/ jueves 28 de abril de 2022

Balas a bordo: ahora ser policía no es ser un héroe, es ser tachado como el criminal

El comandante Reynoso, como lo identificaremos, relata uno de los días en que ha puesto en riesgo su vida sin ser condecorado o al menos con una palmada

Aquel día hubo una lluvia de plomo que traspasó el parabrisas, el pecho, la carne y llegó hasta los pulmones de los salteadores, relata el comandante Reynoso.

La ráfaga era de balas calibre .9 milímetros que se hundieron en la lámina de un coche color blanco. Luego, una quinteta de policías se arremolinaron apuntando al sospechoso que todavía se movía en uno de los asientos.

El otro cuerpo ya estaba recostado con la cabeza caída. Unos chorros de sangre escurrían en el vinilo de la tapicería. Fue una refriega policiaca al mediodía de ese martes que Reynoso no olvida. El resto, su alto mando y su alcalde, ya olvidaron la hazaña. Menos la familia de Reynoso, dice.

Uno puede arriesgar la vida, sentir cerca la muerte en una jornada normal, pero a nadie le sorprenderá.

Reprocha Reynoso, como le diremos en este relato.

"¡No se muevan!", repetían los uniformados rodeando el coche. Pero al interior los dos salteadores ya no oponían resistencia.

Una trayectoria

Reynoso se ha dedicado a ser policía desde hace 25 años, el tiempo suficiente para mirar de frente a la muerte y escapar en al menos 10 ocasiones, dice.

Comenzó en una de las academias de la policía estatal, en la que lo adiestraron y tuvo formación de la llamada "vieja guardia".

En la academia aprendes lo teórico, pero la forma de escapar de una balacera o no pasarte al lado de los mañosos lo aprendes en las calles.

El valor de servir

Pese a las circunstancias, los bajos salarios y el alto riesgo de su trabajo, el comandante Reynoso antepone el valor de servir a la sociedad.

La verdad cuando entre toda la gente que te maldice en las calles, con uno que te agradece, uno dice que vale la pena lo que hace”, expresa el comandante policiaco.

Dice que son pocas las ocasiones y pocos los elementos que pueden desfilar sobre un templete y frente aplausos de sus superiores para recibir un reconocimiento.

Sin embargo, indicó, hasta con eso se debe lidiar y sobreponerse.

Yo lo que hago es concentrarme en mis recorridos, mis turnos, mi gente que tengo a cargo y no perder de la mira, salvaguardar a la ciudadanía

Aquel día hubo una lluvia de plomo que traspasó el parabrisas, el pecho, la carne y llegó hasta los pulmones de los salteadores, relata el comandante Reynoso.

La ráfaga era de balas calibre .9 milímetros que se hundieron en la lámina de un coche color blanco. Luego, una quinteta de policías se arremolinaron apuntando al sospechoso que todavía se movía en uno de los asientos.

El otro cuerpo ya estaba recostado con la cabeza caída. Unos chorros de sangre escurrían en el vinilo de la tapicería. Fue una refriega policiaca al mediodía de ese martes que Reynoso no olvida. El resto, su alto mando y su alcalde, ya olvidaron la hazaña. Menos la familia de Reynoso, dice.

Uno puede arriesgar la vida, sentir cerca la muerte en una jornada normal, pero a nadie le sorprenderá.

Reprocha Reynoso, como le diremos en este relato.

"¡No se muevan!", repetían los uniformados rodeando el coche. Pero al interior los dos salteadores ya no oponían resistencia.

Una trayectoria

Reynoso se ha dedicado a ser policía desde hace 25 años, el tiempo suficiente para mirar de frente a la muerte y escapar en al menos 10 ocasiones, dice.

Comenzó en una de las academias de la policía estatal, en la que lo adiestraron y tuvo formación de la llamada "vieja guardia".

En la academia aprendes lo teórico, pero la forma de escapar de una balacera o no pasarte al lado de los mañosos lo aprendes en las calles.

El valor de servir

Pese a las circunstancias, los bajos salarios y el alto riesgo de su trabajo, el comandante Reynoso antepone el valor de servir a la sociedad.

La verdad cuando entre toda la gente que te maldice en las calles, con uno que te agradece, uno dice que vale la pena lo que hace”, expresa el comandante policiaco.

Dice que son pocas las ocasiones y pocos los elementos que pueden desfilar sobre un templete y frente aplausos de sus superiores para recibir un reconocimiento.

Sin embargo, indicó, hasta con eso se debe lidiar y sobreponerse.

Yo lo que hago es concentrarme en mis recorridos, mis turnos, mi gente que tengo a cargo y no perder de la mira, salvaguardar a la ciudadanía

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