/ jueves 30 de agosto de 2018

A más de 3 años del asesinato de Ángelo la búsqueda de justicia no tiene fin

Miguel Ángel Medina y Fany Juárez llevan casi cuatro años como activistas por su hijo asesinado.

Metepec, México.- El corredor que lleva a la entrada de la casa de don Miguel es largo. Al fondo, en la pared por encima de la puerta hasta hace poco estaba instalado un moño por el luto que le guarda la familia a Ángelo Emmanuel. Justo donde acaba el pasillo, después de tres años y ocho meses del asesinato de su hijo, posa para la cámara con un retrato entre las manos.

Foto: José Hernández.

La batalla empañada por la búsqueda de justicia no tiene fin. No hay avances, incluso parte de las denuncias que ingresó en contra de servidores públicos que revolvieron la investigación, se les ha dado carpetazo.

Han transcurrido tres años y ocho meses desde la noche del 31 de diciembre de 2014, fecha del homicidio de Angelo Emmanuel Medina Juárez, estudiante asesinado frente al bar Bora Bora de Metepec.

Tenemos una nueva cita con el señor fiscal, aunque no creemos que nos reciba, en estos tres años y medio no lo ha hecho.

Los padres activistas hablan, se manifiestan y gritan por quienes ya no están, reflexiona Ana Yeli Pérez Garrido, asesora del Observatorio Nacional del Feminicidio.

Esta realidad la viven Miguel y Fany, ambos son activistas ciudadanos que investigan la muerte de su hijo por su cuenta.

Ya tengo contacto con una activista que tiene presencia a nivel nacional e incluso internacional, también con otros colectivos.

Miguel Ángel.

Su voluntad parece inquebrantable, aunque desde hace años sus ojos son rojizos por el insomnio, y su salud reciente los golpes de la lucha.

Foto: José Hernández.


Durante la conversación, don Miguel busca en un cajón y saca un bulto de papeles. Son todas las copias de la carpeta de investigación, oficios, cartas, amparos y otros documentos que han apilado por casi cuatro años.

Foto: José Hernández.

El hombre también muestra una libreta con forro azul donde escribe las fechas de las audiencias, datos de las pruebas, nombres y números de abogados. El recuento en sí del camino por la búsqueda de justicia y la revictimización que los ha hecho activistas.

Cuando enterramos a nuestro hijo pensamos que todo tardaría unos meses, porque ellos (los agresores), declararon todo y ya estaban detenidos.

Conversa en el comedor de su casa. En la pared, a sus espaldas cuelga una fotografía ampliada de Ángelo y debajo un altar con escapularios y otras fotos que Fany le instaló al joven.

Foto: José Hernández.

En ese escenario, don Miguel reflexiona que ha conocido el otro rostro de la justicia mexiquense. El que no muestran las cifras ni los informes anuales de los titulares de las dependencias encargadas de impartirla.

Miguel Ángel Martínez Medina y Fany Juárez Zúñiga, se han vuelto activistas.



Camino a la impunidad

Comenzaron a ir a los juzgados en el mes de febrero de 2015. Dos meses después del asesinato de Emmanuel. Dejaron pasar dos de las audiencias porque no estaban preparados para ser fuertes, aún Fany todavía no puede hablar sobre lo ocurrido sin aclarar su voz. Hila las primeras palabras pero suelta en llanto antes de proseguir.

A mí lo que más me interesaba era el dolor de madre, más que la justicia.


Creíamos en la justicia por lo que nos decían, luego con ese viacrucis nos dimos cuenta de toda esa impunidad que hay.


El número de audiencias no las recuerdan, pero fueron dos años: “Fue de ir al ministerio público, tocar puertas en instituciones”, prosigue.

Miguel Ángel sostiene que dentro del sistema de justicia todos están coludidos, jueces y magistrados, e incluso fiscales y policías de investigación se relacionan y conocen.

Foto: José Hernández.


Lo asevera con los hechos ocurridos en el proceso de su hijo, lo más obvio es que el homicidio lo bajaron, de calificado a simple. Ese detalle permitió que luego de sentenciar a los agresores de Ángelo, los dejaran libres.

Al principio, en mi nobleza, busqué varias veces al fiscal, pero nunca pude pasar de su recepción.

Reflexiona don Miguel.

