Tras los terribles desastres naturales que nos han asolado este mes, resulta casi inevitable dedicar un espacio a la reflexión, momentos para repasar lo sucedido y de buscar como seguir fomentando la cultura de la prevención, prevención que seguramente evitó que la tragedia fuera mayor.
En estos días se ha puesto en evidencia la fuerza y el poder de la participación ciudadana, el ímpetu de la sociedad mexicana encontró mil maneras de expresión con esfuerzos de todo tipo, cada quien, en la medida de sus posibilidades y algunos, muchos, aún más allá de lo cotidianamente imaginable.
Miles de voluntarios se volcaron por todos los medios posibles para dar, para aportar, para ayudar; algunos lo hicieron con su esfuerzo físico, ayudando a retirar lo derrumbado, una piedra, un tabique, lo que fuera, poco a poco, esas miles de manos retiraron montañas y montañas de escombro facilitando las labores de rescate, no hubo esfuerzos desperdiciados, no hubo esfuerzos menores.
A golpe de mazo y pico se fueron desmoronando uno a uno los grandes bloques de concreto que obstruían el acceso a ciertas zonas, se requirieron cientos de golpes para ello y cientos de golpes fueron dados por decenas de ciudadanos, cada golpe fue el definitivo, no sobró golpe alguno.
Y aquí cabe la extrapolación; indudable que es así como nuestra sociedad debe de actuar, es la forma en que cualquier democracia se fortalece, no por decreto, ni por imposición sino por la suma de acciones de la ciudadanía, no esporádicas sino constantes. De manera constante, permanente; haciéndonos de elementos para participar de manera informada, la voz de todas y todos debe ser escuchada para conocer los diferentes puntos de vista de esta gran diversidad que integra nuestro país.
Así como cada piedra o cada golpe; cada bolsa de arroz o botella de agua suman lo necesario para vencer la adversidad en tiempos de emergencia, de igual manera cada manifestación de la ciudadanía expresada en votos el día de las elecciones cuenta, cada voto sin importar la preferencia ideológica o política del elector vale lo mismo, ningún voto sobra y todos suman en pro de la democracia.
De igual forma que la ayuda pasa de mano en mano, entre ciudadanas y ciudadanos y se brinda con la confianza de que llegará a su destino, de igual forma en nuestra democracia la ciudadanía participa en ambos lados de la urna, votando todos y contando algunos, es tiempo de confiar en nosotros mismos, en ti, en mí, en tus vecinos.
La juventud de nuestro país ha levantado la mano, no sólo para indicar el necesario silencio en el rescate; también lo ha hecho para señalar el camino que de manera conjunta tenemos que seguir, y ese camino no es otro que el de la participación ciudadana. Caminemos juntos y ayudemos a quien se canse; enseñemos a los que vienen detrás que el trabajo en equipo da mejores resultados, y que entre más grande y fuerte es el equipo son mayores las posibilidades de lograr el objetivo.
Aportemos, no sólo en la tragedia y la necesidad, aportemos siempre: ideas, voluntad, presencia. Aprovechemos el impulso que la adversidad suele sacar en nosotros y continuemos removiendo escombros y lastres, particularmente los que desde nuestro inconsciente nos han convencido que sólo debemos ver por nosotros mismos.
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