/ miércoles 21 de octubre de 2020

Vida Pública | ¿Por qué ganó el PRI?

Que en política no hay sorpresas, sino sorprendidos, se comprobó este domingo al triunfo del PRI en las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo, en las que, para muchos inesperado, emergió una fuerza viva, activa y triunfadora, por dos razones precisas.

1. Lo hemos dicho antes en este espacio, el PRI es una organización, pero el priismo es un fenómeno antropológico; a la desaparición del primero, el segundo sobrevivirá décadas. A pesar del rictus mortis del PRI, el priismo vive en las calles, barrios, colonias del país; como carbón al blanco vivo, ciertamente extinguiéndose lentamente, el priismo nada más requiere una bocanada de aire fresco para encender y flamear, pero esto el PRI parece no entenderlo.

2. Para ello hay que saber en dónde soplar; es decir, exactamente en qué puntos la brasa está en latencia, y para eso, me consta, el PRI de Hidalgo usó la mejor herramienta: el ADN Electoral. Este permitió a la dirigencia de ese partido entender las motivaciones emocionales de los electores hidalguenses, ubicar con precisión las secciones electorales, las calles y colonias, dónde el priismo esperaba el estímulo correcto, la ventisca que lo prendiera.

Instrumento matemático, el ADN Electoral es un algoritmo que usa 6 grandes bases de datos de cada sección electoral, en las que combina el tamaño de la lista nominal, los resultados de los últimos 6 procesos electorales, la diferencia por la cual se ha ganado o perdido la sección, la frecuencia de triunfo o derrota, el nivel de participación ciudadana y el nivel de competencia por partido. Como se observa, es la información que siempre usan los partidos, pero no la saben combinar toda junta, y el ADN Electoral lo hace para determinar cuántos votos se necesitan en cada sección para ganar, cuántas y qué personas están dispuestas a votar a favor de determinado partido.

Sabiendo lo anterior, lo que resta es una bocanada de aire fresco. La dirigencia estatal del PRI de Hidalgo se abocó a identificar a ciudadanas mujeres, en municipios de férreas tradiciones machistas y hasta misóginas, para postular candidatas con arraigo, formación académica y prestigio en la comunidad, y ganó.

Ciertamente, el resultado de una elección es multifactorial y se explica de muchas maneras, pero en esta ocasión, al menos en el triunfo del PRI de Hidalgo, el uso de un método de precisión, y la apuesta por un priismo renovado, en afortunada mezcla con la experiencia del partido más añoso, permitieron que el PRI obtuviera 32 ayuntamientos, muy por encima de MORENA, su más cercano adversario, que apenas logró 6.

Entre los otros factores que explican por qué ganó el PRI, destaca en segundo plano una tendencia que ya había ocurrido en seis elecciones anteriores a las del domingo pasado y posteriores a la presidencial de 2018: el desplome de la votación a favor de MORENA, cuando en la elección no aparece AMLO. Ya son ocho elecciones estatales en las que esto ocurre y se confirma que ese llamado movimiento no es competitivo por sí solo en elecciones locales.

Hay muchas cosas más interesantes que derivan de la jornada electoral del domingo, pero por ahora se puede colegir que, con el ADN Electoral aunado a otros factores no mencionados, como un trabajo de selección de candidatos realizado con bisturí, una dirigencia hiperactiva, y buenos resultados del ejercicio de gobierno, la fórmula no falla, y es posible que un partido diferente triunfe sobre la fuerza política que hoy luce dominante.

No deja de ser interesante que sea el priismo -no el PRI- el que haya traído una señal de esperanza en nuestro sistema de partidos, y en los procesos democráticos, como opción de futuro para México.

@HuicocheaAlanis

Que en política no hay sorpresas, sino sorprendidos, se comprobó este domingo al triunfo del PRI en las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo, en las que, para muchos inesperado, emergió una fuerza viva, activa y triunfadora, por dos razones precisas.

1. Lo hemos dicho antes en este espacio, el PRI es una organización, pero el priismo es un fenómeno antropológico; a la desaparición del primero, el segundo sobrevivirá décadas. A pesar del rictus mortis del PRI, el priismo vive en las calles, barrios, colonias del país; como carbón al blanco vivo, ciertamente extinguiéndose lentamente, el priismo nada más requiere una bocanada de aire fresco para encender y flamear, pero esto el PRI parece no entenderlo.

2. Para ello hay que saber en dónde soplar; es decir, exactamente en qué puntos la brasa está en latencia, y para eso, me consta, el PRI de Hidalgo usó la mejor herramienta: el ADN Electoral. Este permitió a la dirigencia de ese partido entender las motivaciones emocionales de los electores hidalguenses, ubicar con precisión las secciones electorales, las calles y colonias, dónde el priismo esperaba el estímulo correcto, la ventisca que lo prendiera.

Instrumento matemático, el ADN Electoral es un algoritmo que usa 6 grandes bases de datos de cada sección electoral, en las que combina el tamaño de la lista nominal, los resultados de los últimos 6 procesos electorales, la diferencia por la cual se ha ganado o perdido la sección, la frecuencia de triunfo o derrota, el nivel de participación ciudadana y el nivel de competencia por partido. Como se observa, es la información que siempre usan los partidos, pero no la saben combinar toda junta, y el ADN Electoral lo hace para determinar cuántos votos se necesitan en cada sección para ganar, cuántas y qué personas están dispuestas a votar a favor de determinado partido.

Sabiendo lo anterior, lo que resta es una bocanada de aire fresco. La dirigencia estatal del PRI de Hidalgo se abocó a identificar a ciudadanas mujeres, en municipios de férreas tradiciones machistas y hasta misóginas, para postular candidatas con arraigo, formación académica y prestigio en la comunidad, y ganó.

Ciertamente, el resultado de una elección es multifactorial y se explica de muchas maneras, pero en esta ocasión, al menos en el triunfo del PRI de Hidalgo, el uso de un método de precisión, y la apuesta por un priismo renovado, en afortunada mezcla con la experiencia del partido más añoso, permitieron que el PRI obtuviera 32 ayuntamientos, muy por encima de MORENA, su más cercano adversario, que apenas logró 6.

Entre los otros factores que explican por qué ganó el PRI, destaca en segundo plano una tendencia que ya había ocurrido en seis elecciones anteriores a las del domingo pasado y posteriores a la presidencial de 2018: el desplome de la votación a favor de MORENA, cuando en la elección no aparece AMLO. Ya son ocho elecciones estatales en las que esto ocurre y se confirma que ese llamado movimiento no es competitivo por sí solo en elecciones locales.

Hay muchas cosas más interesantes que derivan de la jornada electoral del domingo, pero por ahora se puede colegir que, con el ADN Electoral aunado a otros factores no mencionados, como un trabajo de selección de candidatos realizado con bisturí, una dirigencia hiperactiva, y buenos resultados del ejercicio de gobierno, la fórmula no falla, y es posible que un partido diferente triunfe sobre la fuerza política que hoy luce dominante.

No deja de ser interesante que sea el priismo -no el PRI- el que haya traído una señal de esperanza en nuestro sistema de partidos, y en los procesos democráticos, como opción de futuro para México.

@HuicocheaAlanis