Reforma electoral para el siglo en marcha
Para los meses de julio y agosto de este año se han anunciado ejercicios de parlamento abierto con el tema de una eventual reforma electoral, en este caso convocados por la Subcomisión Electoral y de PartidosPolíticos, de la Comisión de Gobernación y Población de la Cámara de Diputados; dirigidos a “conocer las inquietudes de los operadores y actores del sistema electoral que puedan reflejarse en una reforma a la legislación(…) partiendo de su experiencia” en palabras de Jorge Espadas, diputado que coordina esa subcomisión.Este esfuerzo debe reconocerse, de concretarse una reforma electoral en el corto plazo sería la primera ocasión en que antes de proponerlos cambios legales, las y los legisladores se propusieran escucharla voz de quienes serán responsables de aplicar las modificaciones.
Necesitamos un sistema electoral para el siglo XXI, el que tenemos actualmente carga lastres del siglo XIX, y esto no es una figura retórica ni una exageración. Me explico: como los estudios de nuestras ruinas arqueológicas lo demuestran, quienes habitamos por estos rumbos acostumbramos edificar aumentando el volumen y el detalle de lo que ya estaba construido, así se ha quedado en la ley electoral, por ejemplo, la anquilosada “ley seca”, proveniente de un tiempo en que pocos podían repartir alcohol a la turba para complicar la jornada electoral, tal disposición nada tiene que ver con un México donde hay una tienda de conveniencia en cada manzana y en el que la“ley seca” únicamente sirve para afectar las actividades económicas de quienes ofrecen servicios de alimentación con consumo de bebidas alcohólicas en fin de semana.
Otra disposición decimonónica es la que en la ley señala que “en ningún caso se permitirá el acceso a las casillas a personas que se encuentren privadas de sus facultades mentales”. ¿A juicio de quién?, ¿con base en qué elementos o estudios médicos o sicológicos? Esta indignante disposición puede causar casos graves de discriminación, pero está en la ley, y debe quitarse.
Esta puede ser una buena oportunidad para actualizar lo que disponen nuestras leyes electorales, para dejar de hacer lo que solemos:evitemos añadirle otro piso al edificio del marco legal aprovechándolas varillas que dejó el último constructor, adosando las paredes con más detalles barrocos. Quitemos lo innecesario, adecuemos lo útil, dejemos pues de construir una pirámide más grande encima dela actual con el único fin de que se vea de más lejos para que le hable a las generaciones futuras de nuestra “soñada grandeza”.
La exigencia social de reducir los costos de lo electoral es válida y atendible, hemos puesto candados que encarecen el modelo, medidas de seguridad que han ayudado a reforzar la confianza ciudadana, las cuales pueden revisarse para identificar nuevos modos, más económicos y prácticos con el mismo fin.
Se sienten nuevos vientos, hacemos votos para que los cambios sirvan para fortalecer efectivamente las capacidades de las instituciones y no para, envueltos en el camuflaje de un malentendido ahorro, debilitar lo mucho que hemos logrado en este país en un cuarto de siglo de desarrollo democrático.
*Consejero Presidente del IEEM
@CP_IEEM_MX