En el futuro cercano será común saber que las prendas de vestir son fabricadas a base de café, bagazo de uva, flores, hongos, piel de manzana y seda de araña, con eso se dará un paso importante para reducir el impacto ambiental que actualmente tiene la industria textil.
De acuerdo al Foro Económico Mundial la producción de moda está vinculada al 10% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono y es la segunda mayor consumidora de agua a nivel mundial, desde el año 2000 la producción de indumentaria se duplicó y los consumidores en la actualidad compran un 60% más de prendas aunque las conserven la mitad del tiempo.
En tanto una investigación conjunta de The Business of Fashion y la consultora McKinsey, señala que los nuevos desarrollos en la industria biotextil a base de productos orgánicos están pasando de ser la excepción a convertirse en la norma con la obtención de telas fabricadas con desechos de la industria alimentaria, alternativas al cuero y a la seda hechas en laboratorio.
Las prendas de vestir que se mostrarán en las pasarelas se fabricarán a partir de desechos orgánicos, hongos y bacterias, arañas, leche, estiércol y pétalos de flores, de acuerdo al artículo publicado en Infobae el pasado 11 de mayo con el título: Prendas a base de café, flores y lágrimas cristalizadas: cómo los biotextiles revolucionarán el futuro de la moda escrito por Paula Guardia.
En el tema de los desechos orgánicos está la compañía italiana Orange Fiber, que fabrica tela a partir de los derivados de la producción de jugos cítricos, por su parte Nanollose, una empresa australiana desarrolló un sustituto del rayón a partir de celulosa generada con la fermentación de residuos orgánicos líquidos.
Mientras Singtex lanzó S-Cafe, un textil que se produce con la combinación de poliester y aceite de café que se extrae del café molido desechado, y que cuenta con propiedades de secado, protección UV y control de olores.
Dentro de este modelo de producción, uno de los materiales más populares es el biocuero vegano, Vegea es una de las compañías que trabajan esta alternativa, con un textil fabricado a partir del bagazo de uva, un excedente de la industria vinícola; en tanto Frumat fue la desarrolladora de Pellemela, un textil que se fabrica con la fibra, celulosa y azúcares de la piel de manzana desechada tras la producción de jugos y compotas.
En cuanto a las prendas producidas a base de hongos y bacterias, el micelio, la red de hifas que compone la parte vegetativa del hongo, es uno de los materiales más frecuentemente utilizados en el desarrollo de alternativas al cuero, entre los productos popularizados están bolsos y telas fabricadas a partir de colágeno de levadura fermentada..
Entre los materiales más novedosos empleados para el desarrollo de biotextiles se encuentran aquellos descubiertos por la investigadora inglesa Alice Potts, quien utilizó pétalos de flores para crear lentejuelas y sudor y lágrimas humanas cristalizadas en accesorios en colaboración con la marca australiana Mimco y en ornamentos para sus prendas.
Mientras tanto los experimentos textiles que se están realizando está el bioplástico de la diseñadora Jalila Essaidi con estiércol de vaca, pero también una tela a prueba de balas combinando la estructura de la piel humana con seda de arañas, otros materiales que están en investigación para la creación de telas es la leche de vaca y lana de oveja.