/ miércoles 4 de agosto de 2021

Vida Pública | Gobierno austero para ciudadanos ricos

La evaluación de las políticas públicas del gobierno de la República, arroja una noticia buena y una mala: La primera: En lo que va de este gobierno federal, se incrementaron los recursos públicos destinados a los programas sociales para atender el rezago social, respecto a 2018, último año de la administración anterior; la mala, lamentablemente se redujo el apoyo a la población más pobre del país, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que acaba de publicar la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), según la cual, para el 10 por ciento más pobre de la población mexicana, técnicamente llamada: “el decil I de ingreso”, las transferencias gubernamentales se redujeron en más de una tercera parte. En otras palabras, los más pobres, fueron más perjudicados.


En el otro extremo, en la cima de la pirámide de la población mexicana; en el 10 por ciento que forman los hogares más ricos, “el decil X”, los ingresos provenientes del gobierno federal, aumentaron 93 por ciento; es decir, algunos ricos que a pesar de no requerirlo recibían transferencias gubernamentales ahora reciben más. Y eso no es todo.

En siguiente diez por ciento de la población, que son un poco menos ricos, “el decil IX” los recursos que les entrega el gobierno se incrementaron en 148 por ciento; y a su vez en “el decil VIII” en 145 por ciento. De modo que el 30 por ciento de las familias más ricas del país incrementaron en más del doble lo que reciben, y eso mismo, fue lo cual se le quitó a los segmentos más necesitados de entre los pobres, que han perdido transferencias directas y becas que recibían hasta 2018, como probablemente vecinos y conocidos de los lectores de este diario ya han escuchado lamentarse.

El mismo estudio da cuenta de que el apoyo a adultos mayores casi se duplicó, al aumentar 185% en los pasados tres años. Lo cual, en primera instancia suena bien. Pero el número de “viejitos” pobres beneficiados no se incrementó, y para empeorar el de los adultos mayores ricos que ya reciben su dinero, se multiplicó por cinco, pues aumentaron 457 por ciento. Así es que ahora se le da más dinero, a más personas mayores de edad que no lo necesitan.

El asunto parece más lamentable en el caso de los tres programas emblemáticos del actual gobierno federal: Becas Benito Juárez para Educación Básica, para la Educación Media Superior y Jóvenes Construyendo el Futuro, para estudiantes universitarios -con los cuales se sustituyó al Programa Prospera, antes Oportunidades, que operó durante el sexenio anterior- pues el monto total disminuyó en más de una tercera parte (35 por ciento), pero la reducción para los estudiantes más pobres, fue peor (63 por ciento), para, paradójicamente, aumentar en 380 por ciento, casi cuatro veces más, la ayuda económica para los estudiantes más ricos, los que definitivamente no lo requieren. A esto último hay que agregar que otros estudios demuestran que ese dinero lo utilizan los jóvenes, en su mayor proporción, para adquirir tiempo aire para sus dispositivos móviles y en productos de consumo como tabaco.

Entendible, pero de ninguna manera justificable, esto ocurre por la muy rápida conversión de los programas, la cual se llevó a cabo, según salta a la vista, sin el debido rediseño de las políticas públicas que los sustenten, ni los procesos que los respalden, y explicable -aunque, insisto, de ninguna manera justificable- porque es más fácil realizar transferencias económicas a personas que ya tienen cuentas bancarias, y que viven en entornos urbanos, que además ya están contempladas en diversas bases de datos, a tener que hacerlos llegar a zonas de difícil acceso. Es muy urgente que el Gobierno Federal rectifique, corrija y apunte en la dirección correcta pues por ahora, la administración pública federal está contradiciendo el bien conocido del titular del Ejecutivo Federal pues, no está atendiendo “primero a los pobres”, sino primero y mucho más generosamente a los ricos. Es profesional, jurídica y éticamente imperativo rediseñar con visión de política pública, los programas sociales del gobierno federal, si se pretende ayudar más a quienes más lo necesitan.

