/ miércoles 10 de noviembre de 2021

Vida Pública | Errores previsibles... y evitables


Las personas presidentas municipales electas y reelectas en los 125 municipios se preparan para, una vez que asuman su alta responsabilidad, tomar decisiones fundamentales en las diversas áreas de gobierno, como la preocupación central de la sociedad, la seguridad pública. Ésta le aqueja de manera directa a la gente, además de representar uno de los más grandes obstáculos para emprender la reactivación económica, pero las acciones que las nuevas autoridades iniciarán, son previsibles, y las constataremos desde las primeras horas del año entrante.

Nombrar director de la policía municipal a un militar en retiro que goce de prestigio y, preferentemente, fama pública de soldado riguroso. Adquirir video cámaras y equipo de monitoreo de calles, avenidas y sitios públicos, hasta crear reforzar su centro de comando y comunicación y enlazarlo con el C5 de la policía estatal. Renovar o cambiar la cromática, imagen y diseño de patrullas, motocicletas y uniformes de la policía. Crear subgrupos de policías especializadas, entre las que serán frecuentes las policías turísticas, de género, para el autotransporte, etc. Adquirir armamento y equipo nuevo para los policías. Multiplicar el número de policías a efecto de incrementar su presencia en el territorio y hacer más visible el patrullaje en calles, colonias y pueblos de cada sector o delegación en los que esté dividido su territorio. Adoptar y adaptar estrategias de seguridad consideradas exitosas en otras demarcaciones. Iluminar calles y terrenos hoy abandonados, considerados sitios de gestación o comisión de delitos. Buscar la llegada de programas gubernamentales de apoyo a las comunidades, sobre el supuesto teórico de que la pobreza engendra crímenes. Revisar y mejorar la condiciones laborales y salariales de los policías. Nuevas campañas de reclutamiento de cadetes en las academias y escuelas de policías, donde las hay. Esas y muchas más decisiones, a pesar de ser bien intencionadas y lógicamente motivadas serán, en casi todos los casos, previsiblemente, erradas. Equivocadas y fallidas, no van a funcionar, como no funcionaron esas mismas acciones de gobierno hace tres, seis, nueve, doce y más años, trienios atrás, con los resultados que tenemos ahora: desconfianza ciudadana, rampante impunidad, incremento de la prevalencia delictiva, “cifra negra” de delitos al alza, y niveles nunca vistos de percepción de inseguridad. Los datos son fríos, contundentes y reveladores.

Los errores que las personas presidentas municipales electas están a punto de cometer se pueden evitar, si los ayuntamientos entrantes toman decisiones de manera diferente a sus antecesores; esto es, con método de la ciencia de la administración pública aplicada, lo cual significa una serie de acciones lógica y sistemáticamente concatenadas, aplicadas a la seguridad pública municipal que, de hecho, ya han sido recogidas y registradas en el Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, documento base del Diplomado “Reforma Policial: Seguridad y Justicia Cívica” que el Instituto de Administración Pública del Estado de México y la Universidad Mexiquense de la Seguridad, imparten en dos promociones simultáneas, con la participación de decenas de alcaldesas y alcaldes electos y sus prospectos a directores de seguridad pública municipal.

En las sesiones de ese programa académico, se han venido enlistando y explicando las acciones concretas que sí se sugiere llevar a cabo, para obtener mejores resultados y lograrlos pronto. La medición estratégica del fenómeno criminal en cada uno de los municipios, la microsegmentación de los delitos que se comenten en cada sitio; el establecimiento de metas y objetivos que sean transparentes y verificables con base en evidencias; el aprovechamiento de las facultades de investigación del delito por parte de la policía municipal que el marco jurídico ya permite y no se aprovecha; la implementación de acciones con base en información de campo como la focalización del patrullaje y de monitoreo del territorio; pasar de la prevención de delitos a la proacción de una policía orientada a la atención de los problemas comunales; el aprovechamiento de la justicia cívica para despresurizar los conflictos vecinales y resolverlos en etapa temprana para evitar que escalen a delitos. Son algunas de las acciones que es urgente todas las futuras autoridades municipales conozcan, si realmente están dispuestas a recuperar la seguridad, la justicia y la paz.