Enlista haber ingresado oficios y recorrer los pasillos del Poder Judicial, la Cámara de Diputados, a la Inspección General de las Instituciones de Seguridad Pública (Igispem). Su caso lo han visto una lista larga de abogados.

“¡Todos se corrompieron!”. Su lucha ha sido aislada, pocas marchas con otros padres, pero se han sumado.

La primera manifestación fue unos días después de la muerte de Ángelo, cuando fueron a dejarle flores frente al Bora Bora, allí se juntaron amigos y compañeros de la escuela, coinciden Fany y Miguel.

El tiempo que ha transcurrido desde el homicidio, no ha sido suficiente para tener su duelo. Ahora la salud de don Miguel y de Fany se deteriora. Hace poco llegó un infarto y son pocas las noches que se concilia el sueño.

Crearon una asociación civil que ayuda en problemas de la comunidad, también se dirige a niños de albergues. Es su pasatiempo para no pensar en los oficios, pruebas y las entrevistas con los policías de investigación. Incluso don Miguel ha incursionado en la política para buscar ayuda jurídica de funcionarios y nuevos gobiernos.

Hemos estado de cerca en las campañas con gobiernos de izquierda pero es para llevarle nuestra petición de justicia, no para buscar un puesto.


“Yo tengo que estar fuerte, porque todavía tengo dos hijos”, complementa Fany, aunque su cuerpo indica otra cosa. La depresión de una madre que ha perdido parte de su alma por la inseguridad que recorre las calles del Estado de México se fija en su mirada.

Es un giro a la vida, después de una muerte ya nada es igual. Perder a un hijo es lo más doloroso, no lo podemos descifrar.


Don Miguel exige respuestas

Se le pregunta a don Miguel: ¿si hubiera oportunidad de reunirse por fin con el fiscal, Alejandro Gómez Sánchez, qué le pediría? No duda en contestar.

“¡Respuestas!, frente al fiscal, eso pediría, que mi carpeta la han manoseado”, reprocha nuevamente.

En la familia Martínez Medina, los festejos de Año Nuevo no existen, es día de duelo y llevar flores a Ángelo, así será al menos hasta que consigan llevar tras las rejas nuevamente a los agresores del estudiante. Ese camino aún es largo.

Foto: José Hernández.


Datos:

3 años y 8 meses han transcurrido desde el asesinato

3 Videos existen sobre el homicidio

Más de 5 instancias han buscado los padres activistas

Metepec, México.- El corredor que lleva a la entrada de la casa de don Miguel es largo. Al fondo, en la pared por encima de la puerta hasta hace poco estaba instalado un moño por el luto que le guarda la familia a Ángelo Emmanuel. Justo donde acaba el pasillo, después de tres años y ocho meses del asesinato de su hijo, posa para la cámara con un retrato entre las manos.

Foto: José Hernández.

La batalla empañada por la búsqueda de justicia no tiene fin. No hay avances, incluso parte de las denuncias que ingresó en contra de servidores públicos que revolvieron la investigación, se les ha dado carpetazo.

Han transcurrido tres años y ocho meses desde la noche del 31 de diciembre de 2014, fecha del homicidio de Angelo Emmanuel Medina Juárez, estudiante asesinado frente al bar Bora Bora de Metepec.

Tenemos una nueva cita con el señor fiscal, aunque no creemos que nos reciba, en estos tres años y medio no lo ha hecho.

Los padres activistas hablan, se manifiestan y gritan por quienes ya no están, reflexiona Ana Yeli Pérez Garrido, asesora del Observatorio Nacional del Feminicidio.

Esta realidad la viven Miguel y Fany, ambos son activistas ciudadanos que investigan la muerte de su hijo por su cuenta.

Ya tengo contacto con una activista que tiene presencia a nivel nacional e incluso internacional, también con otros colectivos.

Miguel Ángel.

Su voluntad parece inquebrantable, aunque desde hace años sus ojos son rojizos por el insomnio, y su salud reciente los golpes de la lucha.

Foto: José Hernández.


Durante la conversación, don Miguel busca en un cajón y saca un bulto de papeles. Son todas las copias de la carpeta de investigación, oficios, cartas, amparos y otros documentos que han apilado por casi cuatro años.

Foto: José Hernández.

El hombre también muestra una libreta con forro azul donde escribe las fechas de las audiencias, datos de las pruebas, nombres y números de abogados. El recuento en sí del camino por la búsqueda de justicia y la revictimización que los ha hecho activistas.

