/ miércoles 24 de marzo de 2021

La salud mental a un año del confinamiento por el Covid-19

Todos tenemos la capacidad de ser resilientes, la sociedad de Toluca y el mundo se está moviendo con esperanza, optimismo, empatía y solidaridad: especialista

Este 23 de marzo se cumplió un año del encierro por la crisis sanitaria del Covid-19 que afecta a la humanidad, por lo que es importante dar una mirada a lo que se ha generado en la población con la llamada resiliencia.

Francisco Xavier Suárez Estévez, especialista en psicología y filosofía, hizo una reflexión sobre el término que se refiere a la capacidad que tienen las personas de adaptarse a la adversidad, circunstancias traumáticas, pero que se pueden superar de manera positiva saliendo fortalecidos, reestructurando los recursos psico-emocionales que permiten desarrollar su potencial, junto a las habilidades para enfrentar las dificultades.

El también maestro en Ciencias de la Educación, comenzó con una reflexión histórica de la resiliencia.

“El luto, la pérdida y el duelo, es tan antiguo como la humanidad, si nos asomamos a la historia antes de las grandes civilizaciones y las religiones, algo que sabían los primeros humanos es que morirían, es decir, la muerte siempre sucedía”.

“Imaginemos los primeros Homo Sapiens, un mundo sin explicaciones, sólo el hecho de que los que están a mi lado mueren. Esta muerte (ya fuera de frío, de viejos, en cacería, de hambre, o enfermos) la sentía la comunidad”, refirió.

Agregó que los sentimientos que experimentamos en la actualidad, ya los experimentaban en aquellos primeros años de humanidad. El miedo, el enojo, la tristeza, la frustración, la incertidumbre, el dolor, etc. han venido acompañando al humano desde sus inicios.

Por tal motivo, en aquellas primeras épocas tuvieron que darse explicaciones, elaborar símbolos para entender la vida de la comunidad. Se plantearon múltiples preguntas a las que había que darle respuesta, reverenciaron la naturaleza donde se desintegraba y fusionaba el cadáver, voltearon al cielo para buscar a su familiar, trataban con sus recurso algo que diera sentido, algo que aliviara también su emoción de pérdida y los ayudara a procesar el duelo.

“Imaginen una cacería que acabara en derrota de los hombres con el animal, pero también en la pérdida de 8 o 10 valientes cazadores. ¿cómo crees que se sentían los cazadores sobrevivientes? Primero ver que el animal se va, que su estrategia o fuerza no funcionó, voltear a la tierra o nieve enrojecida y ver a sus compañeros muertos, después tener que regresar a la tribu con la panza hambrienta, con las manos vacías, y sin varios de sus colegas. ¿Cómo explicaban a las viudas o huérfanos o madres? ¿Qué habrán hecho, tanto hombres como mujeres, con esas emociones?”, indicó.

Suárez Estévez recordó que la historia es el paso del hombre en la tierra, es la expresión de la humanidad desde puntos de vista concretos, siempre hay diferentes posturas, pero lo que no ha cambiado es que el hombre siente y cuando pierde algo le duele, y al dolerle debe hacer algo llamado: proceso.

“Primero entendamos algo, la pérdida es la separación que se tiene, ya sea a una situación (el trabajo), un objeto material (un coche), una relación o amistad o una persona con mayor vínculo afectivo: esto le llamamos luto”, dijo.

Mientras que el duelo decimos que es “un proceso natural interno que continúa después de una pérdida significativa”, ya sea por una persona, una amistad, una relación, un objeto material o de una situación. Como hemos visto este “duelo” está cargado por una historia social y familiar.

En la historia podemos ver que la esperanza y el optimismo pudieron dar paso a una construcción de pensamientos que, “a través de los mitos, símbolos, rituales, personajes, sermones, espiritualidad; han dado al hombre herramientas para incrementar el sentido de vida, la fuerza y voluntad para ser resiliente.”

Así, podemos decir que los cultos con la naturaleza, las religiones, el pensamiento filosófico hasta llegar a la cimentación de la ciencia, han buscado positivamente dar respuestas y aliviar dolores del ser humano y dar respuestas más concretas para entender: lo que me sucede, cuando ocurre, lo que les ha pasado a muchos, la experiencia de luto.

Si bien es cierto las reflexiones teóricas pueden ayudar a entender la muerte de manera fisiológica, de manera religiosa y social, pero la experiencia de la muerte en cada uno de los seres humanos es distinta. Es como se dice en la autoestima, es “única e irrepetible” es lo único cierto, certero, contundente y veraz.

“Por tanto, si se le ve como esa verdad la podríamos considerar bella desde lo platónico. Aceptarle es de valientes, se requiere apertura al dolor, pero también, a la transformación que ese dolor generará en la persona. Algunos tememos al dolor, otros a la transformación, pero atravesarlos ambos es lo que se llama proceso de duelo”, precisó el psicoterapeuta Gestalt.

