/ viernes 22 de noviembre de 2019

Producción de jitomate orgánico, un reto familiar

Tras 8 años de producción convencional han decido implementar la producción orgánica en sus invernaderos


En la comunidad de Polvillos perteneciente al municipio de Amanalco de Becerra se encuentran productos orgánicos para cuidar el medio ambiente así como la salud de quienes los siembran, cosechan y consumen.

Para Mariana Sandoval Ávila, colaboradora de esta empresa de producción familiar, el cultivo de jitomate es de los más complejos pues requiere de una cantidad considerable de mano de obra, cuidados especiales por las plagas que atacan las hortalizas y por el tipo de clima y suelo específico que requiere para aplicar las técnicas de la producción orgánica aprendidas.

Nosotros hemos empezado a trabajar de esta manera, un poco más lenta en cuestiones de lo orgánico, pero ya estamos en vías.

Reconoció que ser una empresa orgánica certificada por instituciones públicas y privadas les ha representado un reto ya que las certificadoras tiene costos elevados y es poco el tiempo de vigencia el que ofrecen, además de que el mercado es poco exigente con los productos orgánicos por lo tanto no cuenta con una alta demanda.

Foto: Arturo Aguilar | El Sol de Toluca

“Todo esto lo hacemos con un manejo más sano, procuramos que esto sea tanto para el consumidor final como para el trabajador, la persona que trabaja la misma planta, más amigable con el medio ambiente… Creo yo, que en la forma de producción incides un poco más en el sentido del cuidado del medio ambiente” aseguró Mariana Sandoval.

Asimismo resaltó que los productos que complementan la producción del jitomate orgánico como fertilizantes o pesticidas no se encuentran fácilmente en el mercado, por lo que han empezado a generar sus propios productos con base en materiales naturales para asegurar la producción de este vegetal.

Humus de lombriz, nematicidas, extractos de ajo, sulfocálcico, materiales a base de azufre, cal y agua para que degraden los desechos del suelo y sea una tierra rica en nutrientes y minerales, además de combatir plagas que afecten directamente a los vegetales, son algunos de los productos orgánicos que los productores crean para dejar de consumir químicos y entregar un producto más puro y sano a sus compradores.

Por si esto fuera poco han optado por una técnica aprendida por la experiencia, la cual consiste en colocar insectos dentro de sus invernaderos los cuales no dañen el vegetal pero si combatan la plaga que les sale, de esta forma siguen siendo estrategias orgánicas sin afectar al producto final.

“Tampoco es sano para ti como trabajador que estés manipulando la planta, estar oliendo, trabajando de esa manera, no solo es el consumidor final, sino también soy yo como productor, soy sincera en ese aspecto, estamos en un proceso de transición y no es fácil” repitió Mariana luego de reconocer que el 50% de su producción es orgánica teniendo un gran reto con el 50% restante.

Foto: Arturo Aguilar | El Sol de Toluca

Su primer reto: la plantilla de trabajadores

Al ser una empresa pequeña con los productores de una misma familia, la poca infraestructura para colocar sus invernaderos en menos de una hectárea, hace que la plantilla de trabajadores no ascienda a más de cuatro en la temporada de siembra los cuales, a su vez, van de los 19 hasta los 27 años.

Y a pesar de estar dentro de una zona rural la demanda por el trabajo de campo es baja debido a que consideran que están incursionando en otras actividades económicas los pobladores de Polvillos.

“Por ser zona rural, uno cree que la vida es el campo de toda la gente, sin embargo, ya tampoco la gente se está inclinando, si acaso tendrá su parcela, la pone a sembrar para autoconsumo, el trabajo ya está en los servicios, en irse a trabajar a zonas más comerciales” comentó Mariana Sandoval.

Foto: Arturo Aguilar | El Sol de Toluca

Reto dos: nuevos mercados comercializadores

La forma de vender los productos de la familia Mandujo Mayoral es a través de un intermediario, en este caso, la Central de Abastos de la Ciudad de México sin embargo, con la llegada de una nueva integrante a la familia, Mariana Sandoval, han decidido buscar otras formas de comercializar sus productos directamente con las pequeñas y medianas empresas y las familias de los municipios aledaños como Valle de Bravo.

“Como productor debes de buscar ese contacto directo con el restaurante o con la familia, la ama de casa, entonces nosotros tenemos que procurar meternos con los consumidores finales” mencionó Mariana Sandoval quién tiene estudios de licenciatura en economía.

Hasta el momento, tras ocho meses de tocar puertas, tiene un catálogo de cuatro restaurantes de Valle de Bravo a quienes les vende jitomate para sus comensales, esperando que aumenten sus ventas para garantizar el 100% de productos orgánicos en su producción.

Las características que ofrecen para vender a los restaurantes tienen que con la frescura de sus vegetales, pues los llevan desde el sembradío hasta los negocios, además de garantizar que una o dos personas a lo máximo son los que tocan sus productos, hablando del cuidado personalizado que se tiene en los invernaderos, sin dejar de mencionar la retroalimentación con sus clientes para mejorar sus productos.


