/ miércoles 25 de marzo de 2020

Vida Pública | Vida pública desde casa


Ha llegado el momento de hacer vida en sociedad desde nuestras casas; de combatir desde la intimidad del hogar los desafíos globales; nuestras vidas están cambiando, mas no pueden detenerse; esto significa que la dinámica social no se puede parar aunque la mayoría de los comercios permanezcan con las cortinas abajo.

La vida pública, expresión que da nombre a esta columna, deriva de la idea de esfera de la vida pública, acuñada por el filósofo alemán Jürgen Habermas para describir un espacio de la vida, en contraposición a la esfera privada en la vida de las personas, su clara diferenciación pero mutua dependencia, fue una de las principales conquistas de la civilización moderna. De acuerdo con él, la esfera de la vida pública es un espacio de participación ciudadana centrada en la deliberación de lo racional, en la que conviven los intereses comunes, autoridades compartidas y poderes legítimos, frente a otra esfera, perteneciente a cada cual, inviolable, en el que no cabía inmiscuirse. La existencia de la esfera pública se consideró una precondición para el desarrollo democrático en los pasados dos siglos. La enfermedad llamada Covid-19 ha acelerado un proceso de simbiosis entre las dos esferas de la vida, la pública y la privada.

Aquí y ahora, el concepto de esfera de la vida pública nos ayuda a visualizar todo eso que debemos atender en conjunto y que no se puede ignorar. A los importantes retos de la sociedad que ya conocíamos como la inseguridad pública, la desigualdad de la mujer, la lucha contra la corrupción, se agregan ahora, dos urgencias: detener la epidemia y reactivar la economía, empezando por la local. Es preciso que atendamos lo urgente sin desatender lo importante. Nada fácil.

Obviamente algo vital: se requiere de todos sin excepción.

Lo primero: mantenerse en casa para ayudar a frenar la expansión de la epidemia y seguir las sencillas recomendaciones de cuidados personales, además de exigir, con más vigor que hasta ahora, acciones más contundentes de la autoridad en la atención de la contingencia y vigilar su cumplimiento, empezando por el muy necesario despliegue de aplicación masiva de pruebas que permitan ir cercando al virus, como lo hicieron en China, Corea y Alemania, y están haciéndolo, aunque tardíamente, en Italia y EU.

Lo segundo, activarnos como nunca lo hemos hecho, aprovechando la lección muy recientemente aprendida de las redes sociales para, haciendo uso de las mismas tecnologías de la comunicación, materialicemos la solidaridad, emprendiendo el intercambio de bienes y servicios en red; es necesaria una plataforma que fortifique y propicie el comercio local que indique con quién se puede conseguir el producto que se requiere, con un apartado de ofertas de productos, de servicios de los siempre indispensables oficios y de profesionistas independientes; una abundante y autogestiva oferta de empleo y ofertas de trueque con los excedentes de bienes de consumo que alguien posea, incluso de aquellos afortunados que pueden ofrecer objetos útiles en donación y hasta aportaciones económicas de ayudas directas a personas sin empleo y necesitadas.

Para los asuntos importantes, a partir de ahora, más necesario que nunca antes, trabajar a partir de diagnósticos claros, transparentes, públicos, que arrojen indicadores de mejora y con el uso de tecnología que ya existe aplicada a: la seguridad pública, la igualdad de género y la transparencia. En los tres existen avances pero, claramente es el primero, la inseguridad, el desafío que no puede postergarse, es momento de actuar con urgencia para, desde la vida privada, recuperar nuestra vida pública.

@HuicocheaAlanis


Ha llegado el momento de hacer vida en sociedad desde nuestras casas; de combatir desde la intimidad del hogar los desafíos globales; nuestras vidas están cambiando, mas no pueden detenerse; esto significa que la dinámica social no se puede parar aunque la mayoría de los comercios permanezcan con las cortinas abajo.

La vida pública, expresión que da nombre a esta columna, deriva de la idea de esfera de la vida pública, acuñada por el filósofo alemán Jürgen Habermas para describir un espacio de la vida, en contraposición a la esfera privada en la vida de las personas, su clara diferenciación pero mutua dependencia, fue una de las principales conquistas de la civilización moderna. De acuerdo con él, la esfera de la vida pública es un espacio de participación ciudadana centrada en la deliberación de lo racional, en la que conviven los intereses comunes, autoridades compartidas y poderes legítimos, frente a otra esfera, perteneciente a cada cual, inviolable, en el que no cabía inmiscuirse. La existencia de la esfera pública se consideró una precondición para el desarrollo democrático en los pasados dos siglos. La enfermedad llamada Covid-19 ha acelerado un proceso de simbiosis entre las dos esferas de la vida, la pública y la privada.

Aquí y ahora, el concepto de esfera de la vida pública nos ayuda a visualizar todo eso que debemos atender en conjunto y que no se puede ignorar. A los importantes retos de la sociedad que ya conocíamos como la inseguridad pública, la desigualdad de la mujer, la lucha contra la corrupción, se agregan ahora, dos urgencias: detener la epidemia y reactivar la economía, empezando por la local. Es preciso que atendamos lo urgente sin desatender lo importante. Nada fácil.

Obviamente algo vital: se requiere de todos sin excepción.

Lo primero: mantenerse en casa para ayudar a frenar la expansión de la epidemia y seguir las sencillas recomendaciones de cuidados personales, además de exigir, con más vigor que hasta ahora, acciones más contundentes de la autoridad en la atención de la contingencia y vigilar su cumplimiento, empezando por el muy necesario despliegue de aplicación masiva de pruebas que permitan ir cercando al virus, como lo hicieron en China, Corea y Alemania, y están haciéndolo, aunque tardíamente, en Italia y EU.

Lo segundo, activarnos como nunca lo hemos hecho, aprovechando la lección muy recientemente aprendida de las redes sociales para, haciendo uso de las mismas tecnologías de la comunicación, materialicemos la solidaridad, emprendiendo el intercambio de bienes y servicios en red; es necesaria una plataforma que fortifique y propicie el comercio local que indique con quién se puede conseguir el producto que se requiere, con un apartado de ofertas de productos, de servicios de los siempre indispensables oficios y de profesionistas independientes; una abundante y autogestiva oferta de empleo y ofertas de trueque con los excedentes de bienes de consumo que alguien posea, incluso de aquellos afortunados que pueden ofrecer objetos útiles en donación y hasta aportaciones económicas de ayudas directas a personas sin empleo y necesitadas.

Para los asuntos importantes, a partir de ahora, más necesario que nunca antes, trabajar a partir de diagnósticos claros, transparentes, públicos, que arrojen indicadores de mejora y con el uso de tecnología que ya existe aplicada a: la seguridad pública, la igualdad de género y la transparencia. En los tres existen avances pero, claramente es el primero, la inseguridad, el desafío que no puede postergarse, es momento de actuar con urgencia para, desde la vida privada, recuperar nuestra vida pública.

@HuicocheaAlanis