Ante la agravada situación económica por la pandemia de Covid-19, el cultivo de hidroponía de vegetales o frutos para el autoconsumo es una alternativa a bajo costo y sana, recomendó Gloria Samperio, Presidenta de la Asociación Hidropónica Mexicana A.C.
En Toluca, desde hace 28 años, la Asociación Hidropónica Mexicana ha promovido esa técnica en la población en general justamente porque es más barata y asegura el consumo de alimentos inocuos.
Durante la emergencia sanitaria del nuevo coronavirus se frenaron los talleres presenciales, solo persisten en línea.
No obstante, en este periodo, se han dedicado a la investigación de plantas y en recuperación de las mismas con un pequeño refugio.
“En este momento lo más crítico es la alimentación porque se están rompiendo cadenas de producción; habrá que cuestionarse por qué esta tan caro el aguacate”, indicó Sampeiro.
Lo que era un predio abandonado en el barrio de La Teresona, en Toluca, se convirtió en un invernadero que produce lechugas, papa, chiles manzano, limones, fresas y alcachofas y uvas.
De igual manera, diversas variedades de flores, hierbas de olor como hierbabuena, epazote, mejorana, romero.
Además de hiedra lila, sábila, higos, forraje y aguaymanto que es un fruto agridulce proveniente del Perú.
En total son cerca de 10 mil especies concentradas en ese lugar, narró Sampeiro en entrevista con El Sol de Toluca.
Barato
Destacó que esa técnica de cultivo es accesible para el presupuesto familiar porque la inversión para hacerlo es menor, así como el tiempo para desarrollarla.
Esta se puede aplicar en poco más de un metro cuadrado, que es aproximadamente el tamaño de una reja de plástico.
La también presidenta de la Asociación Internacional de Consultores de Hidroponia, expresó que frente al desempleo por la pandemia y lo difícil de la situación financiera el cultivo es un aliciente y dichos productos son benéficos para la salud.
“Es una fuente de alimento natural, completo a sus nutrientes y es económico”.
El proceso de producción es variado de dos a tres meses dependiendo de la planta, apuntó.
En las rejillas de plástico se puede cultivar hasta cuatro plantas de lechuga, alcachofa o fresa, precisó.
“Es barato, la caja de plástico cuesta 10 pesos y 10 más de la grava, se requiere de poca mano de obra, y tiempo”, informó la química e integrante de la Asociación, Ana Cristina Pérez.
Cada alcachofa vale entre 40 y 70 pesos en centros comerciales, si lo vendes a 30 pesos es una ayuda para el gasto familiar, subrayó Sampeiro.
“Nos ha congratulado mucho que las personas nos dicen: de aquí de la lechuguita mantengo a mi familia, de las lechuguitas llevó al doctor a mi familia”, afirmó la titular de esa AC.
Pérez opinó que son varios los niveles de cultivo, de inversión y de proyección.
Con esa técnica se pueden alcanzar 350 hectáreas de tómate y la papa se produce en tres meses aproximadamente, una sola semilla puede dar medio kilo, estimó Sampeiro.
Sentidos
Al caminar por el predio los olores son un sello del invernadero, se distinguen los cítricos como el limón y otras hierbas; los penetrantes de la planta de ajo y de romero.
La frescura de la menta que en su conjunto son un despertar de los sentidos no solo del olfato, sino la visita con las tonalidades verdes de las hierbas y de árboles, la viveza del amarillo en los duraznos y aguaymanto, o el rojo de la fresa.
A lo largo de los años el predio tiene un sitio para recuperación de plantas como el jitomate o para crear sus propios pesticidas de origen natural, comunicó Pérez.
También sorprenden a los visitantes los gatos negros y de otros colores que se posan en los maderos.
Historia
Antes de la pandemia el invernadero albergó a 50 personas que producían, ahora no es posible por las condiciones sanitarias, explicaron.
En la Asociación Civil son cerca de 28 los miembros, pero los más activos son Sampeiro, Pérez, Ana Elida Sánchez y Gonzalo Murguía.
El terreno fue una donación de comodato del ayuntamiento de Toluca y a lo largo de años se ha transformado con los cultivos, al colindar con una barranca se sembraron árboles frutales de capulín o tejocote que protegen del temporal, contó Pérez.
Por su parte, Sampeiro recordó que han renacido como el ave fénix porque cuando llegaron el espacio estaba plagado de basura, fauna nociva e incluso detectaron un cadáver. Además de que el invernadero pereció tras una granizada.
Como parte de su perfil social invitaron a los vecinos para enseñarle la técnica y otros pobladores les agradecen porque les beneficio a la comunidad, refirió Sampeiro.
“Lo más importante para nosotros es el aprendizaje y cubrir los niveles de autoconsumo o comercial, los preparamos en ese sentido, es como hacer un traje a la medida”.
Aclaró que la Asociación nunca ha recibido, ni pedido donaciones y todo se hace con recurso propio.