@HuicocheaAlanis



Las personas presidentas municipales electas y reelectas en los 125 municipios se preparan para, una vez que asuman su alta responsabilidad, tomar decisiones fundamentales en las diversas áreas de gobierno, como la preocupación central de la sociedad, la seguridad pública. Ésta le aqueja de manera directa a la gente, además de representar uno de los más grandes obstáculos para emprender la reactivación económica, pero las acciones que las nuevas autoridades iniciarán, son previsibles, y las constataremos desde las primeras horas del año entrante.

Nombrar director de la policía municipal a un militar en retiro que goce de prestigio y, preferentemente, fama pública de soldado riguroso. Adquirir video cámaras y equipo de monitoreo de calles, avenidas y sitios públicos, hasta crear reforzar su centro de comando y comunicación y enlazarlo con el C5 de la policía estatal. Renovar o cambiar la cromática, imagen y diseño de patrullas, motocicletas y uniformes de la policía. Crear subgrupos de policías especializadas, entre las que serán frecuentes las policías turísticas, de género, para el autotransporte, etc. Adquirir armamento y equipo nuevo para los policías. Multiplicar el número de policías a efecto de incrementar su presencia en el territorio y hacer más visible el patrullaje en calles, colonias y pueblos de cada sector o delegación en los que esté dividido su territorio. Adoptar y adaptar estrategias de seguridad consideradas exitosas en otras demarcaciones. Iluminar calles y terrenos hoy abandonados, considerados sitios de gestación o comisión de delitos. Buscar la llegada de programas gubernamentales de apoyo a las comunidades, sobre el supuesto teórico de que la pobreza engendra crímenes. Revisar y mejorar la condiciones laborales y salariales de los policías. Nuevas campañas de reclutamiento de cadetes en las academias y escuelas de policías, donde las hay. Esas y muchas más decisiones, a pesar de ser bien intencionadas y lógicamente motivadas serán, en casi todos los casos, previsiblemente, erradas. Equivocadas y fallidas, no van a funcionar, como no funcionaron esas mismas acciones de gobierno hace tres, seis, nueve, doce y más años, trienios atrás, con los resultados que tenemos ahora: desconfianza ciudadana, rampante impunidad, incremento de la prevalencia delictiva, “cifra negra” de delitos al alza, y niveles nunca vistos de percepción de inseguridad. Los datos son fríos, contundentes y reveladores.

Los errores que las personas presidentas municipales electas están a punto de cometer se pueden evitar, si los ayuntamientos entrantes toman decisiones de manera diferente a sus antecesores; esto es, con método de la ciencia de la administración pública aplicada, lo cual significa una serie de acciones lógica y sistemáticamente concatenadas, aplicadas a la seguridad pública municipal que, de hecho, ya han sido recogidas y registradas en el Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, documento base del Diplomado “Reforma Policial: Seguridad y Justicia Cívica” que el Instituto de Administración Pública del Estado de México y la Universidad Mexiquense de la Seguridad, imparten en dos promociones simultáneas, con la participación de decenas de alcaldesas y alcaldes electos y sus prospectos a directores de seguridad pública municipal.

En las sesiones de ese programa académico, se han venido enlistando y explicando las acciones concretas que sí se sugiere llevar a cabo, para obtener mejores resultados y lograrlos pronto. La medición estratégica del fenómeno criminal en cada uno de los municipios, la microsegmentación de los delitos que se comenten en cada sitio; el establecimiento de metas y objetivos que sean transparentes y verificables con base en evidencias; el aprovechamiento de las facultades de investigación del delito por parte de la policía municipal que el marco jurídico ya permite y no se aprovecha; la implementación de acciones con base en información de campo como la focalización del patrullaje y de monitoreo del territorio; pasar de la prevención de delitos a la proacción de una policía orientada a la atención de los problemas comunales; el aprovechamiento de la justicia cívica para despresurizar los conflictos vecinales y resolverlos en etapa temprana para evitar que escalen a delitos. Son algunas de las acciones que es urgente todas las futuras autoridades municipales conozcan, si realmente están dispuestas a recuperar la seguridad, la justicia y la paz.

@HuicocheaAlanis