Pocas personas nacen con el talento para la narración. Lo más común es intentar escribir después de muchas lecturas; pero hay quien recibe el don de la palabra, Cecilia Estrada Reyes es una de ellas, las historias brotan en su pantalla para fortuna de sus lectores. Su primera novela publicada es La gallina azul, (ya en su segunda edición), es la historia de los inmigrantes japoneses en nuestro país a principios del siglo pasado. Quien piense a México como una cultura distinguida por el sentido de la hospitalidad, verá en esta narración cómo tratamos a quienes son diferentes, los colocamos en guetos, bien delimitados para evitar todo tipo de relación. La gallina azul es un acierto narrativo porque mueve a la reflexión: no somos como creemos ser, somos intolerantes y racistas.
La segunda novela publicada, Parecía el paraíso, Historia de una mujer nahua en México a mediados del siglo XX (2017), es el homenaje a una mujer sencilla de la extracción más humilde y su superación al cuidado de una familia que no era suya. Otro homenaje a personas sin Historia, mujeres extraordinarias destinadas al olvido si no fuera por escritoras comprometidas con estos seres anónimos.
Alebrijes, la novela
La creatividad mexicana (esta sí es un hecho confirmado), se concreta de forma excepcional en los alebrijes, sintetizan en esqueletos de alambre recubiertos de cartonería o su versión en madera la inclinación de México al color y la imaginación desbocadas.
Los alebrijes no son legado del México antiguo, provienen de un sueño, de un mal sueño. Una tarde, casi noche, estaba enfermo el joven Pedro Linares, la fiebre causó alucinaciones, tan impresionantes como para intentar materializarlas, ya que el joven creador de estas figuras vivía en el barrio de La Merced, en una familia de artesanos cartoneros, en una casa llena de estructuras de carrizo para los gigantescos Judas. No solo soñó con Judas y diablos, los del taller de su casa, soñó con horribles seres híbridos, seres nunca antes vistos; producto de esas visiones, Pedro Linares materializó los alebrijes, donde convergen la zoología, la fantasía, la mitología y el amor de México por el color.
Pedro Linares, creador del alebrije
Leer Alebrijes es transportarse hasta un México, ahora dorado por la magia del paso del tiempo, el de la dictadura de don Porfirio. Este joven Pedro Linares empieza a fabricar sus alebrijes, con el lógico desconcierto de su padre, José Dolores Linares, el cartonero de Judas y diablos. Poco a poco empieza a vencer su personalidad tímida para ofrecer aquellas primeras piezas. Recibe y transforma la herencia gráfica de Posada, abreva del color de los muralistas, hasta llegar a conocer a la obra pictórica de Frida Kahlo y Diego Rivera, grandes aficionados al arte cartonero de la Merced, quienes se convierten en sus clientes. La vida personal de Pedro se enriquece cuando conoce a Xitlali, su esposa, y prosigue su carrera como artista del alambre, el papel periódico, engrudo y pintura, en un momento histórico en que México se debatía entre la dictadura y las elecciones libres y efectivas.
Entrañable viaje al pasado
Alebrijes es un paseo a los tiempos de figuras centrales en la Historia, Pedro y su familia hablan de la renuncia de don Porfirio, los asesinados de Zapata, Villa y Madero. Un momento violento políticamente, pero muy fructífero en cuanto al arte gráfico: muralismo y consagración de la nueva pintura de caballete, es decir, se fijaron los formatos del arte, entre ellos, un ser cuyo origen fue un sueño.
Sin spoiler: lee esta novela, entrañable viaje al pasado. Editada por Ítaca, disponible en librerías virtuales.