/ miércoles 17 de agosto de 2022

Vida Pública | Ganar, compitiendo

Alfredo Del Mazo Maza es, quizá, el primer político que ha desarrollado el arte de ganar, compitiendo, no peleando. De talante democrático, cuando ha ganado, sin mayor aspaviento, se ha dedicado a cumplir su responsabilidad; cuando la suerte no ha favorecido a su Partido y otros militantes tricolores, sin victimizarse, ha aceptado el veredicto de las urnas. De ese modo ganó la gubernatura en 2017, así sufrió el PRI su peor derrota en 2018, y de la misma manera se recuperó ese partido, aupado por sus aliados en 2021. Compitiendo y ganando, sin pelear.

Ciertamente esa es la forma precisa de ser demócrata; aceptar y adoptar el mandado de la Ley y los valores que la nutren y le dan coherencia, entre ellos los de neutralidad política y de imparcialidad partidaria al momento de gobernar, además de los rasgos de su personalidad, como la serenidad, el respeto y la prudencia. Eso le ha permitido mantener su condición de gobernante de todas las personas y regiones, y convocar a la colaboración a las autoridades municipales de todo tinte partidista, sin arriar banderas ni convicciones, para implementar programas de gobierno que ofreció como candidato de un partido, pero que benefician a las personas que lo necesitan sin otro miramiento.

Por eso no hemos visto, no vemos y -en mi opinión- no veremos, a un gobernador distraído en asuntos partidistas, aunque eso no significa que renuncie a ejercer sus derechos políticos, incluso su calidad de militante priista y, como tal, exprese su voluntad y trate de compartir su visión de las cosas.

Con la atención de buena parte de la sociedad puesta en la vida interna del PRI, y las especulaciones respecto a la reedición de la alianza con otros partidos, a lo que se suman los rumores del partido naranja y su ambigua posición, sin proponérselo, ese frente plural de partidos tiene -y no se ha dado cuenta- por primera vez el control de la conversación política en el Estado, si logran mantener esa tensión que provoca atención, el contraste con Morena, donde todo está decidido, les puede dar una ventaja en el momento del todavía lejano inicio de campaña.

Entretanto, el gobierno y quien encabeza a las instituciones, se mantienen enfocados en su obligación jurídica y ética, mantienen ritmo y, cuando es dable, aceleran resultados. Serenidad, es la mejor forma de proceder, ante la desconcertada mirada de quienes añoran épocas pasadas; parecen no haberse percatado que los procesos electorales vividos en los años más recientes, obedecieron a una cultura política renovada.

Para quienes confiamos en que es mejor esta forma de enfrentar procesos electorales “sin usar zancos”; es decir, ventajas por encima de la norma, eso a lo que Luis Donaldo Colosio llamó “obtener votos al margen de la Ley”, la posición del político y gobernante que está decidido a ganar sin pelearse, es la correcta, pues implica que tiene clara su responsabilidad: la estabilidad social y la continuidad de la vida institucional al servicio de las personas.

Los muchos meses por venir, antes de la elección del año entrante, pueden y deben ser los de más y mejores resultados gubernamentales.

Alfredo Del Mazo Maza es, quizá, el primer político que ha desarrollado el arte de ganar, compitiendo, no peleando. De talante democrático, cuando ha ganado, sin mayor aspaviento, se ha dedicado a cumplir su responsabilidad; cuando la suerte no ha favorecido a su Partido y otros militantes tricolores, sin victimizarse, ha aceptado el veredicto de las urnas. De ese modo ganó la gubernatura en 2017, así sufrió el PRI su peor derrota en 2018, y de la misma manera se recuperó ese partido, aupado por sus aliados en 2021. Compitiendo y ganando, sin pelear.

Ciertamente esa es la forma precisa de ser demócrata; aceptar y adoptar el mandado de la Ley y los valores que la nutren y le dan coherencia, entre ellos los de neutralidad política y de imparcialidad partidaria al momento de gobernar, además de los rasgos de su personalidad, como la serenidad, el respeto y la prudencia. Eso le ha permitido mantener su condición de gobernante de todas las personas y regiones, y convocar a la colaboración a las autoridades municipales de todo tinte partidista, sin arriar banderas ni convicciones, para implementar programas de gobierno que ofreció como candidato de un partido, pero que benefician a las personas que lo necesitan sin otro miramiento.

Por eso no hemos visto, no vemos y -en mi opinión- no veremos, a un gobernador distraído en asuntos partidistas, aunque eso no significa que renuncie a ejercer sus derechos políticos, incluso su calidad de militante priista y, como tal, exprese su voluntad y trate de compartir su visión de las cosas.

Con la atención de buena parte de la sociedad puesta en la vida interna del PRI, y las especulaciones respecto a la reedición de la alianza con otros partidos, a lo que se suman los rumores del partido naranja y su ambigua posición, sin proponérselo, ese frente plural de partidos tiene -y no se ha dado cuenta- por primera vez el control de la conversación política en el Estado, si logran mantener esa tensión que provoca atención, el contraste con Morena, donde todo está decidido, les puede dar una ventaja en el momento del todavía lejano inicio de campaña.

Entretanto, el gobierno y quien encabeza a las instituciones, se mantienen enfocados en su obligación jurídica y ética, mantienen ritmo y, cuando es dable, aceleran resultados. Serenidad, es la mejor forma de proceder, ante la desconcertada mirada de quienes añoran épocas pasadas; parecen no haberse percatado que los procesos electorales vividos en los años más recientes, obedecieron a una cultura política renovada.

Para quienes confiamos en que es mejor esta forma de enfrentar procesos electorales “sin usar zancos”; es decir, ventajas por encima de la norma, eso a lo que Luis Donaldo Colosio llamó “obtener votos al margen de la Ley”, la posición del político y gobernante que está decidido a ganar sin pelearse, es la correcta, pues implica que tiene clara su responsabilidad: la estabilidad social y la continuidad de la vida institucional al servicio de las personas.

Los muchos meses por venir, antes de la elección del año entrante, pueden y deben ser los de más y mejores resultados gubernamentales.