Francisco Xavier refirió que en las épocas pasadas los humanos han transformado las situaciones adversas y capitalizado cambios benéficos hasta hoy con la tecnología. Con lo de la pandemia del Covid-19 apenas llevamos un año y desconocemos si este “parteaguas” dará un nombre después del de “Homo Tecnológicus” a un Homo Resilienticus”.

“Todos tenemos la capacidad de ser resilientes, todos podemos encontrar ejemplos en nuestra propia historia donde logramos ese paso, muchos ya lo hacen otros por fortuna no tendrán el luto para volverse resilientes, pero, la sociedad de Toluca y el mundo se está moviendo con esperanza, optimismo, empatía y solidaridad a una resiliencia colectiva”, reflexionó.

En este contexto resaltó que la resiliencia no es una moda, es un término reciente, pero es tan veterana la acción interna, el dinamismo de la persona por salir de la arena movediza, el impulso por encontrar equilibrio emocional, la energía empleada por el pensamiento para darse a sí mismo respuestas, así pues, la gestión del proceso de duelo, es inherente a la humanidad. No cuestionemos la pulcritud del diálogo interno ni la rapidez del resultado, cada quien elabora a su ritmo y con sus herramientas este proceso.

“Para quienes están en duelo mi más sentido pésame, quienes están aún con personas amadas en hospitales o lucha en casa mi oración con ustedes, quienes luchan por ayudar en la primera línea como médicos y enfermeras mi profundo respeto, quienes estamos en el campo de la salud mental y viviendo el dolor de luto en el consultorio o trabajo, un abrazo con calidez, un gesto de ánimo para no desfallecer y un empujón suave para volver a tomar impulso”, externó.


Finalmente hizo un llamado a los expertos en salud mental para que realicen su trabajo con dedicación y más humano en tiempos adversos.

“Colegas: recuerden que un ciego no guía a otro, si el título sólo es adorno en la pared o no han dedicado tiempo a la parte clínica, regresen un poco al estudio antes de aventurarse. Si sus vidas personales son un caos que no tiene pies ni cabeza, que no hay equilibrio o paz, regresen a terapia para resolver sus conflictos y así estén en posibilidades de entregarse completos a quien acude a terapia”.


“Hoy nuestra vocación de servicio está llamada a servir con el corazón sin pensar en la cartera únicamente. Seamos honestos, creativos, proactivos y asertivos. El mundo hoy nos pone en la mira, para desplegar habilidades, compromiso, herramientas, que estén a la altura de esta emergencia sanitaria y su posterior desenlace”, puntualizó Francisco Xavier Suárez.

Este 23 de marzo se cumplió un año del encierro por la crisis sanitaria del Covid-19 que afecta a la humanidad, por lo que es importante dar una mirada a lo que se ha generado en la población con la llamada resiliencia.

Francisco Xavier Suárez Estévez, especialista en psicología y filosofía, hizo una reflexión sobre el término que se refiere a la capacidad que tienen las personas de adaptarse a la adversidad, circunstancias traumáticas, pero que se pueden superar de manera positiva saliendo fortalecidos, reestructurando los recursos psico-emocionales que permiten desarrollar su potencial, junto a las habilidades para enfrentar las dificultades.

El también maestro en Ciencias de la Educación, comenzó con una reflexión histórica de la resiliencia.

“El luto, la pérdida y el duelo, es tan antiguo como la humanidad, si nos asomamos a la historia antes de las grandes civilizaciones y las religiones, algo que sabían los primeros humanos es que morirían, es decir, la muerte siempre sucedía”.

“Imaginemos los primeros Homo Sapiens, un mundo sin explicaciones, sólo el hecho de que los que están a mi lado mueren. Esta muerte (ya fuera de frío, de viejos, en cacería, de hambre, o enfermos) la sentía la comunidad”, refirió.

Agregó que los sentimientos que experimentamos en la actualidad, ya los experimentaban en aquellos primeros años de humanidad. El miedo, el enojo, la tristeza, la frustración, la incertidumbre, el dolor, etc. han venido acompañando al humano desde sus inicios.

Por tal motivo, en aquellas primeras épocas tuvieron que darse explicaciones, elaborar símbolos para entender la vida de la comunidad. Se plantearon múltiples preguntas a las que había que darle respuesta, reverenciaron la naturaleza donde se desintegraba y fusionaba el cadáver, voltearon al cielo para buscar a su familiar, trataban con sus recurso algo que diera sentido, algo que aliviara también su emoción de pérdida y los ayudara a procesar el duelo.

“Imaginen una cacería que acabara en derrota de los hombres con el animal, pero también en la pérdida de 8 o 10 valientes cazadores. ¿cómo crees que se sentían los cazadores sobrevivientes? Primero ver que el animal se va, que su estrategia o fuerza no funcionó, voltear a la tierra o nieve enrojecida y ver a sus compañeros muertos, después tener que regresar a la tribu con la panza hambrienta, con las manos vacías, y sin varios de sus colegas. ¿Cómo explicaban a las viudas o huérfanos o madres? ¿Qué habrán hecho, tanto hombres como mujeres, con esas emociones?”, indicó.

