/ miércoles 26 de mayo de 2021

Vida Pública | La elección más preocupante

Pareciera que hasta ahora que terminan las campañas electorales, los dirigentes de los partidos políticos y los candidatos descubrieron en qué consiste la jornada electoral que protagonizan.

El PRI inició su proselitismo con un inoportuno mensaje proponiendo impulsar el crecimiento del país, el PAN lanzó la idea de lograr un México soñado, y el PRD se presentó con la idea de que "el sol sale para todos", parafraseando una cursi canción de los años setentas del siglo pasado. Tres mensajes que ni remotamente conectaban con lo que la mayoría del electorado veía con preocupación creciente en lo tocante a la salud, la economía y la inseguridad. Tampoco tenía conexión con lo que los más sofisticados comenzaban a observar: la amenaza creciente contra la vida democrática y las instituciones construidas entre todos en los últimos treinta años.

Ha sido hasta los días recientes, que políticos y algunos abanderados han adoptado, sin atreverse a ser todavía muy explícitos, que en esta elección está en juego el futuro democrático del país; que se trata de elegir entre el país que gobierna un solo hombre, o la construcción de una colectividad democrática, crecientemente libre. Pareciera que hasta ahora se percatan que nadie desea, ni pide, volver al pasado, pero tampoco están seguros de que el país vaya en la ruta correcta. Parece que es ahora que se reúnen a firmar una alianza Legislativa, que cobran consciencia plena de que no han ofrecido un futuro diferente. Todo indica que apenas abren los ojos al hecho de que entre los mexicanos hace falta un futuro para todos, pero nadie se atreve a proponerlo y, en esa anomia, la fuerza política gobernante se erige como la más probable ganadora, por pura inercia, sin merecerlo y sin esforzarse.

Se echa de menos que los dirigentes nacionales no expliquen por qué estos años pasados desde 2018 no fueron una genuina oposición Legislativa en las cámaras del Congreso de la Unión y respaldaron, total o parcialmente, medidas legislativas que claramente atentaron contra el interés superior de la nación. ¿Por qué ahora sí serán una oposición y, esto en qué puede beneficiar a sus electores? Son preguntas que quizá no se han planteado, pero flotan en el ambiente.

Preocupa que las ofertas legislativas de los candidatos sean tan parecidas, por no decir iguales a las de sus adversarios. Y lo mismo ocurre con los formatos de las campañas; se lamenta que, por ejemplo, todos digan que aspiran a abatir la violencia en contra de niñas y mujeres, pero nadie se atreva a proponer llevar a cabo el diagnóstico de la generación de la violencia al interior de los hogares en su comunidad, sin el cuál, medir para conocer y luego corregir el desafío, en sus múltiples dimensiones, es imposible. Cuesta trabajo comparar las propuestas, si no hacen un esfuerzo inteligente, por diferenciarse, más allá, de sacar una canción ocurrente o realizar un desfiguro cada vez peor, en una especie de competencia absurda que corre como espectáculo en el Time Line de las redes sociales, donde, de manera extrema de este triste fenómeno, los ridículos parecen ubicar en la antesala de la gubernatura a un candidato en Nuevo León, de quien seguramente nadie recuerda un planteamiento serio, pero sí las bromas de su esposa. ¿Pensarán gobernar desde un reality show. En serio esa es la mejor oferta de gobierno para los regiomontanos que se asumen la locomotora de la economía nacional?

En este final de campañas electorales, la esperanza de México es, nuevamente, la sociedad. Los grupos organizados, los medios de comunicación, las personas académicas, los estudiantes, han tomado micrófono y liderazgo para plantear la importancia de la decisión que estamos por tomar. La esperanza es que voten masivamente y estampen el pluralismo de la sociedad, en una legislatura diversa y democrática.

@HuicocheaAlanis

Pareciera que hasta ahora que terminan las campañas electorales, los dirigentes de los partidos políticos y los candidatos descubrieron en qué consiste la jornada electoral que protagonizan.

El PRI inició su proselitismo con un inoportuno mensaje proponiendo impulsar el crecimiento del país, el PAN lanzó la idea de lograr un México soñado, y el PRD se presentó con la idea de que "el sol sale para todos", parafraseando una cursi canción de los años setentas del siglo pasado. Tres mensajes que ni remotamente conectaban con lo que la mayoría del electorado veía con preocupación creciente en lo tocante a la salud, la economía y la inseguridad. Tampoco tenía conexión con lo que los más sofisticados comenzaban a observar: la amenaza creciente contra la vida democrática y las instituciones construidas entre todos en los últimos treinta años.

Ha sido hasta los días recientes, que políticos y algunos abanderados han adoptado, sin atreverse a ser todavía muy explícitos, que en esta elección está en juego el futuro democrático del país; que se trata de elegir entre el país que gobierna un solo hombre, o la construcción de una colectividad democrática, crecientemente libre. Pareciera que hasta ahora se percatan que nadie desea, ni pide, volver al pasado, pero tampoco están seguros de que el país vaya en la ruta correcta. Parece que es ahora que se reúnen a firmar una alianza Legislativa, que cobran consciencia plena de que no han ofrecido un futuro diferente. Todo indica que apenas abren los ojos al hecho de que entre los mexicanos hace falta un futuro para todos, pero nadie se atreve a proponerlo y, en esa anomia, la fuerza política gobernante se erige como la más probable ganadora, por pura inercia, sin merecerlo y sin esforzarse.

Se echa de menos que los dirigentes nacionales no expliquen por qué estos años pasados desde 2018 no fueron una genuina oposición Legislativa en las cámaras del Congreso de la Unión y respaldaron, total o parcialmente, medidas legislativas que claramente atentaron contra el interés superior de la nación. ¿Por qué ahora sí serán una oposición y, esto en qué puede beneficiar a sus electores? Son preguntas que quizá no se han planteado, pero flotan en el ambiente.

Preocupa que las ofertas legislativas de los candidatos sean tan parecidas, por no decir iguales a las de sus adversarios. Y lo mismo ocurre con los formatos de las campañas; se lamenta que, por ejemplo, todos digan que aspiran a abatir la violencia en contra de niñas y mujeres, pero nadie se atreva a proponer llevar a cabo el diagnóstico de la generación de la violencia al interior de los hogares en su comunidad, sin el cuál, medir para conocer y luego corregir el desafío, en sus múltiples dimensiones, es imposible. Cuesta trabajo comparar las propuestas, si no hacen un esfuerzo inteligente, por diferenciarse, más allá, de sacar una canción ocurrente o realizar un desfiguro cada vez peor, en una especie de competencia absurda que corre como espectáculo en el Time Line de las redes sociales, donde, de manera extrema de este triste fenómeno, los ridículos parecen ubicar en la antesala de la gubernatura a un candidato en Nuevo León, de quien seguramente nadie recuerda un planteamiento serio, pero sí las bromas de su esposa. ¿Pensarán gobernar desde un reality show. En serio esa es la mejor oferta de gobierno para los regiomontanos que se asumen la locomotora de la economía nacional?

En este final de campañas electorales, la esperanza de México es, nuevamente, la sociedad. Los grupos organizados, los medios de comunicación, las personas académicas, los estudiantes, han tomado micrófono y liderazgo para plantear la importancia de la decisión que estamos por tomar. La esperanza es que voten masivamente y estampen el pluralismo de la sociedad, en una legislatura diversa y democrática.

@HuicocheaAlanis