/ miércoles 20 de enero de 2021

Vida Pública | Priismo ganador 

El PRI del Estado de México tiene todo para ganar en las elecciones federales y locales de este año, y en la elección de gobernador de 2023 pero, antes de explicar tal afirmación, es preciso tener presentes dos consideraciones.

La primera es que al lopezobradorismo se le puede ganar a pesar de la popularidad que el Presidente conserva. Baste precisar que, si bien AMLO mantiene 62 por ciento de respaldo ciudadano, algo similar vivieron en su momento, Felipe Calderón, que llegó a la elección de mitad de su mandado con 67 por ciento de aprobación, y Vicente Fox, que lo hizo con 60 puntos y, a pesar de tan buenos números, ambos fracasaron, ninguno logró ganar la mayoría en la Cámara de Diputados. Y algo más: en 2018, al inicio de su mandato, AMLO arrancó con 80 por ciento de respaldo popular, lo que significa que en dos años ha perdido 20 puntos, eso representa una caída espectacular, peor que la peñanietista, que requirió tres años para perder igual respaldo. Por cierto, es importante precisar que el único presidente que llegó a la elección de medio término de su sexenio con una popularidad inferior, fue Enrique Peña Nieto (39%) y sin embargo, fue el único que ganó y logró la mayoría en la Cámara de Diputados en 2015, lo que sólo se explica por la acertada dirigencia de su partido que supo comunicarse con el priismo y movilizarlo.

La segunda es que después de la elección presidencial de 2018, MORENA no ha dejado de perder votos. En las elecciones locales celebradas en 2019 en Aguascalientes, Baja California, Durango, Puebla, Quintana Roo y Tamaulipas, y en las de 2020 de Hidalgo y Coahuila su votación cayó en 68.5 por ciento en promedio. Es decir que, si AMLO no aparece en la boleta, su partido pierde rendimiento. Es normal, podrá argumentarse, pues todos los partidos pierden electores en elecciones menos interesantes que la presidencial, lo cual es cierto, pero MORENA pierde mucho más que el PRI (41%) y que el PAN (24%).

A la luz de los datos, MORENA parece más el espectro de un gigante, que una organización vital. Hay quienes se van con la finta, pero la verdadera dimensión de su fuerza electoral es bastante menor de lo que creen ellos mismos y sus adversarios.

En gran medida desdibujados en la política local, porque su representatividad en el legislativo es francamente testimonial, y dada su raquítica presencia al frente ayuntamientos en municipios relevantes, donde destaca la excepción de Huixquilucan, el PAN y el PRD, otrora contrapesos más que significativos, parecieran confinados a sumarse al PRI, a efecto de lograr el deseable equilibrio en los congresos federal y local.

Con presencia en todos los ayuntamientos y la primera minoría en la Cámara de Diputados, el más numeroso registro partidario de militantes y, sobre todo la poderosa gubernatura, el PRI aparece en el escenario político, como el protagonista de la elección que, para ganar, nada más requiere, siguiendo con inteligencia y humildad los recientes ejemplos de los priismos de Hidalgo y Coahuila, articular una narrativa de gobierno local exitoso, con estrategias comunicativas que, como en esas entidades, apelen al orgullo de pertenencia y acreditar los resultados parciales de su gobierno estatal, en tanto el partido orquesta una cálida interacción directa con sus militantes y de movilización electoral de precisión y eficiencia. El priismo mexiquense tiene todo para ganar.

Con un gobierno estatal que ha hecho mucho más que cualquier otro en el país, debería ser hasta cierto punto fácil redactar la narrativa que explique el orgullo de pertenecer al PRI y las razones de respaldar a su gobierno estatal, haciendo ver que, además de las acciones para enfrentar la pandemia, sólo en el último año, se detonaron proyectos por más de 74 mil millones de pesos de inversión extranjera, y casi 100 mil empleos; entró en marcha el programa de apoyo emergente con el que se entregaron más de 2 mil 500 apoyos a artesanos, 17 mil créditos a emprendedores, y más de 280 mil paquetes de fertilizante a 57 mil productores agrícolas; además de créditos flexibles por más de 660 millones de pesos a 280 Pequeñas y Medianas Empresas; y subsidios sobre el Impuesto Sobre Nómina, además de condonación del Impuesto sobre Servicios de Hospedaje a otras 45 mil empresas que dan trabajo a más de medio millón de personas.

Esos datos, a los que se pueden agregar los de política social con énfasis en la mujer, y la respuesta dada al impacto del desempleo, que fue único en el territorio nacional, y muchos más que saltan a la vista con sólo hojear el último informe de gobierno, bastarían para redactar la percepción de éxito, que los mexiquenses han construido y necesitan escuchar para multiplicar el esfuerzo.

Con un gobierno que sí da resultados, y un escenario electoral más favorecedor de lo que parece, más una estrategia electoral de eficiencia y alta rentabilidad, y una narrativa que hilvane lo anterior, el priismo mexiquense tiene todo para ganar 2021 y 2023.

