/ lunes 13 de mayo de 2019

La búsqueda del teporingo está detenida

Aún no se confirma la extinción del conejo de los volcanes en el Nevado de Toluca

A siete meses de la controversia que desató el estudio el cual revelaba que el teporingo, zacatuche o conejo de los volcanes no se encontró en el Nevado de Toluca, el interés por reanudar su búsqueda no ha sido el esperado y únicamente se mantiene el monitoreo en las zonas donde se ha confirmado su presencia dentro del corredor biológico Ajusco- Chichinautzin.

La exploración en busca de esta especie considerada en peligro de extinción dentro de la Norma Oficial Mexicana NOM-2010 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se llevó a cabo durante ocho meses en 2017 por el equipo de Octavio Monroy Vilchis, coordinador del Centro de Investigación en Ciencias Biológicas Aplicadas (CICBA) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

Octavio Monroy Vilchis, coordinador del CICBA. (Cortesía)

Sin embargo, fue hasta el 28 de septiembre del 2018 cuando cobró fuerza al difundirse en diversos medios de comunicación el trabajo que mostraba lo alarmante de saber que de más de 200 sitios monitoreados, en poco más de 100 encontraron muestras de diversos conejos, un indicador de su escasa presencia.

Posteriormente de cerca de 2 mil sitios analizados se eligieron seis donde se había tenido evidencia de la existencia del teporingo, se colocaron cámaras trampa que se activan cuando pasa un organismo vivo, sin embargo no se obtuvo evidencia fotográfica, por eso determinaron que no existía en el Nevado de Toluca.

“Nosotros dejamos las cámaras durante dos meses más (para un total de ocho) y no lo encontramos, lo que sabemos es que seguimos sin tener registro del teporingo”, indicó.

Después de revelar la información hubo interés por parte de algunas instituciones y asociaciones civiles, pero la realidad es que ya no se le dio seguimiento.

“Por nuestra parte estamos haciendo todo el proceso de registro de la investigación a través del mecanismo científico para su evaluación, con la sociedad seguimos tratando de identificar otros sitios donde potencialmente pueda estar la especie, no obstante, actualmente ya no hemos colocado cámaras”, agregó el investigador.

Por el momento también están trabajando con una tesista en el volcán Tláloc en Texcoco, en el cual hay registros de hace tiempo que sí existe, por lo que se están haciendo estudios sobre la abundancia del conejo.

“Particularmente en el Nevado de Toluca todo está como en stand-by tratando de ubicar nuevos sitios para colocar cámaras trampa, porque los únicos registros sobre la presencia de la especie fueron unos excrementos que se hallaron, pero más evidencia nunca hubo, esa es realmente la controversia, si había existido o no; por mucho tiempo se dio por hecho que estaba, sin embargo nunca se confirmó”, agregó.

Los registros recientes han confirmado su presencia al sur de la Ciudad de México, norte de Morelos y este del Estado de México, en el corredor biológico Ajusco-Chichinautzin, que abarca también los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.

El investigador dijo que no tienen información sobre las acciones de la Semarnat, pero sabe que tienen programas de monitoreo en las zonas, aunque desconoce cómo van o si han encontrado algo.

Otro de los temas pendientes es que no existe un censo de ejemplares del teporingo pese a tener ubicadas las zonas de su distribución, las características ambientales que lo favorecen y las que no.

En cautiverio tampoco se cuenta con un registro claro, pero se sabe que zoológicos como el de Chapultepec, en la Ciudad de México, lo tienen.

Antecedentes de la extinción

Los antecedentes que el teporingo tenía escasa presencia en el Nevado venían desde mucho antes; en 1966 el Libro Rojo de Datos de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza ubicó al conejo teporingo como especie en peligro de extinción.

En la década de los 80, del también conocido como conejo zacatuche, no se encontró rastro alguno donde previamente se había registrado.

Esther Quintero Rivero, subcoordinadora de especies prioritarias de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), explicó que en México se consideró oficialmente una especie de riesgo desde 1994.

Para el 2003, el biólogo Gerardo Ceballos González, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ya lo había considerado extinto del Nevado de Toluca o Xinantécatl; el último avistamiento se había registrado en agosto del mismo año.

