El sistema cultural vigente (sin decirlo expresamente), trata a la mujer como un ser incapaz de manejar su derecho a ser propietaria de un lugar donde sentirse dueña de su tiempo y su vida.
La escritora británica Virginia Woolf publicó Una habitación propia, el 24 de octubre de 1929 (hace 90 años). Esta transgresora reflexión tiene miles de ediciones en todo el mundo (por cierto, la encuentras en edición libre en la red), y cientos de traducciones, es un éxito editorial permanente porque su lectura ha sido una invitación para que la mujer busque y encuentre la forma de tener un espacio para desarrollarse, no solo en la escritura, tener habitaciones propias permite el raro privilegio de la soledad creativa, en silencio, sin interrupciones. Tener una habitación propia es la posibilidad de vivir para sí mismas…
Mujeres varadas…
En la casa del padre, del esposo, de los hijos, o hijas, incluso de los nietos o, en algunos casos, en casa de amigas. El deseo de ser propietarias de una casa es un tema recurrente en la obra de las autoras contemporáneas, citaré solo dos, Nawal El Saadawi y Sandra Cisneros.
La primera es una médica egipcia, especializada en ginecología, tiene 88 años, escribió y publicó memorias, narrativa y ensayo sobre la realidad de la mujer en Egipto. Fue encarcelada por publicar ideas contrarias a los intereses masculinos, no obstante, ella resume la posibilidad de independencia de la mujer en cuatro puntos: una casa propia, saber ganar dinero, una cuenta bancaria a su nombre y un vehículo, también a su nombre, esto es, casa, profesión, dinero y cómo moverse.
La segunda, es la única hija entre seis hermanos varones. Su papá, Ernesto Cisneros, quiso para su única hija una vida tradicional: esposo e hijos, pero ella quería una casa a su nombre, quería tiempo y soledad para leer, pensar, escribir y publicar. Sandra Cisneros no se imaginó con su marido en una casa, tampoco vivir en un efficiency (departamentito, casi siempre atrás de las casas gringas, para rentar y tener un ingreso extra). No, ella hizo del deseo de tener una casa a su nombre (símbolo de una vida propia) el motivo central de toda su obra narrativa y ensayística. Lo consiguió y en gran escala, vive en la mejor ciudad para ser artista: San Miguel de Allende y tiene una profesión, una cuenta bancaria y, por supuesto, un vehículo a su nombre.
Habitaciones propias en Instagram
Elma Correa, narradora mexicana residente en Mexicali tuvo la magnífica idea de convocar a las mujeres que tienen espacios propios donde leer, escriber, preparar sus clases, imaginar y ejecutar su arte visual, para exponerlos en su cuenta de Instagram: Habitaciones propias.
Una mujer necesita un lugar donde estar sola y pensar cómo saber ganar dinero por sí misma, porque Nawal El Saadawi va más allá, es categórica, opina: mientras ellas tengan que alargar la mano para pedir dinero, nunca serán libres. Una habitación propia es el primer paso, siguen una casa, profesión, una cuenta en el banco y un vehículo.