/ miércoles 16 de junio de 2021

Vida Pública | ¿Voto útil o inútil?

Pasada la jornada electoral, está por verse si el voto de millones de electores fructifica en buena representación política, más resultados legislativos, mayor eficacia gubernamental y mejores servicios públicos, que multipliquen las oportunidades para todos, generen condiciones de equidad entre las personas, favorezcan la productividad y el empleo, promuevan una mejor educación, transparenten y evalúen los resultados del gasto público, protejan de la violencia asesina a niñas y mujeres, y restablezcan la seguridad, la justicia y la paz entre nosotros. Está por verse si servidos con copiosa participación ciudadana, los partidos políticos y sus abanderados responden, sirviendo a la sociedad. A ver si el voto fue útil o inútil.

A la luz de las primeras reacciones de las dirigencias partidistas, no podemos ser muy optimistas. Se entiende, pero no se justifica, el triunfalismo de sus expresiones, en innecesario esfuerzo por agrandar sus victorias, para disimular sus derrotas. Lo cierto es que todos ganaron y perdieron, se sabe de sobra. Lo que se requiere de ellos es que muestren cómo piensan aprovechar los triunfos donde los tuvieron, para merecer confianza, y de qué manera aprenderán de sus yerros. PAN, PRD y PRI tienen la enorme oportunidad de demostrar que pueden pasar de ser oposición, a opción de gobierno. MORENA podría dejar de ser un nebuloso "movimiento", a un partido creíble, pasar de servir como instrumento a una institución, de base social de gobierno populista, a organización política de izquierda. De unos y otros depende que demuestren que votar por ellos fue útil para la sociedad presente y futura, para el país.

Los primeros han anunciado la continuación de su alianza, para hacer frente al enemigo. Propuesta pobre, si lo que los une es el adversario. Deben tener claro que los electores no les han dado un premio, sino una oportunidad. Para aprovecharla pueden presentar un proyecto, anunciar una agenda, proponer un calendario, formular un programa, precisar compromisos y desplegar una estrategia que empate con lo que los electores han mandatado: equilibrio de poderes, respeto a la legalidad, visión social, escrúpulo en el uso de recursos, diálogo con todas las expresiones sociales, eficacia en los servicios, eficiencia en las inversiones públicas, apertura de mercado, reglas para la competencia, condiciones de equidad para ganar.

El segundo también ha recibido un mandato: congruencia absoluta entre sus dichos y sus hechos, fidelidad a los principios que dice abanderar y a la ideología que pregonaba, consistencia con su oferta electoral y acciones de gobierno, programa y sistema de gobierno, transparencia, evitar el despilfarro, aceptar la crítica, responder con argumentos, obediencia genuina a la ley desde gobierno, certeza jurídica, serenidad política y respeto a los demás.

Pero eso no es todo. En paralelo, la verdadera protagonista de las elecciones, la sociedad, también tiene enfrente una responsabilidad que asumir; puede demostrarse a sí misma que ha comprendido que gobernar, es un asunto tan importante, que no puede dejarse solo en manos de los gobernantes.

Hacer que la democracia electoral transmute en democracia funcional, depende en igual proporción de sociedad y gobierno. En el momento que vive nuestro país, es indispensable que sea la sociedad la que eche mano de muy poderosas herramientas de las que dispone, que son complementarias del voto popular y la expresión popular, instrumentos prácticos que se pueden usar en todo momento sin esperar tres o seis años para la celebración de comicios, y que permiten saber qué representantes populares cumplen su función, hasta qué grado y usando cuántos recursos para lograr sus objetivos, previamente aprobados y registrados, y con qué indicadores y bajo qué evidencias pueden ser evaluados, para que la gente pueda supervisar y controlar, a efecto de mejorar, pero también sancionar y, si es el caso, castigar, vale la pena insistir: antes de volver a emitir el voto popular.

Tres, entre otras, son dichas herramientas tan relevantes para que la democracia pase de ser una fecha en el calendario, a una práctica cotidiana: la evaluación de desempeño que deriva del sistema nacional de planeación democrática, el Sistema Nacional Anticorrupción, y el Régimen de Transparencia. Este instrumental, forma parte de lo mejor que heredaron los últimos años de pluralismo en las cámaras de Diputados y Senadores, y no es casual que los tres hayan sido ignorados los años recientes por el gobierno federal. A pesar del estado catatónico en el que se encuentran, los tres son herramientas que en el momento actual pueden y deben resultar fundamentales para cambiar el equilibrio de fuerzas. En otras palabras, para que el ciudadano se ratifique como el mandante, el que manda; y el gobernante, como el mandatario, es decir, el que obedece. Para que el voto útil del 6 de junio sea genuinamente útil.