Urge tomar acciones

Para Monroy es importante el interés que generó en su momento el tema en los medios de comunicación porque había pasado mucho tiempo que no se hablaba del teporingo, esto fue como una llamada de atención, pues otra especie se encuentra seriamente amenazada, por ello es importante impulsar acciones para su conservación.

Aunque el teporingo está en una zona difícil, porque Cuernavaca y la Ciudad de México cada vez expanden más sus territorios, a esto se suman la ganadería, agricultura y producción forestal que le van ganando espacio a los bosques lo que va repercutiendo en el hábitat y presencia de la especie en esos lugares.

“Lo que vimos en el Nevado de Toluca es una mayor presencia de perros y gatos que están ocasionando problemas importantes sobre la fauna local y complican la posibilidad de existencia del teporingo, así como otras especies.

Nosotros como investigadores lo que debemos hacer es tener esas evidencias de cómo y dónde se encuentran las especies, después proponer acciones y estrategias que se lleven a cabo junto con las dependencias gubernamentales y sociedad en general”, agregó Monroy, quien también ha estudiado al puma y jaguar en la sierra de Nanchititla.

La investigación realizada en 2017 marcó un antes y un después en el tema. Monroy destacó que a través del estudio se pudo poner en relieve que el ejemplar está amenazado.

“No es un secreto que los bosques y selvas en todo el mundo están disminuyendo su extensión, así como su calidad que se va deteriorando debido a la cacería, extracción de la madera sin regulación ni control, contaminación de los ríos, del aire, suelo, incendios forestales, turismo irresponsable, todo esto no favorece nada a las especies”, abundó.

En este proceso de generar el conocimiento, destacó la importancia que los datos lleguen a las personas indicadas, sobre todo al gobierno que tiene el poder de tomar decisiones y generar programas que se basen en información científica comprobada.

“A veces me da la impresión que no es así, por eso valdría la pena que se acerquen a los especialistas e instituciones que generan la información y se tomen las mejores resoluciones”, expresó.

De igual forma, el coordinador del CICBA evidenció que falta mucho como sociedad y academia para concientizar y generar propuestas a fin de preservar el teporingo y otras especies, estas acciones a la larga también ayudarán a la conservación del planeta.


A siete meses de la controversia que desató el estudio el cual revelaba que el teporingo, zacatuche o conejo de los volcanes no se encontró en el Nevado de Toluca, el interés por reanudar su búsqueda no ha sido el esperado y únicamente se mantiene el monitoreo en las zonas donde se ha confirmado su presencia dentro del corredor biológico Ajusco- Chichinautzin.

La exploración en busca de esta especie considerada en peligro de extinción dentro de la Norma Oficial Mexicana NOM-2010 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se llevó a cabo durante ocho meses en 2017 por el equipo de Octavio Monroy Vilchis, coordinador del Centro de Investigación en Ciencias Biológicas Aplicadas (CICBA) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

Octavio Monroy Vilchis, coordinador del CICBA. (Cortesía)

Sin embargo, fue hasta el 28 de septiembre del 2018 cuando cobró fuerza al difundirse en diversos medios de comunicación el trabajo que mostraba lo alarmante de saber que de más de 200 sitios monitoreados, en poco más de 100 encontraron muestras de diversos conejos, un indicador de su escasa presencia.

Posteriormente de cerca de 2 mil sitios analizados se eligieron seis donde se había tenido evidencia de la existencia del teporingo, se colocaron cámaras trampa que se activan cuando pasa un organismo vivo, sin embargo no se obtuvo evidencia fotográfica, por eso determinaron que no existía en el Nevado de Toluca.

“Nosotros dejamos las cámaras durante dos meses más (para un total de ocho) y no lo encontramos, lo que sabemos es que seguimos sin tener registro del teporingo”, indicó.

Después de revelar la información hubo interés por parte de algunas instituciones y asociaciones civiles, pero la realidad es que ya no se le dio seguimiento.

“Por nuestra parte estamos haciendo todo el proceso de registro de la investigación a través del mecanismo científico para su evaluación, con la sociedad seguimos tratando de identificar otros sitios donde potencialmente pueda estar la especie, no obstante, actualmente ya no hemos colocado cámaras”, agregó el investigador.

