La gente miente con facilidad de manera pequeña o grande, a extraños, colegas, amigos y seres amados, ser engañosos está entramado en nuestro tejido mismo, tanto que sería veraz decir que mentir es humano.
A veces las personas mienten para mejorar su imagen, esconder un mal comportamiento, incluso en la ciencia académica, mundo ampliamente habitado por gente dedicada a la búsqueda de la verdad, como el físico Jan Hendrick Schön, cuyos supuestos hallazgos en la investigación de semiconductores moleculares fueron fraudulentos.
Las mentiras que los impostores, estafadores y políticos apenas yacen en la cima de una pirámide de engaños que ha caracterizado el comportamiento humano por miles de años.
Lo anterior se detalla en el artículo titulado ¿Por qué mentimos? Descubre cuándo y cómo comenzamos a hacerlo, publicado por National Geographic el pasado 11 de febrero, donde se indagan las razones de esta condición humana.
El documento refiere que hace dos décadas la psicóloga social Bella DePaulo, de la Universidad de California en Santa Bárbara, documentó por primera vez de manera sistemática la ubicuidad de la mentira.
DePaulo y sus colegas les pidieron a 147 adultos que tomaran nota durante una semana cada vez que trataban de engañar a alguien, los resultados arrojaron que estos sujetos mentían una o dos veces al día en promedio, la mayoría eran mentiras inocuas y su intención era esconder la propia ineptitud o proteger los sentimientos de los demás.
Por lo tanto no debería sorprendernos que los seres humanos posean de manera universal un talento para engañarse entre sí, los investigadores especulan que la mentira como comportamiento surgió no mucho después que el lenguaje.
Una de las razones para desarrollar la habilidad para manipular a los demás sin utilizar la fuerza física probablemente otorgó ventaja en la competencia por recursos y parejas, similar a la evolución de estrategias engañosas en el reino animal, como el camuflaje.
Actualmente investigadores sugieren que nuestra tendencia a engañar a otros y vulnerabilidad a ser engañados resultan en especial relevantes en la era de las redes sociales, nuestra capacidad como sociedad de separar la verdad de la mentira se encuentra cada vez está mas amenazada.
Cuando los niños empiezan a mentir muestran el inicio de la pérdida de la inocencia, sin embargo para Kang Lee, psicólogo de la Universidad de Toronto, ve el principio de este comportamiento en los niños pequeños como signo tranquilizador de que su crecimiento cognitivo va por buen camino.