas presidentas municipales e integrantes de los ayuntamientos tienen el imperativo de construir gobernabilidad, y para ello pueden contar con el método de la administración pública aplicada, el cual, como todo método científico tiene, esencialmente tres fases: observación, formulación de hipótesis y experimentación. Observar, desde la perspectiva de la administración pública es ir mucho más allá de la simpleza de afirmar que, dado que son vecinos de la comunidad que gozan de popularidad, los ediles conocen lo que la sociedad requiere; no, evidentemente hace falta el uso de datos precisos, los cuales casi no existen en el ámbito de gobierno municipal y, los de carácter nacional o estatal disponibles, si bien ayudan a una primera aproximación para la comprensión de los problemas, son insuficientes, por imprecisos, para generar acciones de gobierno o políticas públicas efectivas que permitan alcanzar la legitimidad.

Es fundamental que los ayuntamientos comiencen con urgencia e inmediatez a generar datos verificables y propios, al menos en los aspectos estructurales de la vida en comunidad, que son: las finanzas públicas, la seguridad, la brecha de género, el desarrollo sostenible y la corrupción. El único de esos 5 aspectos estructurales de la vida en los municipios mexiquenses del que existe información confiable y encontrarán algo más en los archivos municipales, es el primero.

Respecto de la seguridad pública municipal, prácticamente ningún municipio conoce la incidencia y prevalencia delictiva municipal, la llamada “cifra negra” (delitos que sí ocurren, pero nadie denuncia) y la percepción de seguridad, que son los indicadores fundamentales para conocer y resolver el problema de la criminalidad. Y lo mismo ocurre, lamentablemente, en lo tocante a la brecha entre mujeres y hombres, así como respecto a la corrupción.

En lo que se refiere al desarrollo sostenible, asunto que implica un mayor número de variables e indicadores, existe información dispersa y de dispareja actualidad y confiabilidad, de modo que sería impreciso generalizar en este espacio. Lo único que sí se puede afirmar, es que la información de base para atender este asunto es la territorial; es decir, la información catastral que, sin temor a errar, se puede asegurar que está desfasada y es de mala calidad, o un franco desastre en la mayoría de los municipios.

A pesar de lo anterior, lo más importante para los ayuntamientos entrantes es que tengan voluntad de gobernar (no solo de administrar), y claridad de que, para hacerlo, necesitan, antes que nada, información que depende de ellos generar. Solo con voluntad e información, podrán gobernar con efectividad y legitimidad.

Todos los gobiernos tienen dos misiones que cumplir y dos cualidades que alcanzar: efectividad y legitimidad. Lograr ambas, es lo que explica la razón de ser del Estado y de la civilización: la gobernabilidad.

La efectividad consiste en alcanzar, genuinamente, los efectos esperados. Que las acciones gubernamentales efectivamente produzcan los resultados ofrecidos por el gobierno y que estos correspondan a los esperados por los gobernados. Es, el estado superlativo de la eficacia, entendida como el logro de propósitos, y superior a la eficiencia que, a su vez implica que para lograr tales objetivos se usaron, únicamente, los recursos indispensables. La efectividad significa ser eficaz, eficiente y serlo en el momento justo que se necesita. Esta es la materia de las políticas públicas.

La legitimidad es la condición de legal y, como tal, aceptada por todos los miembros de la comunidad. En las condiciones actuales implica que haya alcanzado tal condición, como resultado del diálogo, de modo que la acción gubernamental goce de mucho más que la aceptación social; que contenga su aprobación en la medida que fue acordada entre autoridades y personas, y hasta convoque y facilite la participación social en la toma de decisiones y, en cierta medida, en la ejecución de acciones. Es el ingrediente de la gobernanza y de la transparencia.

La ecuación es, pues: efectividad + legitimidad = gobernabilidad.

La reflexión podrá ser oportuna en las próximas semanas, en que concluye el periodo de gobierno de los 125 ayuntamientos en funciones en el Estado de México, para ser remplazados por los que fueron electos en junio pasado.

Es así que las personas electas presidentas municipales e integrantes de los ayuntamientos tienen el imperativo de construir gobernabilidad, y para ello pueden contar con el método de la administración pública aplicada, el cual, como todo método científico tiene, esencialmente tres fases: observación, formulación de hipótesis y experimentación. Observar, desde la perspectiva de la administración pública es ir mucho más allá de la simpleza de afirmar que, dado que son vecinos de la comunidad que gozan de popularidad, los ediles conocen lo que la sociedad requiere; no, evidentemente hace falta el uso de datos precisos, los cuales casi no existen en el ámbito de gobierno municipal y, los de carácter nacional o estatal disponibles, si bien ayudan a una primera aproximación para la comprensión de los problemas, son insuficientes, por imprecisos, para generar acciones de gobierno o políticas públicas efectivas que permitan alcanzar la legitimidad.

Es fundamental que los ayuntamientos comiencen con urgencia e inmediatez a generar datos verificables y propios, al menos en los aspectos estructurales de la vida en comunidad, que son: las finanzas públicas, la seguridad, la brecha de género, el desarrollo sostenible y la corrupción. El único de esos 5 aspectos estructurales de la vida en los municipios mexiquenses del que existe información confiable y encontrarán algo más en los archivos municipales, es el primero.

Respecto de la seguridad pública municipal, prácticamente ningún municipio conoce la incidencia y prevalencia delictiva municipal, la llamada “cifra negra” (delitos que sí ocurren, pero nadie denuncia) y la percepción de seguridad, que son los indicadores fundamentales para conocer y resolver el problema de la criminalidad. Y lo mismo ocurre, lamentablemente, en lo tocante a la brecha entre mujeres y hombres, así como respecto a la corrupción.

En lo que se refiere al desarrollo sostenible, asunto que implica un mayor número de variables e indicadores, existe información dispersa y de dispareja actualidad y confiabilidad, de modo que sería impreciso generalizar en este espacio. Lo único que sí se puede afirmar, es que la información de base para atender este asunto es la territorial; es decir, la información catastral que, sin temor a errar, se puede asegurar que está desfasada y es de mala calidad, o un franco desastre en la mayoría de los municipios.

A pesar de lo anterior, lo más importante para los ayuntamientos entrantes es que tengan voluntad de gobernar (no solo de administrar), y claridad de que, para hacerlo, necesitan, antes que nada, información que depende de ellos generar. Solo con voluntad e información, podrán gobernar con efectividad y legitimidad.