Por el momento también están trabajando con una tesista en el volcán Tláloc en Texcoco, en el cual hay registros de hace tiempo que sí existe, por lo que se están haciendo estudios sobre la abundancia del conejo.

“Particularmente en el Nevado de Toluca todo está como en stand-by tratando de ubicar nuevos sitios para colocar cámaras trampa, porque los únicos registros sobre la presencia de la especie fueron unos excrementos que se hallaron, pero más evidencia nunca hubo, esa es realmente la controversia, si había existido o no; por mucho tiempo se dio por hecho que estaba, sin embargo nunca se confirmó”, agregó.

Los registros recientes han confirmado su presencia al sur de la Ciudad de México, norte de Morelos y este del Estado de México, en el corredor biológico Ajusco-Chichinautzin, que abarca también los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.

El investigador dijo que no tienen información sobre las acciones de la Semarnat, pero sabe que tienen programas de monitoreo en las zonas, aunque desconoce cómo van o si han encontrado algo.

Otro de los temas pendientes es que no existe un censo de ejemplares del teporingo pese a tener ubicadas las zonas de su distribución, las características ambientales que lo favorecen y las que no.

En cautiverio tampoco se cuenta con un registro claro, pero se sabe que zoológicos como el de Chapultepec, en la Ciudad de México, lo tienen.

Antecedentes de la extinción

Los antecedentes que el teporingo tenía escasa presencia en el Nevado venían desde mucho antes; en 1966 el Libro Rojo de Datos de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza ubicó al conejo teporingo como especie en peligro de extinción.

En la década de los 80, del también conocido como conejo zacatuche, no se encontró rastro alguno donde previamente se había registrado.

Esther Quintero Rivero, subcoordinadora de especies prioritarias de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), explicó que en México se consideró oficialmente una especie de riesgo desde 1994.

Para el 2003, el biólogo Gerardo Ceballos González, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ya lo había considerado extinto del Nevado de Toluca o Xinantécatl; el último avistamiento se había registrado en agosto del mismo año.

Urge tomar acciones

Para Monroy es importante el interés que generó en su momento el tema en los medios de comunicación porque había pasado mucho tiempo que no se hablaba del teporingo, esto fue como una llamada de atención, pues otra especie se encuentra seriamente amenazada, por ello es importante impulsar acciones para su conservación.

Aunque el teporingo está en una zona difícil, porque Cuernavaca y la Ciudad de México cada vez expanden más sus territorios, a esto se suman la ganadería, agricultura y producción forestal que le van ganando espacio a los bosques lo que va repercutiendo en el hábitat y presencia de la especie en esos lugares.

“Lo que vimos en el Nevado de Toluca es una mayor presencia de perros y gatos que están ocasionando problemas importantes sobre la fauna local y complican la posibilidad de existencia del teporingo, así como otras especies.

Nosotros como investigadores lo que debemos hacer es tener esas evidencias de cómo y dónde se encuentran las especies, después proponer acciones y estrategias que se lleven a cabo junto con las dependencias gubernamentales y sociedad en general”, agregó Monroy, quien también ha estudiado al puma y jaguar en la sierra de Nanchititla.

La investigación realizada en 2017 marcó un antes y un después en el tema. Monroy destacó que a través del estudio se pudo poner en relieve que el ejemplar está amenazado.

“No es un secreto que los bosques y selvas en todo el mundo están disminuyendo su extensión, así como su calidad que se va deteriorando debido a la cacería, extracción de la madera sin regulación ni control, contaminación de los ríos, del aire, suelo, incendios forestales, turismo irresponsable, todo esto no favorece nada a las especies”, abundó.

En este proceso de generar el conocimiento, destacó la importancia que los datos lleguen a las personas indicadas, sobre todo al gobierno que tiene el poder de tomar decisiones y generar programas que se basen en información científica comprobada.

“A veces me da la impresión que no es así, por eso valdría la pena que se acerquen a los especialistas e instituciones que generan la información y se tomen las mejores resoluciones”, expresó.

De igual forma, el coordinador del CICBA evidenció que falta mucho como sociedad y academia para concientizar y generar propuestas a fin de preservar el teporingo y otras especies, estas acciones a la larga también ayudarán a la conservación del planeta.


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