/ jueves 17 de junio de 2021

Voz Millennial | Ex presidentes a juicio

Esta semana vi en redes sociales que comenzó la campaña “Juicio Sí, Impunidad No” que tiene como objetivo promover la consulta popular para someter a investigación y juicio a los ex presidentes de México, sobre todo los que impulsaron el este trágico periodo neoliberal que nos mantiene en la miseria. Hay dos aspectos a considerar aquí: la justicia no debe someterse a consulta, pero México necesita un cambio en el paradigma de la corrupción.

Llevar a la cárcel a ex presidentes fue una de las promesas de campaña de nuestro actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, tal vez una de las que más motivaron a la ciudadanía a votar por él porque el pueblo mexicano tiene sed de justicia, una que se nos ha negado sistemáticamente. Los presidentes de México no sólo son la mejor muestra de la cultura del personaje “intocable”, también son herederos del “mátalos en caliente” y “un político pobre, es un pobre político”, dichos que son mantras en la política mexicana.

Hacer una consulta popular, como he mencionado anteriormente, no es la opción más factible para hacer justicia ya que este valor no debe someterse al contentillo de las masas sino que debería ser muestra del fortalecimiento del sistema judicial, base primordial en la división del poder de las democracias como la nuestra.

Sin embargo, someter a juicio a los presidentes sí es un tema de gran impacto que, con gran inteligencia de las personas que ocupan el poder hoy en día, vendría legitimado por la propia ciudadanía, lo que restaría al discurso de la venganza o acción política para atraer al mercado electoral (aun así, es un excelente motivo para promover el voto en 2023 y 2024).

Ayotzinapa, Acteal, Atenco, la Guerra contra el Narcotráfico, el FOBAPROA, entre muchos otros, son crímenes de Estado que marcaron las presidencias de los gobiernos y que dejaron profundas huellas de dolor y desamparo a mi generación. Este 1 de agosto la ciudadanía tiene la posibilidad de expresar ese dolor y sentir, en lo más profundo, que la voz de los miles de silenciados, víctimas de la economía política “gore” (Valencia, 2010), puede tener un eco.

Hoy más que nunca sigue presente la consigna “ni perdón ni olvido”, porque el perdón en un sistema político sólo debe traducirse en justicia y el olvido es un arma que apunta la falta de memoria, de historia, de nosotros mismos.

Pero el juicio no debe ser exclusivo a los ex presidentes neoliberales, debe aplicarse también a sus colaboradores, a esos actores que ordenaron desde las secretarías de Economía, de Gobernación y de Hacienda llevar a cabo políticas, programas y acciones que mantienen enferma a nuestra nación. Como lo han dicho muchas veces, los presidentes fungían a veces el papel de ventrílocuos.

El gobierno actual tiene un compromiso con la verdad, la justicia y la cultura de la paz. Un juicio es importante, pero más importante es no seguir con políticas de Estado colonialistas y destructivas. Y nuestro papel como ciudadanía es más complejo: tejer redes para sanar a México.

Esta semana vi en redes sociales que comenzó la campaña “Juicio Sí, Impunidad No” que tiene como objetivo promover la consulta popular para someter a investigación y juicio a los ex presidentes de México, sobre todo los que impulsaron el este trágico periodo neoliberal que nos mantiene en la miseria. Hay dos aspectos a considerar aquí: la justicia no debe someterse a consulta, pero México necesita un cambio en el paradigma de la corrupción.

Llevar a la cárcel a ex presidentes fue una de las promesas de campaña de nuestro actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, tal vez una de las que más motivaron a la ciudadanía a votar por él porque el pueblo mexicano tiene sed de justicia, una que se nos ha negado sistemáticamente. Los presidentes de México no sólo son la mejor muestra de la cultura del personaje “intocable”, también son herederos del “mátalos en caliente” y “un político pobre, es un pobre político”, dichos que son mantras en la política mexicana.

Hacer una consulta popular, como he mencionado anteriormente, no es la opción más factible para hacer justicia ya que este valor no debe someterse al contentillo de las masas sino que debería ser muestra del fortalecimiento del sistema judicial, base primordial en la división del poder de las democracias como la nuestra.

Sin embargo, someter a juicio a los presidentes sí es un tema de gran impacto que, con gran inteligencia de las personas que ocupan el poder hoy en día, vendría legitimado por la propia ciudadanía, lo que restaría al discurso de la venganza o acción política para atraer al mercado electoral (aun así, es un excelente motivo para promover el voto en 2023 y 2024).

Ayotzinapa, Acteal, Atenco, la Guerra contra el Narcotráfico, el FOBAPROA, entre muchos otros, son crímenes de Estado que marcaron las presidencias de los gobiernos y que dejaron profundas huellas de dolor y desamparo a mi generación. Este 1 de agosto la ciudadanía tiene la posibilidad de expresar ese dolor y sentir, en lo más profundo, que la voz de los miles de silenciados, víctimas de la economía política “gore” (Valencia, 2010), puede tener un eco.

Hoy más que nunca sigue presente la consigna “ni perdón ni olvido”, porque el perdón en un sistema político sólo debe traducirse en justicia y el olvido es un arma que apunta la falta de memoria, de historia, de nosotros mismos.

Pero el juicio no debe ser exclusivo a los ex presidentes neoliberales, debe aplicarse también a sus colaboradores, a esos actores que ordenaron desde las secretarías de Economía, de Gobernación y de Hacienda llevar a cabo políticas, programas y acciones que mantienen enferma a nuestra nación. Como lo han dicho muchas veces, los presidentes fungían a veces el papel de ventrílocuos.

El gobierno actual tiene un compromiso con la verdad, la justicia y la cultura de la paz. Un juicio es importante, pero más importante es no seguir con políticas de Estado colonialistas y destructivas. Y nuestro papel como ciudadanía es más complejo: tejer redes para sanar a México.

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