Cuando enterramos a nuestro hijo pensamos que todo tardaría unos meses, porque ellos (los agresores), declararon todo y ya estaban detenidos.

Conversa en el comedor de su casa. En la pared, a sus espaldas cuelga una fotografía ampliada de Ángelo y debajo un altar con escapularios y otras fotos que Fany le instaló al joven.

Foto: José Hernández.

En ese escenario, don Miguel reflexiona que ha conocido el otro rostro de la justicia mexiquense. El que no muestran las cifras ni los informes anuales de los titulares de las dependencias encargadas de impartirla.

Miguel Ángel Martínez Medina y Fany Juárez Zúñiga, se han vuelto activistas.



Camino a la impunidad

Comenzaron a ir a los juzgados en el mes de febrero de 2015. Dos meses después del asesinato de Emmanuel. Dejaron pasar dos de las audiencias porque no estaban preparados para ser fuertes, aún Fany todavía no puede hablar sobre lo ocurrido sin aclarar su voz. Hila las primeras palabras pero suelta en llanto antes de proseguir.

A mí lo que más me interesaba era el dolor de madre, más que la justicia.


Creíamos en la justicia por lo que nos decían, luego con ese viacrucis nos dimos cuenta de toda esa impunidad que hay.


El número de audiencias no las recuerdan, pero fueron dos años: “Fue de ir al ministerio público, tocar puertas en instituciones”, prosigue.

Miguel Ángel sostiene que dentro del sistema de justicia todos están coludidos, jueces y magistrados, e incluso fiscales y policías de investigación se relacionan y conocen.

Foto: José Hernández.


Lo asevera con los hechos ocurridos en el proceso de su hijo, lo más obvio es que el homicidio lo bajaron, de calificado a simple. Ese detalle permitió que luego de sentenciar a los agresores de Ángelo, los dejaran libres.

Al principio, en mi nobleza, busqué varias veces al fiscal, pero nunca pude pasar de su recepción.

Reflexiona don Miguel.

Enlista haber ingresado oficios y recorrer los pasillos del Poder Judicial, la Cámara de Diputados, a la Inspección General de las Instituciones de Seguridad Pública (Igispem). Su caso lo han visto una lista larga de abogados.

“¡Todos se corrompieron!”. Su lucha ha sido aislada, pocas marchas con otros padres, pero se han sumado.

La primera manifestación fue unos días después de la muerte de Ángelo, cuando fueron a dejarle flores frente al Bora Bora, allí se juntaron amigos y compañeros de la escuela, coinciden Fany y Miguel.

El tiempo que ha transcurrido desde el homicidio, no ha sido suficiente para tener su duelo. Ahora la salud de don Miguel y de Fany se deteriora. Hace poco llegó un infarto y son pocas las noches que se concilia el sueño.

Crearon una asociación civil que ayuda en problemas de la comunidad, también se dirige a niños de albergues. Es su pasatiempo para no pensar en los oficios, pruebas y las entrevistas con los policías de investigación. Incluso don Miguel ha incursionado en la política para buscar ayuda jurídica de funcionarios y nuevos gobiernos.

Hemos estado de cerca en las campañas con gobiernos de izquierda pero es para llevarle nuestra petición de justicia, no para buscar un puesto.


“Yo tengo que estar fuerte, porque todavía tengo dos hijos”, complementa Fany, aunque su cuerpo indica otra cosa. La depresión de una madre que ha perdido parte de su alma por la inseguridad que recorre las calles del Estado de México se fija en su mirada.

Es un giro a la vida, después de una muerte ya nada es igual. Perder a un hijo es lo más doloroso, no lo podemos descifrar.


Don Miguel exige respuestas

Se le pregunta a don Miguel: ¿si hubiera oportunidad de reunirse por fin con el fiscal, Alejandro Gómez Sánchez, qué le pediría? No duda en contestar.

“¡Respuestas!, frente al fiscal, eso pediría, que mi carpeta la han manoseado”, reprocha nuevamente.

En la familia Martínez Medina, los festejos de Año Nuevo no existen, es día de duelo y llevar flores a Ángelo, así será al menos hasta que consigan llevar tras las rejas nuevamente a los agresores del estudiante. Ese camino aún es largo.

Foto: José Hernández.


Datos:

3 años y 8 meses han transcurrido desde el asesinato

3 Videos existen sobre el homicidio

Más de 5 instancias han buscado los padres activistas

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