Suárez Estévez recordó que la historia es el paso del hombre en la tierra, es la expresión de la humanidad desde puntos de vista concretos, siempre hay diferentes posturas, pero lo que no ha cambiado es que el hombre siente y cuando pierde algo le duele, y al dolerle debe hacer algo llamado: proceso.

“Primero entendamos algo, la pérdida es la separación que se tiene, ya sea a una situación (el trabajo), un objeto material (un coche), una relación o amistad o una persona con mayor vínculo afectivo: esto le llamamos luto”, dijo.

Mientras que el duelo decimos que es “un proceso natural interno que continúa después de una pérdida significativa”, ya sea por una persona, una amistad, una relación, un objeto material o de una situación. Como hemos visto este “duelo” está cargado por una historia social y familiar.

En la historia podemos ver que la esperanza y el optimismo pudieron dar paso a una construcción de pensamientos que, “a través de los mitos, símbolos, rituales, personajes, sermones, espiritualidad; han dado al hombre herramientas para incrementar el sentido de vida, la fuerza y voluntad para ser resiliente.”

Así, podemos decir que los cultos con la naturaleza, las religiones, el pensamiento filosófico hasta llegar a la cimentación de la ciencia, han buscado positivamente dar respuestas y aliviar dolores del ser humano y dar respuestas más concretas para entender: lo que me sucede, cuando ocurre, lo que les ha pasado a muchos, la experiencia de luto.

Si bien es cierto las reflexiones teóricas pueden ayudar a entender la muerte de manera fisiológica, de manera religiosa y social, pero la experiencia de la muerte en cada uno de los seres humanos es distinta. Es como se dice en la autoestima, es “única e irrepetible” es lo único cierto, certero, contundente y veraz.

“Por tanto, si se le ve como esa verdad la podríamos considerar bella desde lo platónico. Aceptarle es de valientes, se requiere apertura al dolor, pero también, a la transformación que ese dolor generará en la persona. Algunos tememos al dolor, otros a la transformación, pero atravesarlos ambos es lo que se llama proceso de duelo”, precisó el psicoterapeuta Gestalt.

Francisco Xavier refirió que en las épocas pasadas los humanos han transformado las situaciones adversas y capitalizado cambios benéficos hasta hoy con la tecnología. Con lo de la pandemia del Covid-19 apenas llevamos un año y desconocemos si este “parteaguas” dará un nombre después del de “Homo Tecnológicus” a un Homo Resilienticus”.

“Todos tenemos la capacidad de ser resilientes, todos podemos encontrar ejemplos en nuestra propia historia donde logramos ese paso, muchos ya lo hacen otros por fortuna no tendrán el luto para volverse resilientes, pero, la sociedad de Toluca y el mundo se está moviendo con esperanza, optimismo, empatía y solidaridad a una resiliencia colectiva”, reflexionó.

En este contexto resaltó que la resiliencia no es una moda, es un término reciente, pero es tan veterana la acción interna, el dinamismo de la persona por salir de la arena movediza, el impulso por encontrar equilibrio emocional, la energía empleada por el pensamiento para darse a sí mismo respuestas, así pues, la gestión del proceso de duelo, es inherente a la humanidad. No cuestionemos la pulcritud del diálogo interno ni la rapidez del resultado, cada quien elabora a su ritmo y con sus herramientas este proceso.

“Para quienes están en duelo mi más sentido pésame, quienes están aún con personas amadas en hospitales o lucha en casa mi oración con ustedes, quienes luchan por ayudar en la primera línea como médicos y enfermeras mi profundo respeto, quienes estamos en el campo de la salud mental y viviendo el dolor de luto en el consultorio o trabajo, un abrazo con calidez, un gesto de ánimo para no desfallecer y un empujón suave para volver a tomar impulso”, externó.


Finalmente hizo un llamado a los expertos en salud mental para que realicen su trabajo con dedicación y más humano en tiempos adversos.

“Colegas: recuerden que un ciego no guía a otro, si el título sólo es adorno en la pared o no han dedicado tiempo a la parte clínica, regresen un poco al estudio antes de aventurarse. Si sus vidas personales son un caos que no tiene pies ni cabeza, que no hay equilibrio o paz, regresen a terapia para resolver sus conflictos y así estén en posibilidades de entregarse completos a quien acude a terapia”.


“Hoy nuestra vocación de servicio está llamada a servir con el corazón sin pensar en la cartera únicamente. Seamos honestos, creativos, proactivos y asertivos. El mundo hoy nos pone en la mira, para desplegar habilidades, compromiso, herramientas, que estén a la altura de esta emergencia sanitaria y su posterior desenlace”, puntualizó Francisco Xavier Suárez.

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