@HuicocheaAlanis

El PRI del Estado de México tiene todo para ganar en las elecciones federales y locales de este año, y en la elección de gobernador de 2023 pero, antes de explicar tal afirmación, es preciso tener presentes dos consideraciones.

La primera es que al lopezobradorismo se le puede ganar a pesar de la popularidad que el Presidente conserva. Baste precisar que, si bien AMLO mantiene 62 por ciento de respaldo ciudadano, algo similar vivieron en su momento, Felipe Calderón, que llegó a la elección de mitad de su mandado con 67 por ciento de aprobación, y Vicente Fox, que lo hizo con 60 puntos y, a pesar de tan buenos números, ambos fracasaron, ninguno logró ganar la mayoría en la Cámara de Diputados. Y algo más: en 2018, al inicio de su mandato, AMLO arrancó con 80 por ciento de respaldo popular, lo que significa que en dos años ha perdido 20 puntos, eso representa una caída espectacular, peor que la peñanietista, que requirió tres años para perder igual respaldo. Por cierto, es importante precisar que el único presidente que llegó a la elección de medio término de su sexenio con una popularidad inferior, fue Enrique Peña Nieto (39%) y sin embargo, fue el único que ganó y logró la mayoría en la Cámara de Diputados en 2015, lo que sólo se explica por la acertada dirigencia de su partido que supo comunicarse con el priismo y movilizarlo.

La segunda es que después de la elección presidencial de 2018, MORENA no ha dejado de perder votos. En las elecciones locales celebradas en 2019 en Aguascalientes, Baja California, Durango, Puebla, Quintana Roo y Tamaulipas, y en las de 2020 de Hidalgo y Coahuila su votación cayó en 68.5 por ciento en promedio. Es decir que, si AMLO no aparece en la boleta, su partido pierde rendimiento. Es normal, podrá argumentarse, pues todos los partidos pierden electores en elecciones menos interesantes que la presidencial, lo cual es cierto, pero MORENA pierde mucho más que el PRI (41%) y que el PAN (24%).

A la luz de los datos, MORENA parece más el espectro de un gigante, que una organización vital. Hay quienes se van con la finta, pero la verdadera dimensión de su fuerza electoral es bastante menor de lo que creen ellos mismos y sus adversarios.

En gran medida desdibujados en la política local, porque su representatividad en el legislativo es francamente testimonial, y dada su raquítica presencia al frente ayuntamientos en municipios relevantes, donde destaca la excepción de Huixquilucan, el PAN y el PRD, otrora contrapesos más que significativos, parecieran confinados a sumarse al PRI, a efecto de lograr el deseable equilibrio en los congresos federal y local.

Con presencia en todos los ayuntamientos y la primera minoría en la Cámara de Diputados, el más numeroso registro partidario de militantes y, sobre todo la poderosa gubernatura, el PRI aparece en el escenario político, como el protagonista de la elección que, para ganar, nada más requiere, siguiendo con inteligencia y humildad los recientes ejemplos de los priismos de Hidalgo y Coahuila, articular una narrativa de gobierno local exitoso, con estrategias comunicativas que, como en esas entidades, apelen al orgullo de pertenencia y acreditar los resultados parciales de su gobierno estatal, en tanto el partido orquesta una cálida interacción directa con sus militantes y de movilización electoral de precisión y eficiencia. El priismo mexiquense tiene todo para ganar.

Con un gobierno estatal que ha hecho mucho más que cualquier otro en el país, debería ser hasta cierto punto fácil redactar la narrativa que explique el orgullo de pertenecer al PRI y las razones de respaldar a su gobierno estatal, haciendo ver que, además de las acciones para enfrentar la pandemia, sólo en el último año, se detonaron proyectos por más de 74 mil millones de pesos de inversión extranjera, y casi 100 mil empleos; entró en marcha el programa de apoyo emergente con el que se entregaron más de 2 mil 500 apoyos a artesanos, 17 mil créditos a emprendedores, y más de 280 mil paquetes de fertilizante a 57 mil productores agrícolas; además de créditos flexibles por más de 660 millones de pesos a 280 Pequeñas y Medianas Empresas; y subsidios sobre el Impuesto Sobre Nómina, además de condonación del Impuesto sobre Servicios de Hospedaje a otras 45 mil empresas que dan trabajo a más de medio millón de personas.

Esos datos, a los que se pueden agregar los de política social con énfasis en la mujer, y la respuesta dada al impacto del desempleo, que fue único en el territorio nacional, y muchos más que saltan a la vista con sólo hojear el último informe de gobierno, bastarían para redactar la percepción de éxito, que los mexiquenses han construido y necesitan escuchar para multiplicar el esfuerzo.

Con un gobierno que sí da resultados, y un escenario electoral más favorecedor de lo que parece, más una estrategia electoral de eficiencia y alta rentabilidad, y una narrativa que hilvane lo anterior, el priismo mexiquense tiene todo para ganar 2021 y 2023.

@HuicocheaAlanis