/ miércoles 28 de octubre de 2020

Vida Pública | Sismo, cism y pandemia no detienen a ADM

Histórico por su austero formato, revelador por su nutrido contenido, el Tercer Informe de Gobierno presentado por Alfredo Del Mazo Maza ha dejado un grato sabor de boca y avivado la insaciabilidad; es decir, en principio gusta a los mexiquenses quienes, sin embargo, quieren y exigen más de un gobierno que está llevando a cabo una especie de revolución silenciosa, sustituyendo paulatina, pero claramente, el paradigma asistencialista del poder, por el del empoderamiento social, más moderno y democrático, del ejercicio de la administración pública.

Llamó poderosa y positivamente la atención de los especialistas, un dato eminentemente técnico, pero fundamental, el hecho de que cuando por todos lados se habla de crisis económica y no pocos gobernadores lamentan la escases de recursos financieros, el Gobierno del Estado de México haya logrado de parte de algunas de las más prestigiosas y demandantes empresas calificadoras, la confirmación crediticia “A+ y AA con perspectiva estable” para el futuro, lo que brinda certeza y confianza sobre las finanzas públicas y garantiza la continuidad de la inversión pública, pudiendo significar la prolongación de beneficios en favor de emprendedores y trabajadores y, sobre todo, la permanencia y ampliación de los programas sociales. A ello, habría que aunar la reestructuración de la administración pública y, sobre todo, el control sobre el gasto, que ha permitido importantes ahorros, para priorizar su destino con renovados criterios. Todo esto, dice poco al grueso de la población, pero significa mucho, precisamente, para la mayoría de los mexiquenses.

De esa fortaleza estructural deriva un cambio fundamental en la política social del Gobierno del Estado de México, muy probablemente obligado por la estrechez de los recursos disponibles y, sin duda, también a causa de las convicciones del gobernante que, en los hechos, va abandonando el carácter clientelar y asistencialista de sus acciones de gobierno, y dejando atrás la idea de que los apoyos sociales forman parte del gasto, para ir asumiendo que la sociedad mexiquense necesita una inversión para acrecentar su capital social, echando a andar tareas y programas dirigidos a lograr el empoderamiento de las personas -subrayadamente de las mujeres- y crear oportunidades de desarrollo con dignidad para más mexiquenses, sobre la certeza de que estas son las condiciones mínimas para vivir con civilidad y libertad.

A lo anterior obedece la contundencia con la que el Gobernador refrendó su compromiso de responder sirviendo a las mujeres, como motivo central de su gestión y, sobre todo el giro que la política pública emblemática de su gestión, el “Salario Rosa”, ha venido dando en los últimos meses en los que, sin dejar de entregar apoyos concretos en diversas modalidades a más mexiquenses, cada vez se centra más en el desarrollo de habilidades y capacidades para la vida. A lo anterior se suma el énfasis que el Ejecutivo puso en la formación y capacitación para el trabajo, acompañado del impulso sin precedente impreso a la justicia laboral, en el Estado de México. Esta transformación -me parece- no es menor, la idea de que “hasta los pobres entre lo más pobres pueden trabajar en su propio desarrollo”, enarbolada por Muhammad Yunus, ha demostrado su eficacia y parece más que pertinente para la realidad de nuestra entidad.

Si además de lo anterior, consideramos la abundante y precisa información que da cuenta de importantes obras de infraestructura carretera y de movilidad urbana, podríamos afirmar sin exagerar que el Gobierno del Estado está procediendo “por nota”, siguiendo los acordes que expertos, académicos y empresarios han propuesto; consolidar al Estado como el centro logístico del país, y nodo de la red de distribución de mercancías para América del Norte.

Así pues, la información vertida en el Tercer Informe de Gobierno fue abundante, útil y, hay que decirlo, no dejó cabos sueltos, pues también reconoció rezagos y desafíos; los primeros en cuanto a que los datos aportados, siendo relevantes, no acaban de impactar positiva y contundentemente en nuestras vidas; y el reto que todavía representa la seguridad pública, “talón de Aquiles” del Estado mexicano pero que, en nuestro territorio no puede seguir atendiéndose como hasta ahora.

Como se advierte, la gestión que lidera Alfredo Del Mazo Maza tiene mucho más que informar de lo que sus críticos piensan. Quizá falta hilar todos esos valiosos datos, en una historia que contar, una narrativa que bien podría empezar subrayando que, un sismo geográfico, ni un cisma electoral, ni una pandemia global lo arredran, pues ciertamente, ante una sociedad que exige y merece más, este es un gobierno que no se detiene.

