/ miércoles 25 de agosto de 2021

Vida Pública | Presidentes municipales sin miedo

Difícil de creer, pero fácil de constatar, es afirmar que, con demasiada frecuencia, los presidentes municipales tienen miedo; miedo a cobrar impuestos y derechos a los ciudadanos; miedo a asumir plenamente su obligación de velar por la seguridad pública en sus municipios; miedo a transparentar el uso de recursos públicos y a evaluar los resultados de sus acciones y obras de gobierno. Cuando, por la razón que sea, cumplen una de estas tres funciones, se puede decir que tienen miedo a gobernar. Nada más quien cobra impuestos, asume la seguridad pública, y transparenta y evalúa el destino del gasto, puede afirmar que gobierna.

Necesitamos presidentes municipales que no tengan miedo de gobernar. Que no teman, para empezar, cobrar, sí, cobrar empezando por quienes votaron por ellos, y hacerlo sobre todo, respecto del impuesto predial, fuente de ingresos públicos fundamental para dar valor a los bienes y servicios públicos. Cobrar sin temor, hacerlo como lo hace el banco, que lejos de darles un trato preferencial y mucho menos de exentarlos, cobra primero a quienes mejor pagan, y sin conformarse con ello, les ofrece, al mismo tiempo, nuevos productos y servicios, a grado tal que el “estado de cuenta” es, al mismo tiempo, recordatorio del pago, e instrumento de venta de servicios adicionales. Y cuando el cliente cumplidor, por alguna razón cae en mora, lejos de perdonarlo, le da un tratamiento especial para que no deje de cumplir su obligación crediticia y, en el extremo, lo pasa a su cartera vencida, misma que vende al mejor postor, el cual no dejará de ir por el deudor. Y por si fuera poco, tiempo después vuelve a contactarlo a efecto de establecer nueva relación sin importar sus antecedentes.

Cobrar, cobrar y cobrar, son pues, las tres acciones para las que debe prepararse un alcalde que aspire a gobernar. Esto es un imperativo, pues sabido es que los próximos gobiernos municipales del Estado de México padecerán el peor escenario de la historia en nuestro país, como resultado de tres hechos irreversibles: el decrecimiento de la población de los municipios, que es uno de los criterios que pesan en la fórmula que utiliza la federación para determinar los montos a asignar por vía de las participaciones a las entidades y municipios; la reducción que ya sufrió el Estado en el año en curso, lo cual provocará que el techo presupuestal para el año entrante esté muy por debajo que en el pasado; y el impacto de pérdida de valor del dinero que está ocurriendo cada día, y que siempre puede empeorar ante el complejo escenario mundial y nacional.

Lo anterior es posible con dos líneas de acción, ambas indispensables. La primera, digamos, hacia delante, consiste en modernizar el catastro, para lo cual el gobierno del Estado de México puede asesorarles y auxiliarles, aunque eso implica, de todos modos, una importante inversión que en este momento ningún municipio puede realizar, a menos que lo haga endeudándose más. La otra, diríamos, hacia atrás, consiste en ir por la cartera vencida, lo que es posible con el diseño de una política pública adecuada, la cual puede realizarse con un costo cero de inversión, en lo que el IAPEM está preparado para auxiliarlos. Quizá lo más acertado sería una afortunada combinación de ambas líneas de acción: empezar por recuperar la cartera vencida, y ocupar ésta para invertir en la modernización catastral; esa, junto con otras combinaciones que incluyan el uso inteligente del crédito y la alianza con municipios vecinos, es la mezcla virtuosa de acciones para superar exitosamente la situación actual. Todo depende de que la respectiva presidencia municipal aspire a gobernar.

@HuicocheaAlanis

Difícil de creer, pero fácil de constatar, es afirmar que, con demasiada frecuencia, los presidentes municipales tienen miedo; miedo a cobrar impuestos y derechos a los ciudadanos; miedo a asumir plenamente su obligación de velar por la seguridad pública en sus municipios; miedo a transparentar el uso de recursos públicos y a evaluar los resultados de sus acciones y obras de gobierno. Cuando, por la razón que sea, cumplen una de estas tres funciones, se puede decir que tienen miedo a gobernar. Nada más quien cobra impuestos, asume la seguridad pública, y transparenta y evalúa el destino del gasto, puede afirmar que gobierna.

Necesitamos presidentes municipales que no tengan miedo de gobernar. Que no teman, para empezar, cobrar, sí, cobrar empezando por quienes votaron por ellos, y hacerlo sobre todo, respecto del impuesto predial, fuente de ingresos públicos fundamental para dar valor a los bienes y servicios públicos. Cobrar sin temor, hacerlo como lo hace el banco, que lejos de darles un trato preferencial y mucho menos de exentarlos, cobra primero a quienes mejor pagan, y sin conformarse con ello, les ofrece, al mismo tiempo, nuevos productos y servicios, a grado tal que el “estado de cuenta” es, al mismo tiempo, recordatorio del pago, e instrumento de venta de servicios adicionales. Y cuando el cliente cumplidor, por alguna razón cae en mora, lejos de perdonarlo, le da un tratamiento especial para que no deje de cumplir su obligación crediticia y, en el extremo, lo pasa a su cartera vencida, misma que vende al mejor postor, el cual no dejará de ir por el deudor. Y por si fuera poco, tiempo después vuelve a contactarlo a efecto de establecer nueva relación sin importar sus antecedentes.

Cobrar, cobrar y cobrar, son pues, las tres acciones para las que debe prepararse un alcalde que aspire a gobernar. Esto es un imperativo, pues sabido es que los próximos gobiernos municipales del Estado de México padecerán el peor escenario de la historia en nuestro país, como resultado de tres hechos irreversibles: el decrecimiento de la población de los municipios, que es uno de los criterios que pesan en la fórmula que utiliza la federación para determinar los montos a asignar por vía de las participaciones a las entidades y municipios; la reducción que ya sufrió el Estado en el año en curso, lo cual provocará que el techo presupuestal para el año entrante esté muy por debajo que en el pasado; y el impacto de pérdida de valor del dinero que está ocurriendo cada día, y que siempre puede empeorar ante el complejo escenario mundial y nacional.

Lo anterior es posible con dos líneas de acción, ambas indispensables. La primera, digamos, hacia delante, consiste en modernizar el catastro, para lo cual el gobierno del Estado de México puede asesorarles y auxiliarles, aunque eso implica, de todos modos, una importante inversión que en este momento ningún municipio puede realizar, a menos que lo haga endeudándose más. La otra, diríamos, hacia atrás, consiste en ir por la cartera vencida, lo que es posible con el diseño de una política pública adecuada, la cual puede realizarse con un costo cero de inversión, en lo que el IAPEM está preparado para auxiliarlos. Quizá lo más acertado sería una afortunada combinación de ambas líneas de acción: empezar por recuperar la cartera vencida, y ocupar ésta para invertir en la modernización catastral; esa, junto con otras combinaciones que incluyan el uso inteligente del crédito y la alianza con municipios vecinos, es la mezcla virtuosa de acciones para superar exitosamente la situación actual. Todo depende de que la respectiva presidencia municipal aspire a gobernar.

@HuicocheaAlanis