/ lunes 15 de febrero de 2021

¿A quién pertenece nuestro rostro digitalizado?

El uso del reconocimiento facial en la disputa de empresas y gobiernos por adueñarse de los datos de nuestra cara

En la era de las grandes tecnologías digitales el reconocimiento facial ha llevado a que nuestros rostros convertidos en datos también pertenezcan a empresas y gobiernos, lo que obliga a preguntarnos sí estamos preparados para asumir los riesgos.

A la hora de decidir sobre el uso de esta tecnología para garantizar el cumplimiento de la ley, vigilancia u otras iniciativas de claros fines sociales, debemos parar y preguntarnos: ¿cuáles son los costos de perder nuestras caras en favor de los datos?

Las consecuencias son graves, en el debate está el derecho a la privacidad y nuestra capacidad de vivir vigilados.

Lo anterior se detalla en el artículo titulado Reconocimiento facial: ¿quién es dueño de los datos de nuestras caras?, escrito por Wendy H. Wong, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Toronto y publicado por BBC News Mundo el pasado 10 de febrero, que analiza el contexto de como el individuo se va desprendiendo del poder individual de su rostro.

Refiere que nuestra comprensión de los derechos humanos y las leyes correspondientes para protegerlos necesitan ser reiniciados para que contemplen los cambios que se están produciendo en la forma en que se recogen la información de nuestros rostros.

En el tema de gobierno y la vigilancia, el trabajo de investigación pone como ejemplo los recientes disturbios en el Capitolio de Estados Unidos que han puesto la cuestión en el punto de mira, ya que el reconocimiento facial se convierte en una importante herramienta para identificar a los que participaron en la protesta.

En Belgrado, según informes y un vídeo de la ONG SHARE Foundation, realizado en apoyo de su iniciativa #hiljadekamera, que consiste en colocar miles de cámaras para rastrear los movimientos de los individuos cuando deambulen por la ciudad serbia.

Las fotos que ya existen en el sistema se cotejan con los datos captados por las cámaras y luego se analizan mediante un sistema de inteligencia artificial.

Otro lugar donde se aplica este método es la ciudad de Londres que decidió el año pasado desplegar cámaras con capacidad de reconocimiento facial junto a sus 627 mil 727 cámaras de CCTV.

Las empresas también tienen gran interés en tener tu cara, en 2020 Cadillac Fairview, una de las mayores inmobiliarias comerciales de Norteamérica, fue denunciada por la Oficina del Comisario de Privacidad de Canadá por instalar cámaras discretas en 12 de sus centros comerciales, las cuales captaron cinco millones de imágenes de clientes, donde también se reflejó que el problema es es el consentimiento del usuario, no la violación del derecho a la intimidad.

Entonces ¿qué derechos tenemos cuando ofrecemos nuestros rostros a la datificación?, actualmente existen múltiples formas en que introducimos la tecnología de reconocimiento facial en nuestras vidas como las redes sociales, entre ellas Facebook, además de las apps de fotos de Google y Apple.

Nuestros datos personales se han recogido y se recogen cada día a un ritmo asombroso, lo que está provocando un cambio fundamental no sólo en términos económicos y éticos, sino en la forma en que vivimos como seres humanos.

En la era de las grandes tecnologías digitales el reconocimiento facial ha llevado a que nuestros rostros convertidos en datos también pertenezcan a empresas y gobiernos, lo que obliga a preguntarnos sí estamos preparados para asumir los riesgos.

A la hora de decidir sobre el uso de esta tecnología para garantizar el cumplimiento de la ley, vigilancia u otras iniciativas de claros fines sociales, debemos parar y preguntarnos: ¿cuáles son los costos de perder nuestras caras en favor de los datos?

Las consecuencias son graves, en el debate está el derecho a la privacidad y nuestra capacidad de vivir vigilados.

Lo anterior se detalla en el artículo titulado Reconocimiento facial: ¿quién es dueño de los datos de nuestras caras?, escrito por Wendy H. Wong, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Toronto y publicado por BBC News Mundo el pasado 10 de febrero, que analiza el contexto de como el individuo se va desprendiendo del poder individual de su rostro.

Refiere que nuestra comprensión de los derechos humanos y las leyes correspondientes para protegerlos necesitan ser reiniciados para que contemplen los cambios que se están produciendo en la forma en que se recogen la información de nuestros rostros.

En el tema de gobierno y la vigilancia, el trabajo de investigación pone como ejemplo los recientes disturbios en el Capitolio de Estados Unidos que han puesto la cuestión en el punto de mira, ya que el reconocimiento facial se convierte en una importante herramienta para identificar a los que participaron en la protesta.

En Belgrado, según informes y un vídeo de la ONG SHARE Foundation, realizado en apoyo de su iniciativa #hiljadekamera, que consiste en colocar miles de cámaras para rastrear los movimientos de los individuos cuando deambulen por la ciudad serbia.

Las fotos que ya existen en el sistema se cotejan con los datos captados por las cámaras y luego se analizan mediante un sistema de inteligencia artificial.

Otro lugar donde se aplica este método es la ciudad de Londres que decidió el año pasado desplegar cámaras con capacidad de reconocimiento facial junto a sus 627 mil 727 cámaras de CCTV.

Las empresas también tienen gran interés en tener tu cara, en 2020 Cadillac Fairview, una de las mayores inmobiliarias comerciales de Norteamérica, fue denunciada por la Oficina del Comisario de Privacidad de Canadá por instalar cámaras discretas en 12 de sus centros comerciales, las cuales captaron cinco millones de imágenes de clientes, donde también se reflejó que el problema es es el consentimiento del usuario, no la violación del derecho a la intimidad.

Entonces ¿qué derechos tenemos cuando ofrecemos nuestros rostros a la datificación?, actualmente existen múltiples formas en que introducimos la tecnología de reconocimiento facial en nuestras vidas como las redes sociales, entre ellas Facebook, además de las apps de fotos de Google y Apple.

Nuestros datos personales se han recogido y se recogen cada día a un ritmo asombroso, lo que está provocando un cambio fundamental no sólo en términos económicos y éticos, sino en la forma en que vivimos como seres humanos.

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