@HuicocheaAlanis

Histórico por su austero formato, revelador por su nutrido contenido, el Tercer Informe de Gobierno presentado por Alfredo Del Mazo Maza ha dejado un grato sabor de boca y avivado la insaciabilidad; es decir, en principio gusta a los mexiquenses quienes, sin embargo, quieren y exigen más de un gobierno que está llevando a cabo una especie de revolución silenciosa, sustituyendo paulatina, pero claramente, el paradigma asistencialista del poder, por el del empoderamiento social, más moderno y democrático, del ejercicio de la administración pública.

Llamó poderosa y positivamente la atención de los especialistas, un dato eminentemente técnico, pero fundamental, el hecho de que cuando por todos lados se habla de crisis económica y no pocos gobernadores lamentan la escases de recursos financieros, el Gobierno del Estado de México haya logrado de parte de algunas de las más prestigiosas y demandantes empresas calificadoras, la confirmación crediticia “A+ y AA con perspectiva estable” para el futuro, lo que brinda certeza y confianza sobre las finanzas públicas y garantiza la continuidad de la inversión pública, pudiendo significar la prolongación de beneficios en favor de emprendedores y trabajadores y, sobre todo, la permanencia y ampliación de los programas sociales. A ello, habría que aunar la reestructuración de la administración pública y, sobre todo, el control sobre el gasto, que ha permitido importantes ahorros, para priorizar su destino con renovados criterios. Todo esto, dice poco al grueso de la población, pero significa mucho, precisamente, para la mayoría de los mexiquenses.

De esa fortaleza estructural deriva un cambio fundamental en la política social del Gobierno del Estado de México, muy probablemente obligado por la estrechez de los recursos disponibles y, sin duda, también a causa de las convicciones del gobernante que, en los hechos, va abandonando el carácter clientelar y asistencialista de sus acciones de gobierno, y dejando atrás la idea de que los apoyos sociales forman parte del gasto, para ir asumiendo que la sociedad mexiquense necesita una inversión para acrecentar su capital social, echando a andar tareas y programas dirigidos a lograr el empoderamiento de las personas -subrayadamente de las mujeres- y crear oportunidades de desarrollo con dignidad para más mexiquenses, sobre la certeza de que estas son las condiciones mínimas para vivir con civilidad y libertad.

A lo anterior obedece la contundencia con la que el Gobernador refrendó su compromiso de responder sirviendo a las mujeres, como motivo central de su gestión y, sobre todo el giro que la política pública emblemática de su gestión, el “Salario Rosa”, ha venido dando en los últimos meses en los que, sin dejar de entregar apoyos concretos en diversas modalidades a más mexiquenses, cada vez se centra más en el desarrollo de habilidades y capacidades para la vida. A lo anterior se suma el énfasis que el Ejecutivo puso en la formación y capacitación para el trabajo, acompañado del impulso sin precedente impreso a la justicia laboral, en el Estado de México. Esta transformación -me parece- no es menor, la idea de que “hasta los pobres entre lo más pobres pueden trabajar en su propio desarrollo”, enarbolada por Muhammad Yunus, ha demostrado su eficacia y parece más que pertinente para la realidad de nuestra entidad.

Si además de lo anterior, consideramos la abundante y precisa información que da cuenta de importantes obras de infraestructura carretera y de movilidad urbana, podríamos afirmar sin exagerar que el Gobierno del Estado está procediendo “por nota”, siguiendo los acordes que expertos, académicos y empresarios han propuesto; consolidar al Estado como el centro logístico del país, y nodo de la red de distribución de mercancías para América del Norte.

Así pues, la información vertida en el Tercer Informe de Gobierno fue abundante, útil y, hay que decirlo, no dejó cabos sueltos, pues también reconoció rezagos y desafíos; los primeros en cuanto a que los datos aportados, siendo relevantes, no acaban de impactar positiva y contundentemente en nuestras vidas; y el reto que todavía representa la seguridad pública, “talón de Aquiles” del Estado mexicano pero que, en nuestro territorio no puede seguir atendiéndose como hasta ahora.

Como se advierte, la gestión que lidera Alfredo Del Mazo Maza tiene mucho más que informar de lo que sus críticos piensan. Quizá falta hilar todos esos valiosos datos, en una historia que contar, una narrativa que bien podría empezar subrayando que, un sismo geográfico, ni un cisma electoral, ni una pandemia global lo arredran, pues ciertamente, ante una sociedad que exige y merece más, este es un gobierno que no se detiene.

@HuicocheaAlanis