/ miércoles 7 de agosto de 2019

Vida Pública / Es verdad, aunque no sea cierto


En las sociedades ocurre con frecuencia al momento de rendir cuentas, cuando el gobernante informa cosas que, siendo verdaderas, no arrojan certeza entre los gobernados. Se trata de un problema de comunicación, causado porque uno y otros observan los asuntos de la sociedad desde perspectivas diferentes, pero es grave porque termina por distanciarlos, dejando entre ellos desconfianza y descrédito, que deriva en déficit de legitimidad de quien gobierna. Este fenómeno se evita cuando el gobierno se ubica en la misma perspectiva de la ciudadanía y desde ese mismo punto de vista, arroja datos que cobran sentido y adoptan su justa dimensión a la vista de la gente.

Esto es particularmente notorio cuando se trata de la información acerca de la seguridad pública, en la que las autoridades de todos los ámbitos de gobierno suelen presentar datos y cifras que, siendo verdaderas, no concuerdan con la cotidianidad que viven los vecinos.

Y es que la perspectiva es diferente, pues cuando el servidor público habla de delitos, en lo que realmente está pensando es en denuncias penales; es decir, en documentos que registran hechos denunciados por personas que, habiendo sido víctimas de un delito, acudieron a la fiscalía a dar noticia de tales acontecimientos. En contraste, cuando el ciudadano escucha “delitos” piensa en todas esas molestias que padece directamente y de las que se entera por todos los medios que están ocurriendo, sin importar y sin preguntar si la víctima que los padeció acudió ante la autoridad a presentar denuncia.

Gracias a investigaciones del INEGI, hoy sabemos que de cada 100 delitos que ocurren en el país, únicamente se denuncian 4. Esto significa que 96 delitos ocurren sin que la autoridad se entere. De ese tamaño es la brecha entre la perspectiva ciudadana y la visión del gobernante. Por eso, cuando el gobierno anuncia la reducción de algún tipo de delito, significa que obtuvo menos denuncias, sin saber a ciencia cierta si se cometieron menos crímenes. Y ese tipo de declaraciones casi nunca corresponde a lo que la gente ve, lo cual perjudica la relación entre sociedad y gobierno, y mina la reputación de quien gobierna.

Por eso debería ser del interés de todos, pero sobre todo de quien ejerce el poder, poner las cosas en la misma perspectiva. Eso significa, en lo tocante a la seguridad en nuestras ciudades, pueblos, colonias y calles, realizar un trabajo científico de recolección de información y sistematización de datos, por medio de una encuesta de victimización, principalmente, apoyada por otras fuentes de información que, puesta a disposición de todos, no sólo muestre la verdadera dimensión del desafío, sino evidencie los respectivos grados de responsabilidad que todos tenemos.

Con información de este tipo, el gobernador no sólo vería que el enorme desafío sí es superable, enfocaría mejor sus recursos y alcanzaría logros genuinos, sino que se sorprendería porque su comunicación sería bien acogida y su mandato merecería legitimidad adicional.

@HuicocheaAlanis


En las sociedades ocurre con frecuencia al momento de rendir cuentas, cuando el gobernante informa cosas que, siendo verdaderas, no arrojan certeza entre los gobernados. Se trata de un problema de comunicación, causado porque uno y otros observan los asuntos de la sociedad desde perspectivas diferentes, pero es grave porque termina por distanciarlos, dejando entre ellos desconfianza y descrédito, que deriva en déficit de legitimidad de quien gobierna. Este fenómeno se evita cuando el gobierno se ubica en la misma perspectiva de la ciudadanía y desde ese mismo punto de vista, arroja datos que cobran sentido y adoptan su justa dimensión a la vista de la gente.

Esto es particularmente notorio cuando se trata de la información acerca de la seguridad pública, en la que las autoridades de todos los ámbitos de gobierno suelen presentar datos y cifras que, siendo verdaderas, no concuerdan con la cotidianidad que viven los vecinos.

Y es que la perspectiva es diferente, pues cuando el servidor público habla de delitos, en lo que realmente está pensando es en denuncias penales; es decir, en documentos que registran hechos denunciados por personas que, habiendo sido víctimas de un delito, acudieron a la fiscalía a dar noticia de tales acontecimientos. En contraste, cuando el ciudadano escucha “delitos” piensa en todas esas molestias que padece directamente y de las que se entera por todos los medios que están ocurriendo, sin importar y sin preguntar si la víctima que los padeció acudió ante la autoridad a presentar denuncia.

Gracias a investigaciones del INEGI, hoy sabemos que de cada 100 delitos que ocurren en el país, únicamente se denuncian 4. Esto significa que 96 delitos ocurren sin que la autoridad se entere. De ese tamaño es la brecha entre la perspectiva ciudadana y la visión del gobernante. Por eso, cuando el gobierno anuncia la reducción de algún tipo de delito, significa que obtuvo menos denuncias, sin saber a ciencia cierta si se cometieron menos crímenes. Y ese tipo de declaraciones casi nunca corresponde a lo que la gente ve, lo cual perjudica la relación entre sociedad y gobierno, y mina la reputación de quien gobierna.

Por eso debería ser del interés de todos, pero sobre todo de quien ejerce el poder, poner las cosas en la misma perspectiva. Eso significa, en lo tocante a la seguridad en nuestras ciudades, pueblos, colonias y calles, realizar un trabajo científico de recolección de información y sistematización de datos, por medio de una encuesta de victimización, principalmente, apoyada por otras fuentes de información que, puesta a disposición de todos, no sólo muestre la verdadera dimensión del desafío, sino evidencie los respectivos grados de responsabilidad que todos tenemos.

Con información de este tipo, el gobernador no sólo vería que el enorme desafío sí es superable, enfocaría mejor sus recursos y alcanzaría logros genuinos, sino que se sorprendería porque su comunicación sería bien acogida y su mandato merecería legitimidad adicional.

@HuicocheaAlanis