@HuicocheaAlanis

Pasada la jornada electoral, está por verse si el voto de millones de electores fructifica en buena representación política, más resultados legislativos, mayor eficacia gubernamental y mejores servicios públicos, que multipliquen las oportunidades para todos, generen condiciones de equidad entre las personas, favorezcan la productividad y el empleo, promuevan una mejor educación, transparenten y evalúen los resultados del gasto público, protejan de la violencia asesina a niñas y mujeres, y restablezcan la seguridad, la justicia y la paz entre nosotros. Está por verse si servidos con copiosa participación ciudadana, los partidos políticos y sus abanderados responden, sirviendo a la sociedad. A ver si el voto fue útil o inútil.

A la luz de las primeras reacciones de las dirigencias partidistas, no podemos ser muy optimistas. Se entiende, pero no se justifica, el triunfalismo de sus expresiones, en innecesario esfuerzo por agrandar sus victorias, para disimular sus derrotas. Lo cierto es que todos ganaron y perdieron, se sabe de sobra. Lo que se requiere de ellos es que muestren cómo piensan aprovechar los triunfos donde los tuvieron, para merecer confianza, y de qué manera aprenderán de sus yerros. PAN, PRD y PRI tienen la enorme oportunidad de demostrar que pueden pasar de ser oposición, a opción de gobierno. MORENA podría dejar de ser un nebuloso "movimiento", a un partido creíble, pasar de servir como instrumento a una institución, de base social de gobierno populista, a organización política de izquierda. De unos y otros depende que demuestren que votar por ellos fue útil para la sociedad presente y futura, para el país.

Los primeros han anunciado la continuación de su alianza, para hacer frente al enemigo. Propuesta pobre, si lo que los une es el adversario. Deben tener claro que los electores no les han dado un premio, sino una oportunidad. Para aprovecharla pueden presentar un proyecto, anunciar una agenda, proponer un calendario, formular un programa, precisar compromisos y desplegar una estrategia que empate con lo que los electores han mandatado: equilibrio de poderes, respeto a la legalidad, visión social, escrúpulo en el uso de recursos, diálogo con todas las expresiones sociales, eficacia en los servicios, eficiencia en las inversiones públicas, apertura de mercado, reglas para la competencia, condiciones de equidad para ganar.

El segundo también ha recibido un mandato: congruencia absoluta entre sus dichos y sus hechos, fidelidad a los principios que dice abanderar y a la ideología que pregonaba, consistencia con su oferta electoral y acciones de gobierno, programa y sistema de gobierno, transparencia, evitar el despilfarro, aceptar la crítica, responder con argumentos, obediencia genuina a la ley desde gobierno, certeza jurídica, serenidad política y respeto a los demás.

Pero eso no es todo. En paralelo, la verdadera protagonista de las elecciones, la sociedad, también tiene enfrente una responsabilidad que asumir; puede demostrarse a sí misma que ha comprendido que gobernar, es un asunto tan importante, que no puede dejarse solo en manos de los gobernantes.

Hacer que la democracia electoral transmute en democracia funcional, depende en igual proporción de sociedad y gobierno. En el momento que vive nuestro país, es indispensable que sea la sociedad la que eche mano de muy poderosas herramientas de las que dispone, que son complementarias del voto popular y la expresión popular, instrumentos prácticos que se pueden usar en todo momento sin esperar tres o seis años para la celebración de comicios, y que permiten saber qué representantes populares cumplen su función, hasta qué grado y usando cuántos recursos para lograr sus objetivos, previamente aprobados y registrados, y con qué indicadores y bajo qué evidencias pueden ser evaluados, para que la gente pueda supervisar y controlar, a efecto de mejorar, pero también sancionar y, si es el caso, castigar, vale la pena insistir: antes de volver a emitir el voto popular.

Tres, entre otras, son dichas herramientas tan relevantes para que la democracia pase de ser una fecha en el calendario, a una práctica cotidiana: la evaluación de desempeño que deriva del sistema nacional de planeación democrática, el Sistema Nacional Anticorrupción, y el Régimen de Transparencia. Este instrumental, forma parte de lo mejor que heredaron los últimos años de pluralismo en las cámaras de Diputados y Senadores, y no es casual que los tres hayan sido ignorados los años recientes por el gobierno federal. A pesar del estado catatónico en el que se encuentran, los tres son herramientas que en el momento actual pueden y deben resultar fundamentales para cambiar el equilibrio de fuerzas. En otras palabras, para que el ciudadano se ratifique como el mandante, el que manda; y el gobernante, como el mandatario, es decir, el que obedece. Para que el voto útil del 6 de junio sea genuinamente útil.


@HuicocheaAlanis