/ miércoles 20 de octubre de 2021

Vida Pública | Personas presidentas municipales electas

Como una promesa, se acerca el día en que las personas presidentas municipales electas asumirán el cargo para el que fueron votadas por la mayoría de sus electores; se ciernen también sobre ellas las grandes y graves responsabilidades de gobierno y, entre éstas, la primera que recaerá en sus hombros, será la pesada carga de la seguridad pública.

Poco importa a la ciudadanía, la confusa redacción de nuestra Constitución que dice que los municipios tendrán a su cargo la prestación del “servicio público de policía preventiva” pues, para la gente, al igual que para el más reconocido abogado experto en Derecho constitucional, esa ambigua redacción no significa absolutamente nada y, en los hechos, todo lo que afecte a sus gobernados e impacte negativamente en su convivencia cotidiana, amenazando su seguridad, les será achacado, y las personas exigirán de ellos respuesta activa, positiva e inmediata. En efecto, cualquiera que sea la gravedad de los asuntos, aunque la policía municipal no parezca competente, será siempre inmiscuida, y resultará responsable; por tal razón, más que una advertencia, una previsión indispensable que deben asumir las personas que están por comenzar esa distinguida responsabilidad de administrar la cosa pública municipal, es prepararse para responder con eficacia, rectitud y buenos resultados a la preocupación principal de sus electores y gobernados. Dichas personas pueden tener una certeza: sus antecesores no se prepararon y no resolvieron con buenos resultados esa tarea. Los datos son contundentes, pues el número de delitos que ocurren y el nivel de impunidad, no paran de crecer.

De ese modo, aquel próximo alcalde o alcaldesa que se quiera distinguir positivamente de sus predecesores, bien podría comenzar por asumir como aspecto principal de su administración, el de la seguridad.

Antes -y no mucho antes- ocurría que, para los gobernantes, la responsabilidad de la seguridad pública municipal comenzaba y terminaba con la designación del titular del área respectiva, y el resto del trienio consistía en mantener una gestión tendencial del fenómeno, confiando, sin otro elemento que la esperanza, en que no ocurriera un escándalo durante su gestión. Era pues, un asunto de policías.

Ahora está claro que gobernar es nadar contra corriente; quien no avanza, retrocede. Y en la materia que ocupa este texto, eso puede tener efectos catastróficos. En este momento de la vida nacional, gobernar comienza, efectivamente, por tomar el mando y la responsabilidad de la seguridad pública, y no soltarlo hasta el final de su periodo. De eso depende ser una presidenta o presidente municipal exitoso. La seguridad es asunto ciudadano y gubernamental.

Eso no significa que el convencionalmente llamado alcalde o alcaldesa se deba convertir en jefe de la policía -aunque jurídicamente sí lo es- sino que, para realizar una efectiva delegación de la tarea, tiene que conservar la responsabilidad, y derivar las funciones, a partir de la aplicación de los métodos de la Administración Pública. Eso implica la definición de una visión de su gobierno que sintetice y adopte lo que la ciudadanía desea, el conocimiento de indicadores que le permitan fijarse y hacer públicas sus metas de trabajo, la reorganización de todo el aparato gubernamental enfocado en la consecución de esa finalidad socialmente compartida, y la ejecución impecable e inacabable de una estrategia enfocada en resultados tangibles y comprobables con evidencias.

En este momento, decenas de personas presidentas municipales electas en el Estado de México ya cursan el Diplomado Reforma Policial: Seguridad y Justicia Cívica, organizado por la Secretaría de Seguridad, la Universidad Mexiquense de Seguridad, el Sistema Estatal de Seguridad Pública y el Instituto de Administración Pública del Estado de México (IAPEM) Único en su tipo en todo el país, este programa académico esta sirviendo para que las personas que lo cursen, diseñen, de propia mano, el plan de seguridad municipal, de modo que podrán delegar la función, pero mantener la responsabilidad y, lo mejor, el control, con el que van a restablecer la seguridad, la justicia y la paz.



