/ viernes 20 de agosto de 2021

Vox Populi | Polarizado regreso a clases

El 20 de marzo de 2020, las autoridades declararon la suspensión de clases presenciales para evitar la propagación del coronavirus. A partir de esa fecha, alrededor de 37 millones de estudiantes mexicanos de todos los niveles han tomado clases a distancia bajo distintos modelos, desde la difusión de contenidos en televisión abierta, a clases por aplicaciones como teams, zoom, o plataformas educativas del sector privado.

Los saldos del modelo en línea aún son inciertos, quizás más negativos que positivos, como el aumento en la brecha de desigualdad educativa, y un déficit en el nivel académico. La desigualdad afecta mayormente a estudiantes con dificultades de acceso a internet, o que no cuentan con una computadora, cuyo tamaño puede alcanzar el 20% de los estudiantes del sector público. También hay efectos positivos como innovar y adoptar un modelo educativo disruptivo donde los estudiantes pueden desarrollar competencias como el autoaprendizaje.

El regreso a clases presenciales en medio de la tercera ola del coronavirus ha despertado un intenso debate entre los pros y contras de esta medida. La principal preocupación de quienes la rechazan es el riesgo de contagios entre los estudiantes, la mayoría de ellos no han tenido la posibilidad de ser vacunados. Quienes la apoyan, argumentan la necesidad de regresar a la normalidad, ayudar a restablecer la salud mental y psicológica de millones estudiantes, y recuperar el nivel académico perdido en la pandemia.

De acuerdo a la encuesta telefónica nacional del Financiero del mes de agosto, una mayoría de mexicanos (61%), están en desacuerdo con el regreso presencial a clases, y el 36% apoya el regreso a las aulas. Nos encontramos ante un escenario de polarización social frente al regreso a clases. Entre padres de familia, es decir quienes tienen hijos en la escuela, la tendencia para regresar a clases presenciales aumenta marginalmente, al pasar de 37% a nivel general, a 40% en padres de familia. Es probable que el apoyo sea mayor en personas que no cuentan con los recursos para aprovechar el modelo virtual, o que no tienen con quien dejar a los niños en casa. En todo caso, continúa presentándose una opinión dividida y polarizada.

En la misma medición, una ligera mayoría del 62%, apoya continuar con restricciones de movilidad y de reuniones masivas para evitar contagios. Sin embargo, no hay que desestimar, que un 37% de la población apoya la apertura y el regreso a las actividades normales. Lo más probable es que avancemos hacia un modelo educativo híbrido entre lo presencial y virtual, y que continuemos con medidas sanitarias de prevención como el uso del cubrebocas, y la sana distancia, incluso en contextos de apertura y mayor libertad.

El riesgo de contagio existe en la población de estudiantes, particularmente, entre los menores de 18 años que no han recibido el beneficio de la vacuna. La autoridad educativa ha empujado para avanzar, y recuperar poco a poco nuestras libertades. Hace falta probarlo con protocolos sanitarios para avanzar hacia espacios seguros. El reto es mayúsculo para una sociedad dividida y polarizada sobre el regreso a clases. No queda más que intentar unirnos para salir de la crisis, superar la pandemia, y ayudar a reactivar una economía afectada por el nulo crecimiento, inflación y desempleo.


El 20 de marzo de 2020, las autoridades declararon la suspensión de clases presenciales para evitar la propagación del coronavirus. A partir de esa fecha, alrededor de 37 millones de estudiantes mexicanos de todos los niveles han tomado clases a distancia bajo distintos modelos, desde la difusión de contenidos en televisión abierta, a clases por aplicaciones como teams, zoom, o plataformas educativas del sector privado.

Los saldos del modelo en línea aún son inciertos, quizás más negativos que positivos, como el aumento en la brecha de desigualdad educativa, y un déficit en el nivel académico. La desigualdad afecta mayormente a estudiantes con dificultades de acceso a internet, o que no cuentan con una computadora, cuyo tamaño puede alcanzar el 20% de los estudiantes del sector público. También hay efectos positivos como innovar y adoptar un modelo educativo disruptivo donde los estudiantes pueden desarrollar competencias como el autoaprendizaje.

El regreso a clases presenciales en medio de la tercera ola del coronavirus ha despertado un intenso debate entre los pros y contras de esta medida. La principal preocupación de quienes la rechazan es el riesgo de contagios entre los estudiantes, la mayoría de ellos no han tenido la posibilidad de ser vacunados. Quienes la apoyan, argumentan la necesidad de regresar a la normalidad, ayudar a restablecer la salud mental y psicológica de millones estudiantes, y recuperar el nivel académico perdido en la pandemia.

De acuerdo a la encuesta telefónica nacional del Financiero del mes de agosto, una mayoría de mexicanos (61%), están en desacuerdo con el regreso presencial a clases, y el 36% apoya el regreso a las aulas. Nos encontramos ante un escenario de polarización social frente al regreso a clases. Entre padres de familia, es decir quienes tienen hijos en la escuela, la tendencia para regresar a clases presenciales aumenta marginalmente, al pasar de 37% a nivel general, a 40% en padres de familia. Es probable que el apoyo sea mayor en personas que no cuentan con los recursos para aprovechar el modelo virtual, o que no tienen con quien dejar a los niños en casa. En todo caso, continúa presentándose una opinión dividida y polarizada.

En la misma medición, una ligera mayoría del 62%, apoya continuar con restricciones de movilidad y de reuniones masivas para evitar contagios. Sin embargo, no hay que desestimar, que un 37% de la población apoya la apertura y el regreso a las actividades normales. Lo más probable es que avancemos hacia un modelo educativo híbrido entre lo presencial y virtual, y que continuemos con medidas sanitarias de prevención como el uso del cubrebocas, y la sana distancia, incluso en contextos de apertura y mayor libertad.

El riesgo de contagio existe en la población de estudiantes, particularmente, entre los menores de 18 años que no han recibido el beneficio de la vacuna. La autoridad educativa ha empujado para avanzar, y recuperar poco a poco nuestras libertades. Hace falta probarlo con protocolos sanitarios para avanzar hacia espacios seguros. El reto es mayúsculo para una sociedad dividida y polarizada sobre el regreso a clases. No queda más que intentar unirnos para salir de la crisis, superar la pandemia, y ayudar a reactivar una economía afectada por el nulo crecimiento, inflación y desempleo.