Muchas veces hemos escuchado que el Heavy Metal es sinónimo de maldad, agresividad, ira e incluso tristeza; por ende se cree que la gente que la escucha tiene una personalidad violenta sin embargo estudios recientes han comprobado que ayuda a canalizar la irritación e incluso despierta la felicidad.
De acuerdo con datos publicados en 2015 por Spotify este género musical se encuentra entre los favoritos de la población debido a que, en cada uno de los rankings generados por región, se posiciona como uno de los cinco más escuchados.
Para entender mejor su contexto es necesario hablar de su historia. En la década de los 70’s, tras el declive de la época hippie y el inicio de la guerra de Vietnam, los temas de anarquía y destrucción comenzaron a ser la inspiración para la música Punk y Metal por lo que, tras un gran auge, surgieron subgéneros como el Death Metal o el Hardcore que poco a poco se volvieron parte de la cultura general.
La voces poderosas que caracterizan al género especialmente a los oyentes de Screamo, donde los gritos son predominantes, han creado el estereotipo que los amantes del Metal son personas agresivas e insensibles, además que se le ha adjudicado problemas sociales como el suicidio o el abuso de sustancias dañinas.
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Como resultado diversos sectores la consideraron música “extrema” y su composición, al contar con por sonidos caóticos, fuertes y con voces emocionales, fue relacionada con temas como la ansiedad, depresión, soledad y aislamiento social. Todo esto provocó que en la actualidad se le siga considerando un género asociado con la ira, el enojo, la agresión e incluso actitudes suicidas.
Percepción y problemas
Al respecto, en 2018 la página DrugAbuse.com se dio a la tarea de analizar el consumo de sustancias tóxicas en 976 asistentes a festivales de música. Los resultados obtenidos demostraron que el alcohol y la marihuana fueron los predilectos con un 93.4% y 39.4% respectivamente.
Seguido de éstos aparecen los alucinógenos con un 8.1%, el MDMA o éxtasis con el 7.9%, la cocaína con el 5.3%, el Benzodiazepina (un medicamento psicotrópico con efectos sedantes, hipnóticos y ansiolítico) con el 3% y los opioides con el 2.3%.
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De igual forma se constató que en los eventos cuyo género predominante es el EDM (o Electronic Dance Music) son los que más consumen drogas al registrar un 67.5%. En segundo lugar están los fans del Heavy Metal con el 62.2%, y en tercero está la música alternativa con el 60.6%.
Las emociones y la música extrema
Los prejuicios que existen alrededor de la música extrema se han generado por el desconocimiento y la falta de interés en los géneros alternativos; es así como señala un experimento hecho por la Australia’s Macquarle University y publicado en The Royal Society Open Science en el cual se sugiere que la exposición a largo plazo a temas violentos, disminuye la sensibilidad a las representaciones de violencia.
Ante ese supuesto, los involucrados cuestionaron si realmente la música extrema genera tal impacto. Para ello participaron 32 fanáticos del metal y 48 no fanáticos que escucharon el death metal y el pop mientras veían imágenes irritantes. El resultado arrojó que los fans de metal mostraron el mismo sesgo hacia el procesamiento de imágenes violentas que no que no son fans de este género.
La respuesta emocional dominante a esta música es la alegría y el empoderamiento. Y creo que escuchar esta música y transformarla en una experiencia hermosa y empoderadora, eso es algo increíble.
Asimismo en el estudio de la University of Queensland, la investigadora Leah Sharman, aseguró que los fanáticos del Heavy Metal ante la ira no muestran ningún aumento de esta emoción al escucharlo, en cambio los no fanáticos mostraron una mayor ira autoinformada después de escuchar música extrema.
El 100% de los oyentes fanáticos del metal afirmaron que mejoraron su bienestar y un 87% su felicidad.
¿El Metal como catarsis?
El Heavy Metal y sus subgéneros tienen muchos beneficios para los oyentes, como lo demostró un estudio que realizó por la University of Warwick concluyendo que las persona superdotadas suelen escuchar esta música para deshacerse de tensiones y relajarse, liberando recuerdos o pasiones que puedan alterar su mente.
Unos estudios similares presentados por la 18th Annual Conference of the Association for Psychological Science mostraron que las personas que prefieren la música extrema habían obtenido mejores puntuaciones en unas pruebas realizadas para medir su inteligencia, destacando en la prueba de abstracción, debido a que la letra de las canciones se derivan con mayor frecuencia de metáforas.
Preferir este estilo de música se relaciona con una personalidad “intensa y rebelde” ya que las personas con estos rasgos suelen ser más abiertas a experiencias nuevas, a disfrutar el riesgo o ser simplemente más activos.
