/ sábado 28 de noviembre de 2020

Voz Millenial | ¿Cómo lograr cambios reales si no te gusta este mundo?

Los millennials nos caracterizamos en algo y es muy cierto: nos la pasamos quejando de todo. Pero la quejumbre no es porque simplemente somos “de cristal”, más bien, de acuerdo con los propios estudios sociales, solemos ser una generación idealista y cuestionadora (no todos, cabe destacar que solemos ser los que accedemos a educación superior o vivimos en contextos donde nos hicieron desarrollar una actitud crítica). Gracias a esto, se han nombrado muchos hechos que antes no salían a la luz: violencia de género, explotación laboral, daño al medio ambiente y maltrato animal, etc.

Lo cierto es que los que tenemos entre 35 y 25 años, los que ahora somos adultos entramos a esta dinámica de fuerza de trabajo asalariada, sin estar aún en los mayores puestos de toma de decisiones, tenemos aún mucho por trabajar en tres aspectos si queremos lograr un cambio real en este mundo que se cae a pedazos. Necesitamos responsabilidad cívica, compromiso con la comunidad y el trabajo colaborativo entre instituciones.

Los grandes males de hoy son dos: los feminicidios y el cuidado de la salud (misma que ha afectado el endeble modelo económico porque, endeble, claro). Como activista y estudiante de humanidades, me he dado cuenta de que la violencia hacia la mujer en menor medida se solucionaría con responsabilidad cívica porque habría solidaridad y respeto hacia las leyes, rompiendo con el llamado “pacto patriarcal” y, por supuesto, animando a denunciar a los agresores y nombrarlos en la calle como lo que son: agresores. La misma responsabilidad cívica aplica para el cuidado de nuestra salud, pues respetar las medidas de sanidad es indispensable porque es muy difícil que una persona millennial sana pierda la vida.

El compromiso con la comunidad es, posiblemente, el acto más revolucionario de nuestra época. Mark Moore en su libro “Creating Public Value; Strategic Managment in Government”, (1992), ya mencionaba que lo que necesita nuestra época es creación de valor público, es decir, crear proyectos encaminados a restituir el tejido de la sociedad, roto por el crimen organizado y el sistema neoliberal. Si conoces a tu vecino, compañero de trabajo o eres activista, te preocupas por el que te rodea y sabes que si el otro está bien, es reflejo de una sociedad sana.

Romper con los ciclos de la violencia hacia la mujer no es fácil, pero si existe compromiso con tu comunidad, se crea un sustento social en el cual las mujeres se pueden apoyar. Eso, además obliga a los gobiernos y empresas a crear proyectos sociales, no populistas ni electoreros, pues es requisito de la sociedad civil. De igual manera, aplica para las problemáticas de la pandemia. Es más fácil ayudar al prójimo y evitar proliferación del coronavirus si se piensa en comunidad, no de manera individual porque lo primordial es el bienestar de todos, no el tuyo.

Todo esto deriva en el trabajo colaborativo con instituciones: debemos pasar de las protestas a la acción, recordarles a nuestros servidores públicos que su valor es servir, no servirse de sus puestos de trabajo. Si trabajamos de la mano con el gobierno y las empresas, podemos lograr más que simplemente quejándonos en redes sociales. Lo mismo pasa cuando colaboramos entre nosotros. Una persona no puede levantar el árbol caído, pero diez sí.

--

Lic. Paulina Lemus Hernández

Maestrante en Estudios Latinoamericanos

Activista social

Los millennials nos caracterizamos en algo y es muy cierto: nos la pasamos quejando de todo. Pero la quejumbre no es porque simplemente somos “de cristal”, más bien, de acuerdo con los propios estudios sociales, solemos ser una generación idealista y cuestionadora (no todos, cabe destacar que solemos ser los que accedemos a educación superior o vivimos en contextos donde nos hicieron desarrollar una actitud crítica). Gracias a esto, se han nombrado muchos hechos que antes no salían a la luz: violencia de género, explotación laboral, daño al medio ambiente y maltrato animal, etc.

Lo cierto es que los que tenemos entre 35 y 25 años, los que ahora somos adultos entramos a esta dinámica de fuerza de trabajo asalariada, sin estar aún en los mayores puestos de toma de decisiones, tenemos aún mucho por trabajar en tres aspectos si queremos lograr un cambio real en este mundo que se cae a pedazos. Necesitamos responsabilidad cívica, compromiso con la comunidad y el trabajo colaborativo entre instituciones.

Los grandes males de hoy son dos: los feminicidios y el cuidado de la salud (misma que ha afectado el endeble modelo económico porque, endeble, claro). Como activista y estudiante de humanidades, me he dado cuenta de que la violencia hacia la mujer en menor medida se solucionaría con responsabilidad cívica porque habría solidaridad y respeto hacia las leyes, rompiendo con el llamado “pacto patriarcal” y, por supuesto, animando a denunciar a los agresores y nombrarlos en la calle como lo que son: agresores. La misma responsabilidad cívica aplica para el cuidado de nuestra salud, pues respetar las medidas de sanidad es indispensable porque es muy difícil que una persona millennial sana pierda la vida.

El compromiso con la comunidad es, posiblemente, el acto más revolucionario de nuestra época. Mark Moore en su libro “Creating Public Value; Strategic Managment in Government”, (1992), ya mencionaba que lo que necesita nuestra época es creación de valor público, es decir, crear proyectos encaminados a restituir el tejido de la sociedad, roto por el crimen organizado y el sistema neoliberal. Si conoces a tu vecino, compañero de trabajo o eres activista, te preocupas por el que te rodea y sabes que si el otro está bien, es reflejo de una sociedad sana.

Romper con los ciclos de la violencia hacia la mujer no es fácil, pero si existe compromiso con tu comunidad, se crea un sustento social en el cual las mujeres se pueden apoyar. Eso, además obliga a los gobiernos y empresas a crear proyectos sociales, no populistas ni electoreros, pues es requisito de la sociedad civil. De igual manera, aplica para las problemáticas de la pandemia. Es más fácil ayudar al prójimo y evitar proliferación del coronavirus si se piensa en comunidad, no de manera individual porque lo primordial es el bienestar de todos, no el tuyo.

Todo esto deriva en el trabajo colaborativo con instituciones: debemos pasar de las protestas a la acción, recordarles a nuestros servidores públicos que su valor es servir, no servirse de sus puestos de trabajo. Si trabajamos de la mano con el gobierno y las empresas, podemos lograr más que simplemente quejándonos en redes sociales. Lo mismo pasa cuando colaboramos entre nosotros. Una persona no puede levantar el árbol caído, pero diez sí.

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Lic. Paulina Lemus Hernández

Maestrante en Estudios Latinoamericanos

Activista social

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