@HuicocheaAlanis


Como una promesa, se acerca el día en que las personas presidentas municipales electas asumirán el cargo para el que fueron votadas por la mayoría de sus electores; se ciernen también sobre ellas las grandes y graves responsabilidades de gobierno y, entre éstas, la primera que recaerá en sus hombros, será la pesada carga de la seguridad pública.

Poco importa a la ciudadanía, la confusa redacción de nuestra Constitución que dice que los municipios tendrán a su cargo la prestación del “servicio público de policía preventiva” pues, para la gente, al igual que para el más reconocido abogado experto en Derecho constitucional, esa ambigua redacción no significa absolutamente nada y, en los hechos, todo lo que afecte a sus gobernados e impacte negativamente en su convivencia cotidiana, amenazando su seguridad, les será achacado, y las personas exigirán de ellos respuesta activa, positiva e inmediata. En efecto, cualquiera que sea la gravedad de los asuntos, aunque la policía municipal no parezca competente, será siempre inmiscuida, y resultará responsable; por tal razón, más que una advertencia, una previsión indispensable que deben asumir las personas que están por comenzar esa distinguida responsabilidad de administrar la cosa pública municipal, es prepararse para responder con eficacia, rectitud y buenos resultados a la preocupación principal de sus electores y gobernados. Dichas personas pueden tener una certeza: sus antecesores no se prepararon y no resolvieron con buenos resultados esa tarea. Los datos son contundentes, pues el número de delitos que ocurren y el nivel de impunidad, no paran de crecer.

De ese modo, aquel próximo alcalde o alcaldesa que se quiera distinguir positivamente de sus predecesores, bien podría comenzar por asumir como aspecto principal de su administración, el de la seguridad.

Antes -y no mucho antes- ocurría que, para los gobernantes, la responsabilidad de la seguridad pública municipal comenzaba y terminaba con la designación del titular del área respectiva, y el resto del trienio consistía en mantener una gestión tendencial del fenómeno, confiando, sin otro elemento que la esperanza, en que no ocurriera un escándalo durante su gestión. Era pues, un asunto de policías.

Ahora está claro que gobernar es nadar contra corriente; quien no avanza, retrocede. Y en la materia que ocupa este texto, eso puede tener efectos catastróficos. En este momento de la vida nacional, gobernar comienza, efectivamente, por tomar el mando y la responsabilidad de la seguridad pública, y no soltarlo hasta el final de su periodo. De eso depende ser una presidenta o presidente municipal exitoso. La seguridad es asunto ciudadano y gubernamental.

Eso no significa que el convencionalmente llamado alcalde o alcaldesa se deba convertir en jefe de la policía -aunque jurídicamente sí lo es- sino que, para realizar una efectiva delegación de la tarea, tiene que conservar la responsabilidad, y derivar las funciones, a partir de la aplicación de los métodos de la Administración Pública. Eso implica la definición de una visión de su gobierno que sintetice y adopte lo que la ciudadanía desea, el conocimiento de indicadores que le permitan fijarse y hacer públicas sus metas de trabajo, la reorganización de todo el aparato gubernamental enfocado en la consecución de esa finalidad socialmente compartida, y la ejecución impecable e inacabable de una estrategia enfocada en resultados tangibles y comprobables con evidencias.

En este momento, decenas de personas presidentas municipales electas en el Estado de México ya cursan el Diplomado Reforma Policial: Seguridad y Justicia Cívica, organizado por la Secretaría de Seguridad, la Universidad Mexiquense de Seguridad, el Sistema Estatal de Seguridad Pública y el Instituto de Administración Pública del Estado de México (IAPEM) Único en su tipo en todo el país, este programa académico esta sirviendo para que las personas que lo cursen, diseñen, de propia mano, el plan de seguridad municipal, de modo que podrán delegar la función, pero mantener la responsabilidad y, lo mejor, el control, con el que van a restablecer la seguridad, la justicia y la paz.



@HuicocheaAlanis