/ martes 17 de abril de 2018

Visión Democrática


Financiamiento de la política ¿gasto o inversión?

El dinero es indispensable para el sostenimiento del sistema de partidos, el origen de los recursos puede ser público o privado. Es importante tener claras las reglas que tanto la Constitución como la Ley General de Partidos Políticos establecen respecto del financiamiento a los partidos como entidades de interés público, y con base en ello analizar si dicho costo trae o no beneficios para la colectividad.

La Constitución prevé que los partidos cuenten con elementos para llevar a cabo sus actividades, y fija reglas para el financiamiento de las mismas. El financiamiento público tiene tres fines respecto de las actividades a desarrollar: a) las ordinarias permanentes; b) las tendentes a obtener el voto durante los procesos electorales; y c) las de carácter específico.

Grosso modo, el cálculo anual del monto para financiar las actividades partidistas se hace multiplicando el número de personas inscritas en el padrón electoral por el 65% del valor diario de la UMA vigente. Para la distribución de los recursos, el 30% se distribuye entre los partidos en forma igualitaria, y el 70% restante en función del porcentaje de votos que obtuvieron en la elección de diputados inmediata anterior.

El dinero privado para los partidos también se limita con tres reglas básicas: no pueden recibirlo de personas morales, no puede ser anónimo y el monto recibido siempre debe ser menor al que se recibe de dinero público. Si se debe o no entregar dinero del erario a los partidos se ha vuelto un tema para la discusión pública, la respuesta fácil, automática y aparentemente más popular es: “No, que se mantengan ellos solos”, y quien la pronuncia suele llevarse carretadas de aplausos fáciles. Lo difícil viene cuando analizamos las causas que están tras dichos pronunciamientos.

Claro que existen otros modelos para financiar la política, uno que lleva muchos años funcionándoles es el de los norteamericanos, allá cada quien paga lo que gasta y consigue recursos de donde pueda, suena maravilloso, mientras no se ponga uno a analizar, por ejemplo, que cualquier político que pretenda proponer cambios a la regulación respecto de la compraventa y portación de armas en Estados Unidos, causantes de tantas muertes individuales y colectivas, debe enfrentar la rabiosa oposición de la poderosa Asociación Nacional del Rifle, colectivo privado que suele financiar las campañas de diversos congresistas de esos que llevan décadas representando a sus distritos.

Yo la verdad prefiero que los partidos en México nos respondan a todos los contribuyentes, al menos en teoría, a que únicamente le respondan a quienes les paguen sus actividades de manera particular, porque tengo muy claro que en política no hay filantropía.

@CP_IEEM_MX


Financiamiento de la política ¿gasto o inversión?

El dinero es indispensable para el sostenimiento del sistema de partidos, el origen de los recursos puede ser público o privado. Es importante tener claras las reglas que tanto la Constitución como la Ley General de Partidos Políticos establecen respecto del financiamiento a los partidos como entidades de interés público, y con base en ello analizar si dicho costo trae o no beneficios para la colectividad.

La Constitución prevé que los partidos cuenten con elementos para llevar a cabo sus actividades, y fija reglas para el financiamiento de las mismas. El financiamiento público tiene tres fines respecto de las actividades a desarrollar: a) las ordinarias permanentes; b) las tendentes a obtener el voto durante los procesos electorales; y c) las de carácter específico.

Grosso modo, el cálculo anual del monto para financiar las actividades partidistas se hace multiplicando el número de personas inscritas en el padrón electoral por el 65% del valor diario de la UMA vigente. Para la distribución de los recursos, el 30% se distribuye entre los partidos en forma igualitaria, y el 70% restante en función del porcentaje de votos que obtuvieron en la elección de diputados inmediata anterior.

El dinero privado para los partidos también se limita con tres reglas básicas: no pueden recibirlo de personas morales, no puede ser anónimo y el monto recibido siempre debe ser menor al que se recibe de dinero público. Si se debe o no entregar dinero del erario a los partidos se ha vuelto un tema para la discusión pública, la respuesta fácil, automática y aparentemente más popular es: “No, que se mantengan ellos solos”, y quien la pronuncia suele llevarse carretadas de aplausos fáciles. Lo difícil viene cuando analizamos las causas que están tras dichos pronunciamientos.

Claro que existen otros modelos para financiar la política, uno que lleva muchos años funcionándoles es el de los norteamericanos, allá cada quien paga lo que gasta y consigue recursos de donde pueda, suena maravilloso, mientras no se ponga uno a analizar, por ejemplo, que cualquier político que pretenda proponer cambios a la regulación respecto de la compraventa y portación de armas en Estados Unidos, causantes de tantas muertes individuales y colectivas, debe enfrentar la rabiosa oposición de la poderosa Asociación Nacional del Rifle, colectivo privado que suele financiar las campañas de diversos congresistas de esos que llevan décadas representando a sus distritos.

Yo la verdad prefiero que los partidos en México nos respondan a todos los contribuyentes, al menos en teoría, a que únicamente le respondan a quienes les paguen sus actividades de manera particular, porque tengo muy claro que en política no hay filantropía.

@CP_IEEM_MX

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