En la comunidad de Polvillos perteneciente al municipio de Amanalco de Becerra se encuentran productos orgánicos para cuidar el medio ambiente así como la salud de quienes los siembran, cosechan y consumen.

Para Mariana Sandoval Ávila, colaboradora de esta empresa de producción familiar, el cultivo de jitomate es de los más complejos pues requiere de una cantidad considerable de mano de obra, cuidados especiales por las plagas que atacan las hortalizas y por el tipo de clima y suelo específico que requiere para aplicar las técnicas de la producción orgánica aprendidas.

Nosotros hemos empezado a trabajar de esta manera, un poco más lenta en cuestiones de lo orgánico, pero ya estamos en vías.

Reconoció que ser una empresa orgánica certificada por instituciones públicas y privadas les ha representado un reto ya que las certificadoras tiene costos elevados y es poco el tiempo de vigencia el que ofrecen, además de que el mercado es poco exigente con los productos orgánicos por lo tanto no cuenta con una alta demanda.

Foto: Arturo Aguilar | El Sol de Toluca

“Todo esto lo hacemos con un manejo más sano, procuramos que esto sea tanto para el consumidor final como para el trabajador, la persona que trabaja la misma planta, más amigable con el medio ambiente… Creo yo, que en la forma de producción incides un poco más en el sentido del cuidado del medio ambiente” aseguró Mariana Sandoval.

Asimismo resaltó que los productos que complementan la producción del jitomate orgánico como fertilizantes o pesticidas no se encuentran fácilmente en el mercado, por lo que han empezado a generar sus propios productos con base en materiales naturales para asegurar la producción de este vegetal.

Humus de lombriz, nematicidas, extractos de ajo, sulfocálcico, materiales a base de azufre, cal y agua para que degraden los desechos del suelo y sea una tierra rica en nutrientes y minerales, además de combatir plagas que afecten directamente a los vegetales, son algunos de los productos orgánicos que los productores crean para dejar de consumir químicos y entregar un producto más puro y sano a sus compradores.

Por si esto fuera poco han optado por una técnica aprendida por la experiencia, la cual consiste en colocar insectos dentro de sus invernaderos los cuales no dañen el vegetal pero si combatan la plaga que les sale, de esta forma siguen siendo estrategias orgánicas sin afectar al producto final.

“Tampoco es sano para ti como trabajador que estés manipulando la planta, estar oliendo, trabajando de esa manera, no solo es el consumidor final, sino también soy yo como productor, soy sincera en ese aspecto, estamos en un proceso de transición y no es fácil” repitió Mariana luego de reconocer que el 50% de su producción es orgánica teniendo un gran reto con el 50% restante.

Foto: Arturo Aguilar | El Sol de Toluca

Su primer reto: la plantilla de trabajadores

Al ser una empresa pequeña con los productores de una misma familia, la poca infraestructura para colocar sus invernaderos en menos de una hectárea, hace que la plantilla de trabajadores no ascienda a más de cuatro en la temporada de siembra los cuales, a su vez, van de los 19 hasta los 27 años.

Y a pesar de estar dentro de una zona rural la demanda por el trabajo de campo es baja debido a que consideran que están incursionando en otras actividades económicas los pobladores de Polvillos.

“Por ser zona rural, uno cree que la vida es el campo de toda la gente, sin embargo, ya tampoco la gente se está inclinando, si acaso tendrá su parcela, la pone a sembrar para autoconsumo, el trabajo ya está en los servicios, en irse a trabajar a zonas más comerciales” comentó Mariana Sandoval.

Foto: Arturo Aguilar | El Sol de Toluca

Reto dos: nuevos mercados comercializadores

La forma de vender los productos de la familia Mandujo Mayoral es a través de un intermediario, en este caso, la Central de Abastos de la Ciudad de México sin embargo, con la llegada de una nueva integrante a la familia, Mariana Sandoval, han decidido buscar otras formas de comercializar sus productos directamente con las pequeñas y medianas empresas y las familias de los municipios aledaños como Valle de Bravo.

“Como productor debes de buscar ese contacto directo con el restaurante o con la familia, la ama de casa, entonces nosotros tenemos que procurar meternos con los consumidores finales” mencionó Mariana Sandoval quién tiene estudios de licenciatura en economía.

Hasta el momento, tras ocho meses de tocar puertas, tiene un catálogo de cuatro restaurantes de Valle de Bravo a quienes les vende jitomate para sus comensales, esperando que aumenten sus ventas para garantizar el 100% de productos orgánicos en su producción.

Las características que ofrecen para vender a los restaurantes tienen que con la frescura de sus vegetales, pues los llevan desde el sembradío hasta los negocios, además de garantizar que una o dos personas a lo máximo son los que tocan sus productos, hablando del cuidado personalizado que se tiene en los invernaderos, sin dejar de mencionar la retroalimentación con sus clientes para mejorar sus productos.

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