@HuicocheaAlanis

La evaluación de las políticas públicas del gobierno de la República, arroja una noticia buena y una mala: La primera: En lo que va de este gobierno federal, se incrementaron los recursos públicos destinados a los programas sociales para atender el rezago social, respecto a 2018, último año de la administración anterior; la mala, lamentablemente se redujo el apoyo a la población más pobre del país, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que acaba de publicar la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), según la cual, para el 10 por ciento más pobre de la población mexicana, técnicamente llamada: “el decil I de ingreso”, las transferencias gubernamentales se redujeron en más de una tercera parte. En otras palabras, los más pobres, fueron más perjudicados.


En el otro extremo, en la cima de la pirámide de la población mexicana; en el 10 por ciento que forman los hogares más ricos, “el decil X”, los ingresos provenientes del gobierno federal, aumentaron 93 por ciento; es decir, algunos ricos que a pesar de no requerirlo recibían transferencias gubernamentales ahora reciben más. Y eso no es todo.

En siguiente diez por ciento de la población, que son un poco menos ricos, “el decil IX” los recursos que les entrega el gobierno se incrementaron en 148 por ciento; y a su vez en “el decil VIII” en 145 por ciento. De modo que el 30 por ciento de las familias más ricas del país incrementaron en más del doble lo que reciben, y eso mismo, fue lo cual se le quitó a los segmentos más necesitados de entre los pobres, que han perdido transferencias directas y becas que recibían hasta 2018, como probablemente vecinos y conocidos de los lectores de este diario ya han escuchado lamentarse.

El mismo estudio da cuenta de que el apoyo a adultos mayores casi se duplicó, al aumentar 185% en los pasados tres años. Lo cual, en primera instancia suena bien. Pero el número de “viejitos” pobres beneficiados no se incrementó, y para empeorar el de los adultos mayores ricos que ya reciben su dinero, se multiplicó por cinco, pues aumentaron 457 por ciento. Así es que ahora se le da más dinero, a más personas mayores de edad que no lo necesitan.

El asunto parece más lamentable en el caso de los tres programas emblemáticos del actual gobierno federal: Becas Benito Juárez para Educación Básica, para la Educación Media Superior y Jóvenes Construyendo el Futuro, para estudiantes universitarios -con los cuales se sustituyó al Programa Prospera, antes Oportunidades, que operó durante el sexenio anterior- pues el monto total disminuyó en más de una tercera parte (35 por ciento), pero la reducción para los estudiantes más pobres, fue peor (63 por ciento), para, paradójicamente, aumentar en 380 por ciento, casi cuatro veces más, la ayuda económica para los estudiantes más ricos, los que definitivamente no lo requieren. A esto último hay que agregar que otros estudios demuestran que ese dinero lo utilizan los jóvenes, en su mayor proporción, para adquirir tiempo aire para sus dispositivos móviles y en productos de consumo como tabaco.

Entendible, pero de ninguna manera justificable, esto ocurre por la muy rápida conversión de los programas, la cual se llevó a cabo, según salta a la vista, sin el debido rediseño de las políticas públicas que los sustenten, ni los procesos que los respalden, y explicable -aunque, insisto, de ninguna manera justificable- porque es más fácil realizar transferencias económicas a personas que ya tienen cuentas bancarias, y que viven en entornos urbanos, que además ya están contempladas en diversas bases de datos, a tener que hacerlos llegar a zonas de difícil acceso. Es muy urgente que el Gobierno Federal rectifique, corrija y apunte en la dirección correcta pues por ahora, la administración pública federal está contradiciendo el bien conocido del titular del Ejecutivo Federal pues, no está atendiendo “primero a los pobres”, sino primero y mucho más generosamente a los ricos. Es profesional, jurídica y éticamente imperativo rediseñar con visión de política pública, los programas sociales del gobierno federal, si se pretende ayudar más a quienes más lo necesitan.

@HuicocheaAlanis