/ sábado 21 de septiembre de 2019

Vox Populi | AMLO sin contrapesos

La desafección política representa una pérdida de confianza y credibilidad en las instituciones tradicionales de la democracia como los partidos políticos y gobernantes. Las democracias en general han experimentado un déficit democrático a nivel global, que ha dado paso en algunos casos a la llegada de populismos. Personajes identificados como outsiders de la política o ajenos a la política tradicional han abanderado campañas antisistema, y derrotado electoralmente a políticos de carrera.

Morena compitió por primera vez en la elección federal de 2015 en la que obtuvo 8.37% de la votación total emitida. 3 años más tarde en la elección presidencial de 2018 alcanzó 53% de la votación total emitida. Morena es más parecido a un movimiento anti corrupción que a un partido político, pues bajo el amparo de la imagen de AMLO aglutino intereses de diversa índole bajo esta bandera. A todas luces su crecimiento vertiginoso, y su consolidación como partido político es de llamar la atención.

En un contexto donde que rondan 70% en opinión pública, la identidad partidista de Morena se mantiene como la principal fuerza política del país. Asimismo, destaca la marginalidad de una oposición que se percibe debilitada, desestructurada y desacreditada para construir una identidad partidista más sólida para competir electoralmente de cara a las elecciones del 2021. Una oposición débil no es una buena señal de salud para la democracia que requiere de contrapesos institucionales.

La identidad partidista no es preferencia electoral, sin embargo es una variable antecedente del comportamiento electoral, por lo que resulta de gran importancia para evaluar la fuerza de los partidos en un año no electoral.

De acuerdo a resultados de la encuesta telefónica nacional del mes de septiembre (se puede consultar en parametro.com.mx), se registro un nivel de identificación partidista a favor de MORENA del 31.9%, de los cuales el 21% son duros o personas que se identifican consistentemente, y el 10.9% son blandos o aquellos que eventualmente pueden perder esta identidad en función de la coyuntura política o de cómo perciben la economía.

En segundo lugar de las identidades partidistas, se encuentra el PRI que es también quien ha registrado la mayor pérdida de identidad. En septiembre de 2019 alcanza 9.1%, de los cuales 4.4% son duros , y 4.7% blandos. Muy cerca, se encuentra el PAN con 7.1%, 3% de duros, y 4.1% de blandos. Después de la elección presidencial, el PAN ha sufrido sensibles bajas como la del expresidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, que han terminado por desangrar y dividir a la considerada durante décadas como la principal oposición en México. Completa este cuadro de oposición, el PRD que actualmente registra 3.2% de partidismo, de los cuales .9% son duros, y 2.3% blandos.

Uno de los escenarios políticos son el de la consolidación de un partido dominante, y una oposición dividida, débil y desacreditada, incapaz de generar una oferta política alternativa al partido gobernante MORENA. Bajo este escenario se puede configurar el cambio de un régimen con pluralismo político que incluyo alternancia de partidos, a un régimen de presidencialismo sin contrapesos.


La desafección política representa una pérdida de confianza y credibilidad en las instituciones tradicionales de la democracia como los partidos políticos y gobernantes. Las democracias en general han experimentado un déficit democrático a nivel global, que ha dado paso en algunos casos a la llegada de populismos. Personajes identificados como outsiders de la política o ajenos a la política tradicional han abanderado campañas antisistema, y derrotado electoralmente a políticos de carrera.

Morena compitió por primera vez en la elección federal de 2015 en la que obtuvo 8.37% de la votación total emitida. 3 años más tarde en la elección presidencial de 2018 alcanzó 53% de la votación total emitida. Morena es más parecido a un movimiento anti corrupción que a un partido político, pues bajo el amparo de la imagen de AMLO aglutino intereses de diversa índole bajo esta bandera. A todas luces su crecimiento vertiginoso, y su consolidación como partido político es de llamar la atención.

En un contexto donde que rondan 70% en opinión pública, la identidad partidista de Morena se mantiene como la principal fuerza política del país. Asimismo, destaca la marginalidad de una oposición que se percibe debilitada, desestructurada y desacreditada para construir una identidad partidista más sólida para competir electoralmente de cara a las elecciones del 2021. Una oposición débil no es una buena señal de salud para la democracia que requiere de contrapesos institucionales.

La identidad partidista no es preferencia electoral, sin embargo es una variable antecedente del comportamiento electoral, por lo que resulta de gran importancia para evaluar la fuerza de los partidos en un año no electoral.

De acuerdo a resultados de la encuesta telefónica nacional del mes de septiembre (se puede consultar en parametro.com.mx), se registro un nivel de identificación partidista a favor de MORENA del 31.9%, de los cuales el 21% son duros o personas que se identifican consistentemente, y el 10.9% son blandos o aquellos que eventualmente pueden perder esta identidad en función de la coyuntura política o de cómo perciben la economía.

En segundo lugar de las identidades partidistas, se encuentra el PRI que es también quien ha registrado la mayor pérdida de identidad. En septiembre de 2019 alcanza 9.1%, de los cuales 4.4% son duros , y 4.7% blandos. Muy cerca, se encuentra el PAN con 7.1%, 3% de duros, y 4.1% de blandos. Después de la elección presidencial, el PAN ha sufrido sensibles bajas como la del expresidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, que han terminado por desangrar y dividir a la considerada durante décadas como la principal oposición en México. Completa este cuadro de oposición, el PRD que actualmente registra 3.2% de partidismo, de los cuales .9% son duros, y 2.3% blandos.

Uno de los escenarios políticos son el de la consolidación de un partido dominante, y una oposición dividida, débil y desacreditada, incapaz de generar una oferta política alternativa al partido gobernante MORENA. Bajo este escenario se puede configurar el cambio de un régimen con pluralismo político que incluyo alternancia de partidos, a un régimen de presidencialismo sin contrapesos.