/ sábado 16 de enero de 2021

Voz Millennial | Política joven: Juniors o partidos oportunistas

Este 2021 se ha dicho mucho que las elecciones en puerta serán las más grandes de la historia de nuestro estado. Los jóvenes millennials, que todavía hace 3 años éramos estudiantes o entusiastas laborando gratis para estructuras partidistas, ahora somos adultos que no encuentran con quien ni cómo identificarse en aquellos lares de la política, que lejos de incluirnos como ciudadanos, han tomado dos desafortunadas puertas. Aquí mi análisis.

La primera decisión que han tomado es la de incluir a los “Juniors” como esos representantes de nuestra generación. Estos individuos no son más que hijos o hijas, sobrinos, nietas y hasta primos más jóvenes de los viejos dinosaurios o ilustres políticos que ven en sus “criaturas” la continuación de sus carreras (poco o mucho pero siempre opacas y fraudulentas), quienes aplican las mismas tácticas y mañas de la vieja politiquería mexicana.

Estos jóvenes han vivido en situaciones de privilegio, estudiando en escuelas privadas y rodeados de ciertos lujos pero representan “al pueblo” solo porque salen a montar a caballo en sus ranchos y, para ellos o ellas, estar en ese rancho es sinónimo de saber cómo funciona el campo y la periferia (mejor ni perder el tiempo explicándoles). Otros y otras, ya ocupan puestos de gobierno o del servicio público y sus carreras empiezan con serios periodicazos sobre la corrupción, como lo visto con la hija de Gaby Gamboa, en Metepec.

Estas personas, quienes tienen tendencias de “influencers” y hasta piensan que jugar golf es sinónimo de trabajar duramente, están figurando como líderes de seccionales, para las candidaturas en regidurías, diputaciones o puestos públicos que sin duda caben en el influyentismo y patrimonialismo; son la herencia de la agria “aristocracia” política mexicana.

Por otro lado, tenemos que los partidos políticos, en su afán de conseguir votos y de “renovarse” en sus rostros, han recurrido al oportunismo, prometiendo a jóvenes activistas o emprendedores sociales que destacan en sus municipios o localidades un escaño en estas competencias políticas. Los verdaderos fines son conservar registros, negociar con personajes del poder actual para los fines personales de los “dueños” de estos partidos e incluso, generar trabajo en tierra sin invertir el dinero destinado a estos fines (los líderes terminan renovando carros y casas después del periodo electoral).

Debido a esto, muchos compañeros, amigas y conocidos han determinado el hartazgo por no ser considerados en la toma de decisiones políticas en un país guiado por las ocurrencias y la corrupción de los viejos mandos y sus herederos. Los jóvenes, quienes representamos la mayor fuerza laboral al alza, siendo la generación más estudiada hasta ahora y con nuevos proyectos, no sólo somos vistos como simples clientes electorales sino que ignoran nuestras necesidades y derechos políticos, de los cuales ya he hablado ampliamente.

A los partidos políticos y sus líderes, les recomiendo no tratar a mi generación como “niños de cristal” sin criterio o inteligencia, nos damos cuenta y vamos a actuar en consecuencia. Recuerden el abstencionismo.

--

Lic. Paulina Lemus Hernández

Columnista de El Sol de TolucaMaestrante en Estudios Latinoamericanos

Activista social

Este 2021 se ha dicho mucho que las elecciones en puerta serán las más grandes de la historia de nuestro estado. Los jóvenes millennials, que todavía hace 3 años éramos estudiantes o entusiastas laborando gratis para estructuras partidistas, ahora somos adultos que no encuentran con quien ni cómo identificarse en aquellos lares de la política, que lejos de incluirnos como ciudadanos, han tomado dos desafortunadas puertas. Aquí mi análisis.

La primera decisión que han tomado es la de incluir a los “Juniors” como esos representantes de nuestra generación. Estos individuos no son más que hijos o hijas, sobrinos, nietas y hasta primos más jóvenes de los viejos dinosaurios o ilustres políticos que ven en sus “criaturas” la continuación de sus carreras (poco o mucho pero siempre opacas y fraudulentas), quienes aplican las mismas tácticas y mañas de la vieja politiquería mexicana.

Estos jóvenes han vivido en situaciones de privilegio, estudiando en escuelas privadas y rodeados de ciertos lujos pero representan “al pueblo” solo porque salen a montar a caballo en sus ranchos y, para ellos o ellas, estar en ese rancho es sinónimo de saber cómo funciona el campo y la periferia (mejor ni perder el tiempo explicándoles). Otros y otras, ya ocupan puestos de gobierno o del servicio público y sus carreras empiezan con serios periodicazos sobre la corrupción, como lo visto con la hija de Gaby Gamboa, en Metepec.

Estas personas, quienes tienen tendencias de “influencers” y hasta piensan que jugar golf es sinónimo de trabajar duramente, están figurando como líderes de seccionales, para las candidaturas en regidurías, diputaciones o puestos públicos que sin duda caben en el influyentismo y patrimonialismo; son la herencia de la agria “aristocracia” política mexicana.

Por otro lado, tenemos que los partidos políticos, en su afán de conseguir votos y de “renovarse” en sus rostros, han recurrido al oportunismo, prometiendo a jóvenes activistas o emprendedores sociales que destacan en sus municipios o localidades un escaño en estas competencias políticas. Los verdaderos fines son conservar registros, negociar con personajes del poder actual para los fines personales de los “dueños” de estos partidos e incluso, generar trabajo en tierra sin invertir el dinero destinado a estos fines (los líderes terminan renovando carros y casas después del periodo electoral).

Debido a esto, muchos compañeros, amigas y conocidos han determinado el hartazgo por no ser considerados en la toma de decisiones políticas en un país guiado por las ocurrencias y la corrupción de los viejos mandos y sus herederos. Los jóvenes, quienes representamos la mayor fuerza laboral al alza, siendo la generación más estudiada hasta ahora y con nuevos proyectos, no sólo somos vistos como simples clientes electorales sino que ignoran nuestras necesidades y derechos políticos, de los cuales ya he hablado ampliamente.

A los partidos políticos y sus líderes, les recomiendo no tratar a mi generación como “niños de cristal” sin criterio o inteligencia, nos damos cuenta y vamos a actuar en consecuencia. Recuerden el abstencionismo.

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Lic. Paulina Lemus Hernández

Columnista de El Sol de TolucaMaestrante en Estudios Latinoamericanos

Activista social

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