/ lunes 2 de noviembre de 2020

El joven que se colgó por amor aún se aparece en el primer piso de la Casa de las Diligencias

La escritora Marcela Magdaleno narra este acontecimiento ocurrido en el edifico ubicado en la esquina de Juárez e Independencia

La Casa de las Diligencias, hoy centro cultural administrado por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), fue antes hogar de decenas de familias, objeto de litigios, salón de grandes recepciones, confidente de amores secretos, tienda, mesón y fuerte.

La escritora Marcela Magdaleno refiere la Casa de las Diligencias fue propiedad de Manuel e Emilia Borbolla y Parra, de Raquel Canalizo y Trevilla, llamada la casa-hotel, corral de caballos y mulas, albergue de lujosos vagones.

En su serie radiofónica Raíz Desnuda, narra los múltiples acontecimientos registrados en esa casa ubicada en la esquina de las calles Juárez e Independencia.

“Fue construida en 1780, por eso sus muros lagrimean recuerdos y en sus patios aún se escuchan los relinchos de los caballos que jalaban carretas”, dice.

Entre quienes habitaron esa casa estuvo Antonio Garduño, propietario de la tienda “La Mestiza”, tiempo después se convirtió en el hotel “El León de Oro”, en donde los viajeros acostumbraban cenar y beber licores de la región en el comedor principal, ubicado en el centro del patio.

De todas las leyendas, comenta Marcela Magdaleno, sobresale la de un hombre que se colgó por amor, quien a la fecha se sigue apareciendo en la parte alta de la Casa de las Diligencias.

De acuerdo con la tradición oral, durante la época en que la Casa de las Diligencias sirvió como hotel, un joven de clase baja que allí laboraba, conoció a una joven de la clase alta, bella, educada y refinada, por lo que se enamoró locamente.

La galanura del muchacho pobre, así como su modo de atenderla y mirarla, llamó la atención de la joven, quien animó ese amor con toda la discreción que se usaba en aquella época de mujeres recatadas.

Se dice que el joven sólo vivía para mirarla y amarla, de tal manera que soñaba con realizar su amor sin tomar en cuenta su falta de fortuna para aspirar a tener una mujer como aquella para hacerla su compañera de vida.

Finalmente, cuando la relación fue descubierta, la diferencia de clases sociales entre ambos impidió que este amor se realizara y terminó en tragedia, pues el joven, desolado ante la pérdida de la mujer que amaba, decidio quitarse la vida y se colgó del barandal del piso superior.

Por eso, la gente dice que aún se aparece en el piso superior de la Casa de las Diligencias, lugar donde a través del teatro, se revive su trágica historia de amor, claro, en tiempos normales porque este año la pandemia de Covid-19 mantiene cerrado el recinto cultural.

La Casa de las Diligencias, hoy centro cultural administrado por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), fue antes hogar de decenas de familias, objeto de litigios, salón de grandes recepciones, confidente de amores secretos, tienda, mesón y fuerte.

La escritora Marcela Magdaleno refiere la Casa de las Diligencias fue propiedad de Manuel e Emilia Borbolla y Parra, de Raquel Canalizo y Trevilla, llamada la casa-hotel, corral de caballos y mulas, albergue de lujosos vagones.

En su serie radiofónica Raíz Desnuda, narra los múltiples acontecimientos registrados en esa casa ubicada en la esquina de las calles Juárez e Independencia.

“Fue construida en 1780, por eso sus muros lagrimean recuerdos y en sus patios aún se escuchan los relinchos de los caballos que jalaban carretas”, dice.

Entre quienes habitaron esa casa estuvo Antonio Garduño, propietario de la tienda “La Mestiza”, tiempo después se convirtió en el hotel “El León de Oro”, en donde los viajeros acostumbraban cenar y beber licores de la región en el comedor principal, ubicado en el centro del patio.

De todas las leyendas, comenta Marcela Magdaleno, sobresale la de un hombre que se colgó por amor, quien a la fecha se sigue apareciendo en la parte alta de la Casa de las Diligencias.

De acuerdo con la tradición oral, durante la época en que la Casa de las Diligencias sirvió como hotel, un joven de clase baja que allí laboraba, conoció a una joven de la clase alta, bella, educada y refinada, por lo que se enamoró locamente.

La galanura del muchacho pobre, así como su modo de atenderla y mirarla, llamó la atención de la joven, quien animó ese amor con toda la discreción que se usaba en aquella época de mujeres recatadas.

Se dice que el joven sólo vivía para mirarla y amarla, de tal manera que soñaba con realizar su amor sin tomar en cuenta su falta de fortuna para aspirar a tener una mujer como aquella para hacerla su compañera de vida.

Finalmente, cuando la relación fue descubierta, la diferencia de clases sociales entre ambos impidió que este amor se realizara y terminó en tragedia, pues el joven, desolado ante la pérdida de la mujer que amaba, decidio quitarse la vida y se colgó del barandal del piso superior.

Por eso, la gente dice que aún se aparece en el piso superior de la Casa de las Diligencias, lugar donde a través del teatro, se revive su trágica historia de amor, claro, en tiempos normales porque este año la pandemia de Covid-19 mantiene cerrado el recinto cultural.

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